Portada del debut de Rock ’n’ Bordes en 1988

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Retrospectiva del debut de Rock ’n’ Bordes en su 35 aniversario

…el debut de Rock ’n’ Bordes influyó sin ningún lugar a dudas en todos los grupos de Rockabilly que vinieron después en España… y que a día de hoy, 35 años después sigue sonando maravillosamente bien. De esos álbumes de los que se dice que aguantan sin problemas el paso del tiempo…

Corría el año 1988 cuando la discográfica La Fábrica Magnética lanzaba al mercado el disco de debut de Rock ’n’ Bordes, banda formada en la ciudad de Valencia y que contaba en sus filas con Rockin’ Pauly ocupándose de la voz y de la guitarra, Be Bop Nando encargándose del contrabajo y Paco Beat Borde tras la batería.

Aquel disco pronto se convertiría en uno de los hitos más importantes en lo que a discos de Rock’n’Roll puro y duro en español se refiere. De hecho, soy de quienes opinan que este es el único disco que puede discutirle al “Cerveza, Chicas y Rockabilly” de Los Rebeldes (aparecido años antes) el primer puesto en cuanto a importancia en la Historia del Rockabilly Español. Casi nada.

Digo que se publicó en 1988, así que este año estamos celebrando su 35o aniversario… y es que hay que ver cómo pasa el tiempo…

Rock ’n’ Bordes empezaban a rodar

Un disco este de Rock ’n’ Bordes que se grabó en noviembre de 1987 en los estudios Pertegás, con Miguel Ángel Villanueva en las labores de producción, cuando la banda no llevaba más que unos meses en funcionamiento pues no en vano se había formado aquel mismo verano. Pero claro, su calidad y su personalidad eran evidentes y la gente del sello La Fábrica Magnética, con Servando Caballar al frente, debieron verlo claro desde bien pronto y urgieron al trío a que se encerrara en el estudio cuanto antes.

Quizás por las prisas o quizás porque eso era lo que había en aquel momento y nada más, lo que salió fue un mini-LP. No, lo de mini-LP no es porque fuese más pequeño de lo habitual, pues tenía las 12 pulgadas reglamentarias del formato, sino porque su duración no llegaba al cuarto de hora… Sí, media docena de canciones en poco más de una docena de minutos… ¡Pero qué media docena de canciones y qué docena de minutos!

Aquello era Rockabilly tocado a toda leche… y quien pudiese, que les siguiese el ritmo.

El disco ya captaba la atención desde su portada, con una foto en blanco y negro del trío, más chulos que un ocho, junto a un coche americano clásico frente al valenciano restaurante La Patacona y el nombre del grupo en letras negras encuadrado en un fondo de leopardo, la única nota de color. Difícil mejorar el apartado estético. Una magnífica carta de presentación, dejando las cosas claras desde el primer momento. Se trata sin duda de una de las portadas más icónicas del Rockabilly patrio. Por cierto, la foto la firmó Gorka Duo.

Dicen que no hay que juzgar un libro por su portada y lo mismo deberíamos aplicar a los discos… pero en el caso que nos ocupa, cuando dejabas caer la aguja del tocadiscos sobre sobre los surcos del vinilo te dabas cuenta de que todo lo que se insinuaba en la carátula era tal cual… o incluso mejor. Aquellos tipos eran más, mucho más, que estética.

Si en el mundo de la música hubiese justicia y algo de sentido común, esta es una de las canciones que se estudiarían en las escuelas…

Carita de angelito” abría el disco dejando ya claro desde el principio por dónde iban a ir las cosas: la guitarra a toda mecha, la semi-batería incorporándose junto al contrabajo para marcar el ritmo sin fallo y la voz de Pauly lanzando su proclama de amor respaldada por unos coros perfectamente colocados. Sobresaliente para empezar y que pase el siguiente.

