Críticas Discos

Felicidades «Timmy», que  ya serás treintañero en este 2015. La segunda de las tres masterpieces de estudio que los de Minneapolis dispensaron del 84 al 87. Que ya importé desde espacio propio, cuando este querido Exilio andaba en pañales, el disco que antecede al de hoy y, no se dude (la intención al menos), otro día le tocará a «Pleased to meet me».
¿Qué explicar sobre lo que esta formación representa para quién suscribe?… La sal de la vida: no la mejor banda (ni de lejos) pero si, aún con los Groovies haciendo el ceda en el cruce, la que más mola… «Bandas que molan», ja… Entrañables no-perdedores que aún con su innegable reconocimiento y fama (posterior mayormente)  no gozaron o gozan en plenitud de la repercusión  o dimensión que sus aguerridos fieles les otorgamos. Obviamente el tiempo, único juez válido al ser la única constante cierta en la ecuación de la puta vida ésta, pone las cosas tarde o pronto en su sitio. Hoy tenemos claro que los mentados Flamin’ Groovies fueron gigantes, Big Star imprescindibles, el estreno de Television es la panacea o (por ejemplo también) los inicios de Cheap Trick la repolla al cubo… Y todo lo que caerá de maduro, en algún momento, por supuesto. Sin embargo, aunque pueda sorprender visto hoy, esas bandazas sugeridas a modo ejemplo (de tantos posibles) y sus grandiosas referencias han tenido que ser perentoriamente sostenidas en tiempos y espacios por la persistencia de algunos sectores de la prensa musical que, mira tú, a veces sirve de algo y ha logrado que su llama siguiera incólume al olvido y, por pura insistencia, hasta lograron que ésta se repotenciara hasta grados icónicos. Y, soltado  lastre, en esas latitudes de razonamiento que ya hace apreciable tiempo habita (como también lo vienen haciendo Feelies, Go-Betweens y hasta los queridos Redd Kross a modo nuevos ejemplos… tema de «esperen su turno» en la historia, vaya) la, hoy resucitada y acojonante, formación liderada por Paul Westerberg.
The Replacements… La banda que «cuando se cruzaba con una puerta de bar abierta veía como la puerta del éxito masivo se les cerraba de golpe en las narices». Eran punks, high energy, pop, garajeros y no se cuantas cosas más… Si los REM ochenteros y la familia ramonera se hubieran fusionado en un solo ente creativo esto que vendrían a ser los Mats de marras. Tenían el gancho, la inmediatez y pegada de los segundos y la sensibilidad melódica, evidentemente clásica, de los primeros (en aquellos tiempos)… Solo que, claro, parecía que les importaba todo una hez o menos (y en su caso de pose cero… estos llevaban el hedonismo al límite y cual inesquivable mantra). Una pena, en ese sentido y aún admitiendo que de no ser así, por lógica, no hubieran sido ellos del todo… Que ser «cool» está fetén, sí, pero un poco más profesionales y a saber si hubiera existido la eclosión del grunge (en el que se cagan a cualquier nivel), por ejemplo y mismamente dado que malditas las faltas. Pero menos rollos, perdón (imposible no emocionarse uno con estos -tan concienzudamente- desarrapados de por medio), y a por el disco de cabecera de entrada.
«Tim» es, ante todo, la continuación lógica del también imprescindible «Let it be» del año anterior. Disco aquél en el que, como es bien reconocido,  ya dan el paso de gigante definitivo a nivel compositivo desde sus dos trabajos iniciales (aunque es aquí justo referir que ya del segundo al primero, y aunque a muchos nos gusten todos -aún a distintos niveles-, la evolución se viene fraguando de manera evidente). El disco de «Left of the dial», donde el mismísimo Chilton -quien también les echara algún que otro cable en la grabación- colabora en los coros, poca guasa… Es empezar «Hold my life» (Oooo well, well, well…) y la sonrisa, inevitable y cómplice del que comulga a fuego, ilumina los más oscuros rincones. Esto es rocanrol. Gamberro, descolgado y sin imposturas ni ínfulas a caber. Tiene/n (que esto es el juguete de Westerberg, mayormente no nos engañemos) una composición pop-rock de guitarritas cojonuda y te la escupen en la jeta, con la risa y sin miramientos… Y además es así como consiguen que más les quieras, los muy cabrones. Un tema de personalidad en lo que se dispone (musicalmente, para el caso) y en definitiva: se tiene o no. El sonido austero y áspero, innegociable, de las cuerdas de los Stinson y el marchamo de Mars (que además da segundas voces entre tambores y platillos), envolviendo el registro (en la intersección de la chulería y el desgatiñe) tan ubicable del front-man, lo tenía a quintales, «que me lo quitan de las manos»… Así, «I’ll buy» sigue la senda iniciada con su propuesta que oferta, en las rasgadas formas habituales, un blues rock de manual que disfrazan de putanga punkie de los más arrastrado… Para dejar paso a una «Kiss me on