Críticas Discos Especiales

Es difícil hallar en los anales de la historia un año como 1997 donde la perfección melódica alcanzó cotas insospechadas. A los hechos me remito si cito obras maestras inagotables y vitalicias de la talla del “Ok computer” de Radiohead, del “Marchin’ already” de Ocean Colour Scene, del “Kontiki” de Cotton Mather, del “Show World” de Redd Kross, del “Songs from Northern Britain” de los Teenage Fanclub, del “Still Burning” de Mike Scott (supuestamente en solitario sin sus Waterboys), del Sound of lies de los Jayhawks, del “Blue sky on mars” de Matthew Sweet , del “I can heart beating as one” de Yo La Tengo, del “Joya” de Will Oldham,…, e incluso hasta Bob Dylan se sumó a la fiesta melódica con su espléndido “Time out of mind”. Cada uno en su estilo, cada uno en su parcela, sin rivalizar, unos más, unos menos, pero todos ellos con la melodía más orfebre por bandera.

Para valorar en su justa medida la grandeza del Sound of lies no hay más remedio que hablar de datos biográficos y de momentos puntuales cronológicos sobre esta fundamental banda americana de Minneapolis, la ciudad más poblada del estado de Minnesota. Y es que el futuro no pintaba prometedor para los JAYHAWKS a pesar de haber facturado dos maravillas nunca suficientemente admiradas, reverenciadas o reivindicadas como “Hollywood town hall” y “Tomorrow the green grass”, del 92 y del 95 respectivamente. A Mark Olson, fundador de la banda, no le agradaban muchas cosas acerca del éxito y del negocio que rodeaba el mundillo musical pero sobre todo dejaba estos menesteres para dedicarse al cuidado de su mujer, afectada por una enfermedad neurodegenerativa. Por otra parte Gary Louris, el otro líder, compositor y vocalista, tampoco pasaba por su mejor momento personal debido a la separación y divorcio con su esposa aunque finalmente decidiría la opción de no tirar la toalla y asumir el mando.
THE JAYHAWKS - (1997) Sound of lies - B

Se diga lo que se diga sobre Sound of lies, desde poco reconocido a disco de transición o caprichoso por parte de su principal compositor, es a mi gusto y juicio la gran obra de Gary Louris como artesano autor, la más profunda, la más sensible, la de mayor madurez lírica. Ojo, con ello no digo que es el mejor trabajo de los Jayhawks (o quizás sí), soy de los que piensan que el disco más sobresaliente de esta banda es el que se está escuchando en el preciso instante de hacerlo, el que suena en tiempo presente. Es lo que tiene una discografía ejemplar, sin morralla, esa que abandera la mejor escuela emocional.

Nunca mejor dicho pues, el también arquitecto Gary Louris proyectó de forma introspectiva en su característico estilo musical las circunstancias personales de aquellos momentos, haciendo gala de una importante inclinación por la filosofía existencialista (a tener en cuenta su reconocida admiración hacia escritores como Unamuno). Al sabor agridulce, entre épico y melancólico, de sus composiciones, se añadiría una excelente producción y una elaboradísima retahíla de arreglos, tanto de coros como de complementos instrumentales por parte del bajista Marc Perlman, de la teclista Karen Goteberg, de la violinista Jessy Green, de la guitarra de Kraig Johnson o de Tim O’Reagan a la batería (al loro este último como compositor y voz solista enBottomless cup), y que vinieron a demostrar por parte de todos que el concepto de banda como tal se hallaba vivo y activo.
Los “nuevos” Jayhawks abrían fuego para el Sound of lies con un temazo irresistible y arrollador gracias a su aumento gradual de intensidad. Amar la vida, vivir un sueño tan real escuchando un millón de historias. Difícilmente se puede superar una exquisitez suprema como ese primer corte titulado The man who loved life”
THE JAYHAWKS - Think about itA partir de ahí todas y cada una de las canciones que comprenden este “engañoso muro de sonido” comienzan a inocular su virus, a generar por ese contagio una intuición que crece en cada audición, la de necesitar un disco impecable con su original y mágico cóctel de pop y de country-rock, de esos que llegaron, se quedaron y ahí estarán hasta el día del juicio final.
Problemas, lamentos, no todo en la vida es alegría, no todo en la vida es de color rosa, como en la maravillosa Trouble que probablemente contiene las claves del por qué, del cómo y del cuándo, unas claves que llevan consigo aprender a convivir con los inconvenientes y con las dificultades, a la búsqueda del sonido más dulce y del día más reluciente.
La grandeza de Think about it” es tan nítida que no hace falta traducirla para adivinar que es un examen de conciencia. Ídem de lo mismo se podría decir de Poor little fish, de la que por cierto me atrapan esos coros en falsete tan setenteros.
Por su parte hay tres temas que todo parece indicar un enfoque hacia la pareja. Si It’s up to you no es ningún reproche sino más bien una respuesta a la mujer amada, Haywire aparenta más una explicación mientras que Stick in the mud resulta un ruego, en conjunto algo así como las dudas frecuentes que suelen acompañar la ruptura con un ser querido.
THE JAYHAWKS - Big Star

