
Crónica del Dúo Caifás en Loco Club dentro de su XIV Gira Crucis (20-4-2025).
… un año más acabamos en éxtasis místico y espiritual, y otra vez se escucharon los gritos enardecidos de ‘Hosanna’ o ‘Aleluya’ entre la concurrencia…
Volvió otra Semana Santa como sucede cada año, concretamente desde el 325 después de Cristo cuando el emperador Constantino convocó el Concilio de Nicea para solucionar las disputas teológicas de la época, especialmente derivadas de la doctrina cristológica que encabezó el presbítero alejandrino Arrio, el que decía que Jesucristo era el Hijo de Dios pero que no era eterno.
Como resultado de aquel sínodo de obispos, se condenó lo que se consideró herejía arriana y, de acuerdo con los Evangelios Canónicos de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan —que son los únicos que admite la Iglesia Católica porque los Evangelios Apócrifos parece ser que tenían enseñanzas poco recomendables de Pedro, de Nicodemo, de Tomás o de Bartolomé—, se institucionalizaron tradiciones como la Cuaresma, la Pascua, la fiesta de la Divina Misericordia, el domingo de Ramos, el domingo de Resurrección, las procesiones, los ayunos cristianos de comer carne…


Para el que suscribe que, con excepción de cachirulos, huevos, “monas” o longanizas de Pascua, no comulga mucho con esta tradición, mucho menos tras observar en telediarios de todas las cadenas una abundante parafernalia de capirotes y demás grotesco vestuario de nazarenos y penitentes, incluido un desfile colegial de niños ataviados con trajes legionarios, fusiles simulados y entonando “el novio de la muerte”, resulta bastante paradójico la fidelidad de tantos años al Dúo Caifás en estas “santísimas” fechas, alrededor de diez, motivo por el que en esta ocasión tocaba estar en lo que fue el decimocuarto aniversario de su particular Gira Crucis.


Por circunstancias que no vienen al caso, solamente quedaba una oportunidad tras el Jueves de Pasión, el Viernes de Dolores, el Sábado de Pasión, el Domingo de Ramos, el Miércoles Santo, el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Sábado Santo en que estuvieron actuando por Madrid, Cuenca, Elche, Alicante, Oliva, Burriana, Castellón y cuatro lugares en València. Y allí estuvimos, en la sinagoga valenciana del Loco Club durante el Domingo de Resurrección, donde una vez más observamos el creciente fervor y la incondicional devoción hacia los Sumos Sacerdotes Gilberto Aubán (Gilberstástico, Meridian Response) y Antonio J. Iglesias (Dwomo, Le Grand Miércoles…), seguramente los mejores embajadores que existen actualmente en el Planeta Tierra de la legendaria ópera-rock Jesucristo Superstar.

Con dicho templo repleto de feligreses dispuestos a gozar de una representación que, otra vez más, fue tan educada como libre de prejuicios y con oportunas dosis de humor, los dos Sumos y su Coral de Espinas exhibieron personalidad, espontaneidad y talento a raudales, siempre respetando la idea inicial de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, aquella que en España tanto molestó (y que sigue molestando) a las huestes ultras y retrógradas desde que se estrenó por Camilo Sesto junto a Teddy Bautista y Ángela Carrasco.
Tras la overtura llegó el primer momento lleno de emoción, con las dudas de fe en la “Canción de Judas Iscariote”. No faltaron los instantes de puro soul y gospel en “Simon Zelotes”, ni la mordaz “Canción de Herodes” o la intensidad del “Juicio ante Pilatos” y los “39 latigazos” en la Crucifixión. Eso sí, un año más se impuso entre todas la que solo por ella merecería asistir a esta tradición, el momento de «Getsemaní», con un Gilberto tocando la gloria eterna y llevándonos a su huerto. Estremecedor, de pelopunta cuando entona lo de “yo tenía fe cuando comencé, ahora estoy triste y cansado, mi camino de tres años me parece que son treinta y ¿qué más puede un hombre hacer?«
Por supuesto, el mayor de los suplicios merecería si no mencionase el divertido sarcasmo de los interludios de Antonio, con conexiones incluidas a Radio Galilea y un perturbador movimiento de su pelazo con el que todos los fieles (e infieles) presentes se regocijaron, así como la fundamental y habitual interpretación de la Magdalena con el vozarrón de Chelo Pons, una de las integrantes de la Coral de Espinas junto a Salva Aubán, y que, en esta ocasión, me pareció que tuvo mayor protagonismo al interpretar “Todo estará en paz”, “Es más que amor” y “Todo ha sido un sueño”.


Sí, lo podemos confirmar, un año más acabamos en éxtasis místico y espiritual, y otra vez se escucharon los gritos enardecidos de ‘Hosanna‘ o ‘Aleluya’ entre la concurrencia. Bendito siempre sea el Dúo Caifás porque su luz llega a un mundo cada vez más decadente, cada vez más deshumanizado, más lleno de ultras y de penumbras, más fóbico y más despectivo con los migrantes, los vulnerables y los más débiles. Esperando ya con ansia el XV Gira Crucis.
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