Crónica de los conciertos de Jim Jones All Stars y Soul Bandidos en la Sala 16 Toneladas de València el 26 de marzo de 2024.
… cual si fuera una ceremonia de vudú, de culto a la esencia del rhythm&blues, soul y a la médula de los pioneros del rock and roll, fue un concierto apoteósico, frenético, salvaje, exultante, que puso patas arriba al templo rocanrolero 16 Toneladas…
Comentaba Jim Jones en la entrevista que le realizamos y publicamos aquí en el Exile antes de comenzar la gira española de presentación del soberbio “Ain’t No Peril” que, a tenor de ese título, “nada se debería interponer en tu camino, no hay ningún peligro en venir a ver a los All Stars”. Y, efectivamente, tenía razón, porque en la sala valenciana no sufrimos ninguna amenaza, inseguridad ni riesgo de vida o muerte. Ahora bien, si por peligro entendemos la posible acepción de “trance” como una especie de momento decisivo existencial, de estado de suspensión de los sentidos o de éxtasis, entonces sí que sufrimos peligro.
Calentó la sala con su cóctel de rock & roll primitivo, surf y garaje el divertidísimo quinteto de la terreta Soul Bandidos, que resultó un ideal prólogo de lo que iba a acontecer, con buen derroche de simpatía, de sentido del humor, de un saxo infernal y de mucho fuzz guitarrero.
Entre los dieciséis trallazos con los que nos deleitaron a una velocidad de vértigo, estuvieron presentes los cuatro misiles pertenecientes a su EP de 2020 (“No vuelvo a beber”, “Miedo”, “Lucifer” y “Soy lo peor”) o del single de 2023 (“Chuck Berry”, “Happy Surf” y “Perdedor”). Además del ocurrente y cachondo homenaje al citado rey del rock and roll, inspirado en su visita a la capital del Turia en noviembre del 92, también hubo veneración a “Lux Interior” de los fabulosos The Cramps y a la misma sala “16 Toneladas”, rematando ese incendiario preámbulo con bailables versiones del “C’mon and Swim” de Bobby Freeman y del “That Driving Beat” de Willie Mitchell.
Y llegó el momento de Jim Jones, con su vozarrón, con su guitarra, con sus maracas y con su nueva banda All Stars, compuesta por seis músicos tremendos, de una calidad desbordante y, cada uno en su parcela, enormemente carismáticos, empezando por el veterano guitarrista de punk blues Carlton Mounsher, por dos antiguos miembros de Jim Jones Revue como Gavin Jay al bajo y Elliot Mortimer al piano, por Chris Ellul a la batería, Elliot Mortimer al piano, Stuart Dace al saxo tenor y Tom Hodges al saxo barítono.
Sí, estaba claro que con ese combo había una garantía de autenticidad, pero había que verificarlo. Cual si fuera una ceremonia de vudú, de culto a la esencia del rhythm&blues, soul y a la médula de los pioneros del rock and roll, fue un concierto apoteósico, frenético, salvaje, exultante, que puso patas arriba al templo rocanrolero 16 Toneladas. Algunos pronosticamos lo que iba a suceder y sucedió. Mientras no haya alzheimer, un servidor nunca olvidará la primera vez que vio a Jim Jones Revue en 2012 presentando el glorioso “The Savage Heart”, pero lo de anoche, con esos saxos tan disciplinados como liberados de sumisión instrumental y con el sonido del local, fue imponente. Difícil, muy difícil que durante el año en curso lo supere otro concierto por estos lares.
El bestial punk-blues “Cement Mixer” del homónimo de Jim Jones Revue destapó la caja de los truenos, mientras que la maravillosa adaptación del “When You See Me Hurt“ de Carl Lester and The Show Stoppers provocó los primeros meneos de los esqueletos asistentes, que se acentuaron con el funky-soul y el espíritu de James Brown en “Gimme The Grease”, en la pantanosa “Devil’s Kiss” que nos trasladó al lado más oscuro del rock ‘n’ roll o en las versiones del “Parchman Farm Blues” de Bukka White y el “Can’t Believe You Wanna Leave” de Little Richard.
Más salvajadas incendiarias de Jim Jones Revue como “Burning Your House” o “Shoot First”, de Jim Jones and The Righteous Mind como “Satan’s Got His Heart Set On You” o de su más reciente álbum como la descarnada “You Got The Best Stink (I Ever Stunk)”, se sumaron a esta digna causa, pero si hubo algo que me atrapó en el ecuador de la velada fueron las impresionantes versiones del “Run Run Run” de la Velvet Underground y, muy especialmente, el “Everybody’s got something to hide except me and my monkey” de los Beatles.
La danza de los esqueletos presentes (los del escenario y los de debajo de ese escenario) continuó con piezas recientes como la vitamínica “I Want You (Any Way I Can)” o como las versiones, tan bien llevadas a su terreno, del “It’ Your Voodoo Working” de Charles Sheffield o del “Troglodyte (Cave Man)” de Jimmy Castor Bunch.
Pura adrenalina y locura en la recta final, recuperando el garage psicodélico con la noventera “Shakedown” de sus Thee Hypnotics, versionando el histórico “Big Bird” de Eddie Floyd, agitando y enmarañando con el muro sónico de los inicios de Jim Jones Revue en mi favoritísima “Rock ‘n’ Roll Psychosis”, en “Princess and The Frog” o en “512”. Tremendo, muy tremendo, lo vivimos y por eso lo podemos contar ahora y, si se tercia, también lo podremos contar a nuestros nietos.
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Estuve allí y doy fe que después de cuatro días aún estoy como el adolescente que tiene su primer orgasmo.El trance esperado llegó y no por estar acompañado de la química recetada aquí en valencia por algún medico callejero si no por qué fluyó de la parte más animal del ser.Tengo que reconocer que desde entonces soy devoto y allí donde esté el predicador estará mi alma.