the bus» más abiertamente popera, con su emblemático chorus y su más concreta (y melosa) melodía. Y así, como pidiendo «disculpas», te plantan esa «Dose of thunder» que parece haber secuestrado a los Simple Minds en el garaje más húmedo y cochambroso para despojarles de toda su «aorista» épica revienta estadios, esa de piruletas y algodón de azucar, para convertirla en orgullo del exabrupto bendito y el santísimo escupitajo reconsagrado… Recordemos que los Mats molan más que nada y que no existen -nada más lejos- para que se les ponga una tarima y nos los quedemos mirando («oh, qué divinos que son») sino, básicamente, para que te cachondees y lamentes de todo junto a ellos entre distorsiones y cervezuelas mil. Que el tema tiene truco, por supuesto y aunque maldito sea lo que nos importa, tras ese proceder tan atropellado suyo (aunque se irá matizando con los años,  obvio) hay un hacedor de canciones de corte clásico fuertemente influenciado por los grandes de antaño (Westerberg, si se analiza un mínimo, te pasa de Berry a los Beatles, pasando por la Gran Estrella o los mismos Ramones como quien se rasca el badajo si tiene el día medio bueno). Por esas rematan la primera cara con una muy breve, ligera y guatequera «Waitress in the sky» que es algo así como su revisión country particular y esa tan bonita virguería de «Swingin party«, producida por Tommy Ramone y que es la revisión crooner de Westerberg adherida a su particular manera de entender esto del rocanrol…Sí, ya descubriremos después, merced a una carrera en solitario siempre presta a ser reivindicada (y altamente apreciada por muchos entre los que, es de cajón, se cuenta humilde servidor), que el tío sabe tocarte -y mucho- la médula al bajar voltajes… Pero eso, en efecto, ya es otra historia y lo dejamos para otra jornada.
Y para arrancar la B side, que no podía ser de otra forma (se ve venir de tan lejos, en realidad…), el volantazo es de órdago. «Bastards of young» es puro berreo y fanfarria eléctrica. Una de las canciones más conocidas de la formación. Emblemática en formas… al menos mientras quieren, que ahí está esa despedida -no exenta de sentido, para quien lo quiera aprovechar a colación de lo que se viene a significar- con los «Take it, it’s yours» como a modo: «ya no hemos cansado de esto, a otra cosa…». E impagables, ciertamente, tanto el rechazo a la administración Reagan a la que apunta como el «video promocional» enfocando el bafle todo el rato (cuenta la leyenda que ya se había bebido lo cobrado para tal fin muchos días antes de siquiera concretar un día para la grabación). Más verbena en cualquier caso, sigamos, con «Lay it down clown» que es puro rocanrol clásico, piano intermedio included, aún con su esquizoide proceder. Lo que nos dispone para «The Song»: «Left of the dial«. Seguramente el himno por antonomasía de la banda, así como la canción que más les define en última instancia: melodía electrificada, pasión a borbotones, sin preciosuras innecesarias y esa sensación de que si esto es fácil es únicamente porque ellos saben hacer que así te lo parezca… «Si no te veo en una temporada trataré de encontrarte a la izquierda del dial»… Que te fuiste de SF («creciendo en el bar») pero no para ir a LA… Cojonudo significante por la autodeterminación destilada del que hace algo por la devoción a eso mismo más que por la fama o reconocimiento que se pueda acaparar… Y no hay nada más «Replacement» que ello, está claro. Y aunque ello, de alguna manera, eclipse para siempre una magnífica «Little mascara«. Toda una melódica debilidad para quien suscribe (top 10 de la banda, en verdad y habiendo dejado ya más que cristalino lo que esta gente le supone al menda). Y para cerrar el chiringuito tiempo ya para la sentida «Here comes a regular«, con desnuda acústica (apenas aunque muy meritoriamente acompañada/subrayada) y antesala de esos temas, ya antes apuntados, con los que Westerberg nos deleitará en su -entonces todavía lejana- carrera en solitario.
¿Puntuación?. Para alguien más objetivo supongo que la cosa rondaría entre el notable más alto o la plena excelencia, aunque sin alcanzar el pleno total y absoluto… Para mi (y sé que no soy precisamente el único around the world) el tema es indebatible. Los Mats son puro way of life y trascienden a estrellitas y sesudas consideraciones. Se hicieron un hueco en la historia, aún borrachos perdidos la mayor parte del tiempo, a base de reinterpretar las formas clásicas del vehículo artístico que eligieron y hablándonos directamente, huyendo con ex profeso denuedo del vanal rockstarismo y con la única presunción real de pasárselo de puta madre a cada paso… Si, además, dejaron algunas canciones y algunos discos tan tremendos como «Tim» por el camino ya el tema, está claro, se torna en puro culto. No cabía ni cabe otra.


