Se habían agotado las entradas y entonces sucedió el milagro. Por San Vicente Mártir que sucedió. En realidad no creo que influyera el mítico clérigo mañico y patrón de Valencia, o quizás sí. Acaso el mayor influjo fuese realmente del mago Savoy pero, sea como fuere, lo que está claro es que la buena noticia se gestó definitivamente durante las vísperas de ese día festivo en el que la capital del Turia honra al mítico santo.
Vamos con el milagro sucedido en la sala madrileña «El Sol« durante la velada del 21 de enero del año 2014. Los Redd Kross, dispuestos a repartir candela y reivindicarse en ese retorno a la primera línea, con su íntegra dosificación a la hora de publicar, una primera línea a la que muy pocos llegan con el arte de estos tipejos tan majos. Y allí estaban, continuando la promoción de su flamante “Researching the blues”, uno de los 5 mejores discos del 2012 para el que suscribe.
No hubo sorpresas negativas con los McDonald y, como se preveía, la decepción brilló por su ausencia hasta en el más pequeño detalle. Se repitió de forma bastante similar la experiencia de la última gira (véase la crónica del año pasado titulada “Redd Kross, el crecepelo más milagroso del mercado” pinchando sobre el enlace), una experiencia místico-espiritual acaecida en diciembre del 2012 por la que el punk, el glam, el power pop más contundente y la beatlemanía más melódica se dieron la mano en un acto de buenrollismo underground que dejaron al respetable con una sonrisa de oreja a oreja.
De su período más lozano y semi-punk recuperaron “Cover band” así como la nacida para ser inocente “Linda blair” y las neuróticas “Peach kelli pop” o “Frosted flake”. Entre las versiones “Blow you a kiss in the wind”, el candoroso éxito de Boyce and Hart en 1970, el temazo “Deuce” de Kiss o el “Pretty please me” de los Dickies que elevaron la temperatura hasta el punto de que algún miembro del distinguido público tuvo deseos de despojarse de las prendas que cubrían su torso a pesar del frío invernal que esperaba fuera de la sala.
Respecto al arriba mencionado último disco cayeron misiles como “Researching the blues” o un “Uglier” con el bajo Steven poseído por el Belcebú más rocanrolero, así como las contagiosas “Stay away from downtown” o “Choose to play”.
Sin buscar nuevos horizontes más maduros, con sus canciones frescas e inmediatas que seguirán sonando igual de bien dentro de veinte años y que a buen seguro reconocerán muchos de nuestros nietos como grandes clásicos, allí dejaron su impronta los Redd Kross, modernos como nadie e imbatibles en esto que se llama rock aunque no gocen de la mayor popularidad. No hubo sorpresas y sí un milagro, ese suceso inexplicable y extraordinario, acaso divino, por el que las contundentes y pegadizas melodías de los hermanísimos angelinos se inoculan en el sistema neuronal de los que valoran su legado produciendo un asombroso efecto regenerador. Nos gustan mucho Redd Kross, y eso se ha de hacer notar.
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Somos unas locazas de los Redd Kross… inolvidable velada brother, qué bien los pasamos, y qué bandaza!!!
Yo lo he asumido con dignidad, brother. ¿Qué passsssssa? ¿Pasa algo? Somos locazas de la Redd Kross. Oye, y a mucha honra.