Wunderhorse consigue con su segundo disco, Midas, confirmar lo sabido: que es una banda absolutamente necesaria. El rock no ha muerto!
Ahora que todo el mundo anda excitadísimo por el cuarto largo de la banda irlandesa Fontaines D.C. que se abre a nuevas sonoridades no siendo ni mejor ni peor pero si más popero comercial y menos postpunk ochentero, cabe recordar que con la edición de aquel «Skinty Fia«, Jacob Slater anduvo teloneándolos y presentado el disco de su nueva y flamante banda, Wunderhorse, que tuvimos la ocasión de destripar en el Exilio hace un par de años y que particularmente me dejó ojiplático.
Slater había formado un trío punk sin demasiado éxito y parecía enfocar su carrera a la actuación puesto que con bastante solvencia apareció en la recomendable serie «Pistol» de Danny Boyle, pero cuando parecía que todo el pescado estaba vendido y que sería carne televisiva se saca de la manga un nuevo proyecto musical y un disco, CUB, en 2022 que desde el boca a oreja acabó por hacernos salta la boina. Qué disco! Qué poderío! con esa atmósfera a discos de finales de los ochenta principios de los noventa. Qué joya a descubrir!
Pasados ya dos años de aquel estupendo artefacto sonoro que, por cierto, todavía sigue sonando en el hogar nikochiano, Slater y sus Wunderhorse presentan su nuevo disco pendiente de veredicto, ese segundo disco que pone a cada cual en su sitio y que da o quita razones. «Midas» es un disco con cuerpo, con energía, con mucho carácter. Sus canciones tienen esas guitarras más propias del directo que del enlatado estudio, y sus melodías son hijas bastardas de Tito Neil y de Cobain. Hay mucho Grunge aquí y porqué no decirlo, también mucho caballo loco.
«Midas» es la canción que abre el disco, el que le da nombre y el single de avanzadilla. Es un pelotazo extenuante y adictivo, perfecto para recordarnos lo que hicieron antes y hacia donde se dirigen, es decir algo indie/pixie pero con guitarras más pesadas, energéticas y distorsionadas. Es excelente de cabo a rabo y lo más parecido a single exitoso a la altura de su «Leader of the pack». «Rain» tiene algo de los primeros Fontaines D.C., aquí la banda está excelsa.
La dupla «Emily»/»Silver» confirma que estamos ante un disco cojonudísimo. «Emily» tiene ese deje nirvanesco con su inicio calmado y su explosión final mientras que «Silver» es algo más melódica pero con un ojo puesto en los noventa casi lo mismo que «Arizona» que contiene una melodía imbatible y unos coros estupendos que recuerdan a las composiciones de su álbum debut.
«Superman» es una joya, es otra cosa, otra cosa maravillosa que nos da un cierto respiro. «July» es un trallazo sucio y doloroso aunque en nuestro cerebelo nos recuerdo de soslayo a cierta tonadilla de Cobain, luego llega «Cathedral» algo más comercial y facilona arrimando la cebolleta al indie comercial y «Girl» que mira de soslayo a REM y otros animales de similar pelaje.
Cierran con los ocho minutos largos y descomunales de «Aeroplane» con guitarras acústicas al inicio (mucho tito Neil ha escuchado el amigo Slater), y otras repletas de electricidad hacia el final. Un temón que cierra el disco de manera fantástica. Un disco a reivindicar que bebe sin disimulo alguno de la escena grunge de los noventa y de la herencia de Young y sus Crazy Horse, realmente un buen palo al que agarrarse.
01.- Midas/ 02.- Rain/ 03.- Emily/ 04.- Silver/ 05.- Arizona/ 06.- Superman/ 07.- July/ 08.- Cathedrals/ 09.- Girl/ 10.- Aeroplane
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Ostias como suena esto. No los conocía. Esto es recuperar con eficacia los sonidos de los 90 a base de buenos ramalazos de distorsión. Que aprendan la boutade de Fontaines DC que mencionas en el principio del artículo que aun hay bandas que conservan sus esencias y no se dejan amedrentar por cantos comerciales de Sirenas. saludos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1
El anterior ya era más que notable pero este nuevo artefacto es oro! cuidado con «midas»!!!