Discos Críticas

Reseña y crítica de ‘High Stone’, álbum de Johnny Casino que se ha editado a través del sello Folc Records en España y Cheersquad Records en Australia.

… sus nueve piezas, inspiradas en Filadelfia y reunidas de manera conceptual, son de casta y enjundia, en una demostración de talento del que podríamos decir es un combatiente rocanrolero que va a su bola y que enganchan si se les presta la debida atención a través de sucesivas audiciones…

Johnny A. Spittles fue el cerebro, compositor y guitarrista de la histórica banda australiana Asteroid B-612, a la que mi querido Gonzalo Aróstegui ha defendido sin capa ni espada en diversos artículos, describiéndola como «un combo superior a (casi) todos los que en los años noventa practicaron rock and roll, debido a su electricidad desbordante y pasional en forma de una ‘high energy’, descendiente del Detroit de Stooges y MC5, pero que no olvida a Jimi Hendrix ni a Neil Young con Crazy Horse.»

Actualmente, conocido artísticamente como Johnny Casino, es un auténtico guerrillero de las trincheras del rock independiente que ejerce mucho más como tal desde que se instaló en la localidad marítima alicantina de Denia.

johnny casino high stone

Tiempo atrás, y al hilo del disco que nos ocupa, el de Sidney vivió en la ciudad de Filadelfia, concretamente entre los años 1997 y 2001. Realmente de ese período es la gestación de este «High Stone», donde en la portada aparece el legendario puente Benjamin Franklin y donde, muy particularmente a lo largo de su contenido, ahonda en el espíritu y la pasión de esas gentes y lugares que conoció en el barrio de Olde Richmond de la mayor ciudad del estado americano de Pensilvania.

A tener en cuenta que este artefacto sonoro, tal y como se menciona en su nota promocional, ha visto la luz tras múltiples obstáculos, agradeciendo muy especialmente a Jamie Mahon y a su banda The Apostles por haberle acompañado hasta finiquitarlo en España con la mezcla y masterización de Mike Mariconda.

Sus nueve piezas, inspiradas en Filadelfia y reunidas de manera conceptual, son de casta y enjundia, en una demostración de talento del que podríamos decir es un combatiente rocanrolero que va a su bola y que enganchan si se les presta la debida atención a través de sucesivas audiciones.

El disco se inicia con «Twenty Twenty (in 2024)» que, perfectamente, podría tildarlo como himno revolucionario para liberarse de las mentiras y de las cadenas en el camino. A partir de ahí, el amor comienza a asumir importancia, primero con una sonrisa que representa el sol del verano frente a los días grises y en ese sembrar día a día para que crezca el amor y que aparece en «If We Sow (Love Will Grow)». Después, los rompecorazones y farsantes como «Mr. FastGun», o los dias solitarios en «Postcards», junto al extraordinario instrumental «Make Hay While The Sun Shines» con el que llegamos al ecuador del álbum.

En la segunda parte, la introspectiva «Anchor» es como una charla consigo mismo, evocando recuerdos y con el tiempo como ancla. Se cruza la avaricia y el egocentrismo como lanzas de guerra de estos tiempos. Para que el amor prevalezca ante el miedo hay que evitar religiones, por ahí digamos que circula «Love Over Fear». De forma similar, como drogado, borracho o perdido en «The Ghost Train», hace nuevo acto de presencia un amor fácil, vivo y libre con el riesgo de pasar rápidamente a ser sucio y malvado.

Para colmo, de colofón una alucinante versión del glorioso «Eight Miles High» de The Byrds que hace comprender mejor el sentido y la grandeza de un disco que tiene todas las papeletas para convertirse en un estupendo maldito.


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