Discos Críticas

Reseña y crítica sobre los valencianos Platz y su álbum debut ‘Prochaska y Diclemente’.

… donde tantas veces escuchas comentarios sobre la falta de renovación generacional, es esperanzador que surjan bandas de zagales como Platz, que hallan inspiración en las conductas humanas, que respiran ilusión, que suenan crudos, juveniles, refrescantes…

He de reconocer que hace dos años y pico me llegó información y no presté casi atención a esta jovencísima banda valenciana, cuyos miembros, quinceañeros en aquel momento, publicaban un EP de título Todo el mundo tiene sueñoque contenía cuatro cortes en inglés y un “Suicidio” en castellano.

Todo lo contrario me ha sucedido ahora con su álbum debut, en que principalmente tres factores llamaron poderosamente mi interés. Por una parte que haya sido bastante alabado y recomendado por amigos o conocidos que considero tienen buen gusto y criterio musical, por otra su fascinante portada, ilustración de Ana Collado con diseño gráfico del padre del cantante Assad Kassab Eppe, y es que ya sabemos que aquello que entra bien por los ojos tiene un plus a su favor.

Pero por encima de todo, lo que más me picó la curiosidad para tirar del hilo fue ese título “Prochaska y Diclemente”, dos prestigiosos profesores americanos de psicología, creadores de un modelo transteórico sobre el cambio de motivaciones o comportamientos humanos, y que ha resultado bastante exitoso en el tratamiento de adicciones como alcohol, tabaco, drogas…

platz prochaska y diclemente

Tras una estridente “Intro” de poco más de 40 segundos, cual si fuera el desenlace de un directo, comienza “Cállate”, un corte repleto de autoestima y de mestizaje punk-rocanrolero que se halla algo alejado musicalmente de la línea que sigue el resto del álbum.

Al hilo del antes mentado título del disco, a partir de “Paciente 0”, todo comienza a cobrar sentido conceptual entre  turbulencias sonoras, delirios, voces y estados de insomnio. Esas fases, esas conductas temporales adquieren especial importancia en los tres temas que sirvieron de avanzadilla, otra vez con el valor de uno mismo por bandera en “Lo que me hace ser” o, sobre todo, en “De qué tienes miedo” y en “Gira”, que me parece la que mejor capta la insatisfacción, la rebeldía y el malestar adolescente, mucho más si pensamos en una buena cogorza donde todo da vueltas y vueltas.

Con un sonido que, claramente, puede evocar el indie noventero antes de que se depravara esa especie de género musical, es obvio que en “Sobras” podría identificarse buena parte de esas nuevas generaciones que aprietan pero no ahogan, aunque muchos carcas no estén dispuestos a darles valor ni la visibilidad que merecen. Otras muestras de ello son “26 de octubre”, que me recuerda bastante a los primeros Radiohead, o un “Hipnótico” que vuelve a conjugar una lírica callejera con un interesante análisis de hábitos y comportamientos adolescentes.

Borracheras, resacas, sentimientos, costumbres, cambios, evolución juvenil en esos días en que pasan tantas cosas y que van formando personalidades se podrían ver reflejadas en “Pude ver” y en esa despedida de un mundo que rueda demasiado rápido, con el atormentado “Dies irae”, termíno bíblico del latín que tiene ver con el juicio final en que los condenados serán arrojados a las llamas eternas.

Por supuesto podemos pensar que de casta viene el galgo, pues el cantante, compositor y guitarrista Massad Kassab es hijo del antes mencionado diseñador y de Mireia Pérez, actriz y cantante del grupo Sokolov. Pero lo cierto es que se vislumbra un talento más peculiar que innato, que bebe de la línea alternativa del rock, con una pose y aspecto que recuerdan al legendario Kurt Cobain de Nirvana, y que durante la presentación del disco en el Loco Club de Valencia se pudo comprobar que estamos ante una banda compacta con Daniel Biot a la batería, Lucas Calpe a la guitarra e Izan Navarro al bajo.

platz prochaska y diclemente
Platz. Presentación álbum en Loco Club.

En un mundo y en un mundillo musical donde nos venden tantas motomamis, motopapis y otras morrallas y mediocridades comerciales, o donde tantas veces escuchas comentarios sobre la falta de renovación generacional, es esperanzador que surjan bandas de zagales como Platz, que hallan inspiración en las conductas humanas, que respiran ilusión, que suenan crudos, juveniles, refrescantes… Muchos pollasviejas o coñosviejos deberíamos apoyar esta alentadora y estimulante propuesta que puede ayudar a arrastrar una escena juvenil que varíe el decadente rumbo actual. También los Beatles, o tantos otros que no llegaron tan lejos, fueron jóvenes promesas. Los suficientes estaremos atentos a la evolución de este cuarteto valenciano.


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