Big Star merece un punto y aparte. Ser una gran estrella algún día, la canción que podría haber sido un hit por sus connotaciones más comerciales. Me inclino a pensar que pudiera tener que ver con las apreciaciones de Mark Olson antes de dejar la banda y, aunque el tema de marras no tenga parentesco por resultado, en cierto modo parece también un homenaje de fondo hacia el mítico «So you want to be a rock ‘n’ roll star?» de los Byrds por contenido similar o hacia la banda de Alex Chilton por el título del mismo, ambas al fin y al cabo son algunas de las referencias destacables del sonido de los Jayhawks.

El toque más sobrecogedor del disco, se podría decir incluso que dramático, es Sixteen down. Para colmo cuenta en los coros con el gran Matthew Sweet, cosa que de entrada podría resultar suficiente para considerar que estamos ante una notabilísima melodía. Y por supuesto dejo para el final mi preferida Dying on the vine, porque siempre hay una preferida, qué temazo más entrañable y más exquisito, cuánta clase posee este introspectivo cántico al miedo y a la soledad.
No hay mejor sonido que el que es sincero, con mentiras o con lamentos, el disco al que más recurro de una de mis tres bandas favoritas de los últimos veinticinco años, se dice pronto. En el muro donde los Sound of lies colisionan y se producen ecos está la muestra de que es un trabajo imperecedero. Jayhawks!!!

  * Artículo publicado originariamente aquí: Espacio Woodyjaggeriano.

 

THE JAYHAWKS - (1997) Sound of lies - A
The Jayhawks – «Sound of lies» (1997) – 10/10
1. The Man Who Loved Life / 2. Think About It / 3. Trouble / 4. It’s Up to You / 5. Stick in the Mud / 6. Big Star / 7. Poor Little Fish / 8. Sixteen Down / 9. Haywire / 10. Dying on the Vine / 11. Bottomless Cup / 12. Sound of Lies



4 respuestas

  1. ¡Qué cierto que el mejor disco de los Jayhawks es siempre el que estés escuchando, porque todos sus discos emocionan! Aunque yo soy un poquito más de Gary Louris.
    Agradecerte una vez más darme a conocer este gran grupo a raíz de conocer tu blog y comentar en él.
    Espero que disfrutéis de su directo en esta minigira por estas tierras.
    Y desear que vuelvan a sacar nuevas canciones, que no se hagan rogar mucho, aunque me parece que sus reuniones van a ser solo temporales.
    Fuerte abrazo.

    1. Fue un placer. Hay personas por las que siento un aprecio y una fraternal conexión cósmica difícil de explicar y tú eres de ellos. Sí, hay ganas de nuevas canciones de los Jayhawks, de esas que serán las mejores cuando las estemos escuchando. Recíproco fuerte abrazo y gracias por comentar.

  2. Digo lo mismo, cuando el grupo o la música son buenos, lo mejor es lo que oyes en ese momento, es imposible decantarse. Muy buena reseña tocayo, ideal para una tarde de verano. Abrazo!!

    1. Así es, apreciado tocayo. Jayhawks son ideales para cualquier estación pero en verano dan la sensación de ser más refrescantes con el bochornoso calor. Gracias por lo de la reseña. Abrazo fuerte, crack.

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