Conciertos

Lo cierto es que no habría mucho que decir sobre algo que algunos (o bastantes) intuíamos. Al menos para el que suscribe no había margen de dudas. Era la quinta o sexta vez (pierdo la cuenta a través de las décadas) que los veía en directo y todo apuntaba que tanto el aviso para navegantes como la lógica se iban a imponer una vez más.

Algunas palabras, algunas frases, algunas exclamaciones antes, durante y después, tales como magia, grandeza, catarsis, sentimiento, emoción, otro nivel,…, de un nutrido y apreciado grupo de “fisherman-friends” que no se quisieron perder la actuación, quedaron perpetuamente grabadas en la memoria.

Allí, en una sala del Palacio de Congresos de Valencia que se transformó en Spiddal, hubo eso y mucho más. Otra vez Mike Scott y su banda rozaron la perfección, bebieron la pócima de la eterna juventud y se mostraron incombustibles, pletóricos,… De la introspectiva “Strange boat” en estos “extraños tiempos” que nos ha tocado vivir al alegre encuentro con las raíces tradicionales del “Raggle taggle gypsy” pasando por momentos épicos y estratosféricos con un “This is the sea” que se fundió a una versión del “Come live with me” de Ray Charles que dejó noqueado a buena parte del personal, o un “Don’t bang the drum” de levitación, pero sobre todo fue un paseo por las habitaciones, estancias y aposentos de Spiddal, recordando la mayoría de las “fisherman-songs”, aquellas que convirtieron las cepas del rock, del celtic soul y del folk en proezas.

La nota digamos discordante en la que coincidimos la mayoría de amigos que allí nos pudimos reunir fue la de cierta parte del sector del publico “remembero” valenciano que, en pleno efecto purificador que ofrecía Mike Scott, se dedicó a vociferar el título de viejos hits de la banda, acaso ignorando lo que era aquella cita o acaso no teniendo en cuenta que The Waterboys poseen mucho más que cuatro o cinco canciones, un detalle que en cierto modo molestó a Mike Scott por sus palabras y que, sin alardes de resentimiento por ello, continuó en la línea diseñada para el evento. Y es que lo que no está nada mal de rememorar con frecuencia es que The Waterboys supone bastante más que recordatorios de nostalgia o que medios de comunicación y sectores rockeros o indies que los ningunean a través de los tiempos. Se mantienen firmes, a nivel de estudio y en directo, con una impoluta trayectoria de décadas que, a mi gusto y juicio, supera a muchos tótems intocables de la historia del rock.

Desde este espacio se recomienda la lectura de otras crónicas en esta «astral week» de la gira de Waterboys en el actual 2013 que, cual si fueran apasionadas epopeyas, han realizado grandes amigos de este lugar (pinchad enlace sobre cada título):
Setlist para el recuerdo: 
1. Strange boat 
2. Higherbound 
3. You in the sky 
4. A girl called Johnny 
5. Girl from the North Country (version de Bob Dylan) 
6. Stranger to me 
7. When ye go away 
8. Tenerfootin’ 
9. When will we be married? 
10. Come live with me / This is the sea 
11. The raggle taggle gypsy 
12. We will not be lovers 
13. I’m so lonesome I could cry (version de Hank Williams) 
14. Blues for your baby 
15. Sweet thing (version de Van Morrison) 
16. Fisherman’s blues 
Bises:
17. Dunford’s Nancy 
18. The whole of the moon 
P.D.: este post está dedicado a mi Chef y a mi Reverendo preferidos, confesores habituales de mis pecados, que por motivos personales importantes no pudieron asistir finalmente. Porque ellos sí que saben que Mike Scott y los Waterboys son palabras mayores, juegan en otra liga y están en otra dimensión.

* Este artículo fue publicado originariamente aquí: Espacio Woodyjaggeriano.



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