
Especial dedicado a Ian Hunter y su álbum homónimo de debut, publicado el 28 de marzo de 1975.
… la gloria del arte auténtico, profundo y honesto, adjetivos todos ellos aplicables a quien un día liderara Mott The Hoople.
Una cosa hay que destacar desde el primer momento: Ian Hunter estuvo a la altura de las expectativas y de la banda que le había dado un lugar entre los grandes del rock and roll —Mott The Hoople— cuando entregó al escrutinio público su primer y homónimo elepé en 1975.
Porque Hunter fue inteligente, y por si sus (estupendas) composiciones, su voz y su guitarra no eran suficientes, se cubrió las espaldas con ese maestro llamado Mick Ronson; es lógico, entonces, que ‘Ian Hunter‘ siga siendo, junto a You’re Never Alone With A Schizophrenic, el máximo exponente de una carrera que todavía sigue viva y bien (a sus ochenta y cinco años, hasta que el cuerpo aguante).

El álbum da comienzo con una de las canciones más maravillosas que el ser humano haya escrito e interpretado jamás: ‘Once Bitten Twice Shy‘. Hunter se trae un riff de los años cincuenta, lo pone al día y, junto a Ronson y el resto de su grupo, se marca un tema soberbio que desarrolla espectacularmente (¡qué guitarras, qué piano, qué coros!) una idea musical de lo más sencilla y básica.
Boogie-woogie endurecido es lo que nos ofrece ‘Who Do You Love‘ para que la fiesta no decaiga y el nivel compositivo se mantenga muy alto. La cadencia de ‘Lounge Wizard‘ se repetirá en futuras canciones de Hunter (ya se había asomado en Mott The Hoople), si bien el estribillo la acelera y solidifica. ‘Boy‘ es el único corte que coescribe Ronson, y sus casi nueve minutos traen ecos (cómo no) de David Bowie, tan importante en la carrera de aquél y en la de Ian Hunter.
‘3,000 Miles From Here’, una hermosa miniatura acústica, precede al momento más agresivo del disco, ‘The Truth, The Whole Truth, Nuthin’ But The Truth‘, medio tiempo que en su estrofa suena a funk pero que en el estribillo se transforma en hard rock con el fervor del converso (atentos al solo de Mick Ronson, por favor). ‘It Ain’t Easy When You Fall’ es una de esas baladas conmovedoras que tan bien se le dan a Ian Hunter —estribillo grandilocuente incluido—, y que incorpora en su tramo final, mientras el volumen disminuye, un poema recitado por el cantante, ‘Shades Off’. Para elevarnos el ánimo, ‘I Get So Excited’ hace honor a su nombre y despide el trabajo con un chute de adrenalina que no viene nada mal y compensa la tristeza que le ha antecedido.

No esperen que equipare ‘Ian Hunter’ a las obras maestras que también en 1975 publicaban Bruce Springsteen y Bob Dylan —Born To Run y Blood On The Tracks respectivamente—, pero tampoco crean que las he citado por nada. Que no alcance aquél la soberanía de éstas no significa que no se acerque a su gloria, ésa que nos embarga durante la escucha y sigue hablándonos mucho después de que la última nota, el último sonido se hayan extinguido. La gloria del arte auténtico, profundo y honesto, adjetivos todos ellos aplicables a quien un día liderara Mott The Hoople.
* Este artículo fue publicado por su autor en Ragged glory y recuperado ahora por el 50 aniversario y por su plena vigencia.
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