Te podían descolocar con el segundo corte, “Por qué”, por la sencilla razón de que de repente bajaban el ritmo una barbaridad, pero el descoloque duraba más bien poco porque la balada en cuestión es una joya suprema, de nuevo con una instrumentación sublime en su sencillez y la voz de Pauly rompiendo en los momentos justos y precisos. Venga, reconocedlo: ¿quién no ha intentado imitar los juegos de voz de Paulino en esta canción?

Para cerrar la cara A el trío se marcaba un himno. Así de claro. De nuevo el ritmo iba a todo gas y esta vez añadían una letra con la que cualquier joven de la época que peinase tupé se sentía identificado. Una declaración de intenciones. Casi un grito de guerra: “Rockabillidad”. Un himno, ya digo.

Media vuelta al disco y para arrancar la cara B “Dios de mi se olvidó”. Ahí queda eso. Probablemente (rectifico: sin ninguna duda) la canción más coreada en los conciertos de Rock ’n’ Bordes y posteriormente en los de las diversas formaciones que lideró Rockin’ Pauly.

Si leías la letra antes de escucharla podías esperarte un baladón al estilo del “Por qué” de la otra cara, pero de eso nada, monada. El contrabajo marcaba el camino hacia una obra de arte a medio ritmo y es el instrumento que lleva el peso junto al ritmo “de locomotora” de la caja hasta que la guitarra dice “¡aquí estoy yo!”.

Claro: y la voz de Pauly otra vez amalgamándolo todo. Si en el mundo de la música hubiese justicia y algo de sentido común, esta es una de las canciones que se estudiarían en las escuelas. Como mínimo. De nuevo pisaban a fondo el acelerador para contarnos esta vez la historia de “La colegiala”, con el chasqueo de las cuerdas del contrabajo diciendo “esto es Rockabilly, ¿vale?”. ¡Caray!, es que el disco es casi un manual de estilo.

Y para completar la media docena nos encontrábamos de nuevo con el título “Por qué”, esta vez con el añadido “(a mi)” y la anotación “part 2 reprise”. ¿Repetían la balada de la cara A? No, nada de eso. Bueno, o casi nada de eso. El ritmo sí que era el mismo, pero la letra se sustituía por una serie de gritos y gruñidos para rematar en 45 segundos una humorada jugueteando con el Psychobilly. Además de buenos músicos tenían sentido del humor. Genios.

Contraportada del debut de Rock ’n’ Bordes

Con ese disco, con ese cuarto de hora escaso, se convirtieron en uno de los grupos de referencia del estilo. Luego vinieron una serie de álbums también sobresalientes a mi juicio: “Muerte o gloria” (1990), “Al mal tiempo… buena cara” (1991), “Las cosas claras” (1992) y el recopilatorio “Cinco años de recuerdos” (1993) -parece que trabajaban en un futuro disco cuando decidieron disolver la banda, pero esa es otra historia-.

Una trayectoria corta en la que hubo muchas entradas y salidas de personal en la formación, manteniéndose Rockin’ Pauly y Be Bop Nando como únicos miembros fijos de Rock ’n’ Bordes… Pero al mismo tiempo una trayectoria fundamental en la Historia del Rockabilly Español.

Desde aquel lejano 1988 el disco ha sido reeditado dos veces: la primera en el año 2000 por cuenta del sello Lollipop, en formato cd e incluyendo en el mismo brillante artefacto el segundo álbum del grupo (“Muerte o gloria”); la segunda en 2016 por la disquera Sleazy Records en vinilo de 10 pulgadas incluyendo como extras los dos temas que formaban la maqueta con que se presentaron a La Fábrica Magnética: “Dios de mi se olvidó” y “Silvia” (a esta segunda reedición me atrevo a darle el calificativo de imprescindible).

Un disco el de debut de Rock ’n’ Bordes que influyó sin ningún lugar a dudas en todos los grupos de Rockabilly que vinieron después en España… y que a día de hoy, 35 años después sigue sonando maravillosamente bien. De esos álbumes de los que se dice que aguantan sin problemas el paso del tiempo…

¡Un discazo, caramba!


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