The Replacements – «Tim» (1985) : 10 / 10
01. Hold my life/ 02. I’ll buy/ 03. Kiss me on the bus/ 04. Dose of thunder/ 05. Waitress in the sky/ 06. Swingin party/ 07. Bastards of young/ 08. Lay it down clown/ 09. Left of the dial/ 10. Little mascara/ 11. Here comes a regular.

Por Guzz.

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6 comentarios

  1. Qué bien entiendo tu pasión por los Replacements, Guzz. Quizá "Pleased To Meet Me" sea mi favorito de ellos (fue el primero que escuché), pero "Tim" es otra joya de esta "banda que mola".

    Un abrazo.

    1. Es que, amén de ser fans a muerte, siempre pensaré que lo que hicieron estos y Hüsker Dü (matizando melodías desde la bronca del punk rock y el hard core, respectivamente) es imprescindible para entender todo lo que vendrá después. Les pilla todo en la intersección donde ya se va dejando de hablar de punks y new waves y empeza a asomar "la sombra alternativa", Recogen lo que les interesa de lo que conocen por generación y asientan las bases futuras del rock yanqui de guitarras mucho más allá de lacas y travestimos… Les faltaría quizá el elemento experimental, vale, pero para acabar de cerrar el círculo, ya aparecían por ahí también Thurston y cia al rescate… Gloriosos good times de narices, aunque nos tuvieramos que dar cuenta todos mucho más tarde.
      Abrazo Gonzalo por la gloria de Alex Chilton.

  2. 30 años de Tim (su disco de himnos). Ya dejó atrás (o no) la adolescencia… Conocer a los Replacements es quererlos y quedar enganchados a ellos de por vida. Citando al propio Westerberg: "Un grupo desaliñado de rock & roll que intenta oscilar entre la línea que separa la comedia de la tragedia". Les importaba todo un carajo pero la historia del rock de las últimas décadas no sería la misma sin ellos.
    Abrazos.

    1. Pues sí, Agente. Cuando se analiza, ni que sea de lejos, la bio del grupo te sobreviene la evidencia de que esta gente nunca se tomó demasiado en serio a si misma pero, aún y así, son refe y reverenciados por dios y la madre a día presente… Mucho es lo que se les debe, está claro. Además, mirando hoy el castillo y observando la mampostería, vemos claramente que, más allá de las pintas y el desinterés vitalicio que transmitían, queda una deconstrucción propia de formas y estilos remotos que no se la salta la mona Chita. Caos tan necesario como insaltable (e inobviable) lo de los Mats, en resumen.
      Abrazo, Coops !

  3. Uno de los grupos mas adictivos que han atacado mi cerebelo, tanto este Tim como Let it be son discos que no podía dejar, ¿Cual me gusta más??? no lo sé, me da igual…
    Una obra maestra compuesta de pelotazos uno tras otro.
    Abrazo.

    1. Me temo que tengo el mismo problema… Siempre pienso que mi favorito es el que antecede con claridad hasta que acabo de escuchar este "Tim" de marras (y atención a "pleased", que mantiene el nivel con solvencia -y cosa más bien chunga de lograr, en efecto-). Pocas bandas (pero pocas de verdad) me han arrastrado tanto a su juego como estos entrañables beodos de Minneapolis que cantaban sobre amígdalas, autobuses y diales en plena efervescencia del sleazy ochentero (con su poesía tan rica en matices del tipo "te la voy a meter nena" y similares). Adictivos hasta el desmayo y más allá siempre los Replacements, Mr. De Witt, yeah mister !
      Y abrazo guzzero !

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