
Reseña y crítica sobre North Mississippi Allstars y el álbum ‘Still Shakin‘.
… un disco de blues tradicional, pero que suena actual, y que está repleto de muchos ingredientes que lo hacen muy apetecible: rock, country, folk, funky, hasta alguna pincelada de jazz rock…
Han pasado 25 años desde que publicaron su primer y exitoso disco, «Shake hands with Shorty», y los hermanos Dickinson dicen de «Still Shakin», el nuevo álbum de North Mississippi Allstars, que es una especie de homenaje a ese trabajo, y también a toda su trayectoria.
La verdad es que no les falta razón. Quizás no en el sonido, porque su primer disco era más primitivo y arisco, y Still Shakin’ es mucho más abierto y amable en cuanto a sonido. Pero sí en la libertad que transpiran ambos. Este último parece sacado de una fiesta entre colegas músicos tocando en el garaje, y no es sólo por la gran cantidad de invitados, muchos de ellos con apellidos ilustres, que colaboran; es sobre todo por el espíritu de improvisación y libertad que desprenden los temas. En líneas generales, es un disco de blues tradicional, pero que suena actual, y que está repleto de muchos ingredientes que lo hacen muy apetecible: rock, country, folk, funky, hasta alguna pincelada de jazz rock.
La formación actual del grupo la conforman Luther a la guitarra, Cody a la batería, Rayfield “Ray Ray” Holloman al pedal Steel, bajo y teclado, y Joey Williams de los Blind Boys of Alabama a la voz, guitarra y bajo. Aunque como dicen los hermanos Dickinson, North Mississippi All Stars es un grupo en continuo movimiento, que puede cambiar a sus integrantes en cualquier momento. De hecho en sus conciertos fuera de los Estados Unidos los únicos miembros que participan son ellos, como hemos podido comprobar en sus conciertos de la última semana por toda España.

Aunque está claro que son un grupo absolutamente fiable en directo, hay que decir que en su discografía hay algún altibajo. A mí de hecho su disco anterior, «Set Sail», me dejó bastante frío. Pero está claro que su nuevo trabajo es otra cosa, un gran disco, muy variado y disfrutable. Y, a pesar de tener muchos colaboradores invitados y muchas versiones, suena compacto y unitario. Además gana con cada escucha, que no es algo demasiado habitual en los tiempos que corren.
El disco se abre como un huracán con la versión del «Preachin’ Blues» de Robert Johnson, una frenética, nerviosa y muy original revisión del clásico. Ya en esta primera canción podemos ver lo compenetrados que están, y que no nos hallamos ante un trabajo autocomplaciente.
«Stay All Night» es una versión muy libre del tema de Junior Kimbrough, con un aire a Jam band muy disfrutable, y en el que brillan especialmente Joey Williams a la voz principal y Robert Kimbrough, hijo de Junior, a la voz y a la guitarra. «My Mind is Ramblin» es un tema tranquilo y reposado, donde revisitan otra vez a Junior Kimbrough. Ahí Sharisse y Shontelle Norman se lucen a las voces, en una canción que parece que sirva de respiro antes de la tempestad sonora que se avecina.
«Pray For Peace» es una relectura de su propio tema con ese título de 2017, pero con mucho groove y más bailable en otro de los puntos álgidos del disco. En «KC Jones (Part II)», tema original de Walter “Furry” Lewis, tienen a JoJo Hermann de Widespread Panic a la voz principal y el bajo de Grahame Lesh, hijo del gran Phil Lesh de los imprescindibles Grateful Dead a quién va dedicado el disco. Es otro temazo que te deja pegado al altavoz.
La canción que da título al disco es «Still Shakin», un tema propio en el que cantan, de maravilla, Cody y Joey Lewis. Tiene aire muy funky, metido en un cuerpo de canción de Rock sureño clásico. Destaca Duwayne Burnside, hijo de R. L. Burnside, a la guitarra y voces. Precisamente de Burnside está la versión de «Poor Boy», bailable y cachonda, donde su hijo lleva la voz principal y aporta esa sonoridad suya tan funky a la guitarra.
«Don’t Let The Devil Ride» es un blues tradicional al que los arreglos de Joey Williams le dan un aire a Jam session, un tema largo en el que todo el mundo tiene su espacio para lucirse, y en el que destacan la voz de Joey y el Pedal Steel de Kashia Hunter. «Write me a Few Lines» es una version del clásico de Mississippi Fred MacDowell, y parece una improvisación maravillosa con un Luther muy brillante con el slide.
El disco baja un poco de revoluciones con los dos últimos temas. «John Henry» es una versión de Walter “Furry” Lewis, una balada country folk muy tranquila y acústica, que nos habla sobre trenes y mujeres. Por su parte, «Monomyth (Folk Hero’s Last Ride)» es un bonito instrumental de Luther, evocador y relajado. Una manera suave de despedir un disco de muchos quilates. Un disco en el que Luther y Cody vuelven a demostrar que cuando quieren no tienen rival.
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