Discos Críticas

Reseña y crítica sobre Geese y el álbum ‘3D Country’.

… este inclasificable quinteto podría aproximarse más a un cóctel de estilos americanos, orientando ese revoltijo con excentricidad, descaro, talento y cierto ardor lisérgico, hasta acabar resultando tan renovadores y atípicos como poco aptos para amantes del purismo más encorsetado…

Más o menos dos meses pensando en escribir sobre esta banda de Brooklyn pero, inexplicablemente, se me hacía bola y lo iba dejando. Entramos en la recta final del año, es uno de los indudables mejores discos del 2023 y había que hacerlo, ahora o nunca.

De título “3D Country”, nos hallamos ante el segundo álbum de los neoyorkinos Geese que debutaron en 2021 con el notable “Projector”. De ellos dicen que practican una especie de art-punk, aunque a mi me parece que este inclasificable quinteto podría aproximarse más a un cóctel de estilos americanos, orientando ese revoltijo con excentricidad, descaro, talento y cierto ardor lisérgico, hasta acabar resultando tan renovadores y atípicos como poco aptos para amantes del purismo más encorsetado.

Geese 3d country
Geese: Dominic DiGesu, Cameron Winter, Max Bassin, Gus Green y Foster Hudson

Ya desde el inicio con “2122” resultan asombrosos, como si estuvieran en pleno subidón de algún alucinógeno o en pleno «despiporre» que diría mi querido King Nikochan, invocando al dios del sol y a conceptos hinduistas sobre una época de dolor que afectará a la Humanidad, así como también a la mitología nórdica sobre el destino fatal en la batalla del fin del mundo. Por ejemplo, cuando parece que se acercan al country, al soul o al rock sureño, se acaba transformando todo en una locura jazzística cual si fuera un acto de liberación y éxtasis. Precisamente esas sensaciones, en mayor o menor medida, se suceden a lo largo de todo el álbum, con el mérito de que en ningún momento pierden el sentido de la melodía más sorprendente y adictiva.

El tema que da título al álbum tiene la compañía de un peculiar coro gospeliano, es como un acto de rebeldía frente a las enseñanzas paternas y se postula como la intrepidez de comenzar una nueva vida. Podríamos decir que constituye, junto a “Mysterious Love”, incluidos sus fragmentos más abrasadores y con contenido de confusión y soledad, en la dupla más impactante, sin desmerecer el nivel y la perfecta cohesión del resto.

Por supuesto, hay que hacer mención especial al primordial papel del vozarrón de Cameron Winter, que cabalga entre contrastes, bien de alaridos y de excesos como de susurros y de moderación, digamos que entre el caos y el orden, como por ejemplo en “Cowboy Nudes”, aunque lo más tremendo y espectacular me parece “Undoer”, como si fuera un chamán poseído por el espíritu del rey lagarto en sus siete minutos de duración, entre aullidos y golpes instrumentales que se traducen en una intensidad creciente.

Otra pieza difícil de determinar es “Crusades”, que contiene versos tan iluminados como estremecedores, empezando por “Everybody is born bleeding” o por “The devil hides in the innocent places”. En esa disparidad de contenido que aparenta estirarse y comprimirse constantemente está “I See Myself”, una balada absorbente y bastante directa, con coros fascinantes de respuesta al dolor, o en el tema más convencional “Gravity Blues”, con ciertos aromas a los Stones, Black Crowes o Screaming Cheetah Wheelies.

En la recta final, el sufrido y sincero dolor de “Domoto” me parece de lo mejorcito del álbum, mientras que los recuerdos de “Tomorrow’s Crusades” y el amor sangrante de “St. Elmo” completan un álbum extraordinario, que rebosa juventud y originalidad, que es homogéneo, que no empalaga en ningún momento, que es equilibrado y que no tiene un milímetro de desperdicio. Además posee un plus de arrogancia, en el sentido de aparentar que se creen lo que hacen, que se saben diferentes y que pueden evolucionar hasta donde quieran, o hasta donde les dejen.

Y sí, con ellos vuelvo a tener la sensación de que algo está cambiando. El rock sigue alejado del mainstream, se mantiene en el carril alternativo del underground pero el nivel juvenil de admirables propuestas alternativas es muy ilusionante. Ah, y no me olvido, esa portada, fabulosa, alucinante, refleja el contenido del álbum.


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