…capaz de evocar en primer lugar a bastiones australianos como Go-Betweens, Dom Mariani, The Church o The Clean, pero también a los Feelies, Tom Verlaine, Yo La Tengo, o los Modern Lovers.…
Que una banda de pop-rock se haga llamar DICK DIVER debería ser motivo suficiente para que se le prestase un mínimo de atención. Y es que no todos los días hallamos un grupo musical con el nombre del protagonista de “Suave es la noche”, la mítica y recomendable novela de Francis Scott Fitzgerald que data de 1934 y que con multitud de detalles autobiográficos cuenta la historia de los días de vino y rosas de un joven y prometedor psiquiatra junto a su paciente, frágil y esquizofrénica esposa.
Pero claro, el nombre no lo es todo. Conocí a esta banda australiana en el 2013 gracias a my Lord del Cierzo, con la publicación de su “Calendar days”, un disco que contenía algunas canciones de esas que son una requetechulada aunque cierto es que no acabé de conectar del todo a nivel de álbum. En esta ocasión fue escuchar el tema de adelanto “Tearing the posters down” como superpildorazo del Río Rojo y las alarmas se dispararon con un adjunto presentimiento, aquí había química, aquí iba a haber tela marinera.
Y efectivamente, la corazonada se cumplió. Ahora bien, más que tela marinera este delicioso y adictivo tercer trabajo de los de Melbourne es seda lisa y brillante, de raso para ser más exactos, pura orfebrería a la australiana. Y digo a la australiana porque si cerramos los ojos no suena a inglés ni americano aunque posea detalles que inevitablemente los aproxime a las dos principales cunas del pop y del rock.
A “Melbourne, Florida”, de forma similar este año con el también exquisito “Range axiety” de Twerps, se le puede calificar como un disco de jangle-pop, y afinando más como del Dunedin Sound neozelandés al ser heredero directo de esas melodías alternativas independientes que brillaron y se extendieron a partir de la década de los 80s y que en este caso es capaz de evocar en primer lugar a bastiones australianos como Go-Betweens, Dom Mariani, The Church o The Clean, pero también a los Feelies, Tom Verlaine, Yo La Tengo, o los Modern Lovers como referentes americanos, a efluvios de Fleetwood Mac o Belle and Sebastian como británicos o a propuestas canadienses más actuales como Jets Overhead con aquel excelentísimo disco del 2009 titulado “No nations”, quizás con el que más he hallado vínculos.
Compacto, homogéneo, con unos encomiables arreglos y una esplendida producción, este artefacto crece y crece tanto a pleno sol como a media sombra. Perlas como “Waste the alphabet” o la susodicha “Tearing the posters down”no deberían pasar inadvertidas, así como tampoco las líneas de bajo de Alistair Montford o el acompañamiento en el saxofón de Gus Rigby que facilitan la amplitud de miras de “Year in pictures”.
En cuanto al combinado vocal masculino y femenino (Alistair McKay, Rupert Edwards y Stephanie Hughes) en “Leftovers” es de fábula, al igual que en una onda más acústica la espectacular armonía de “Boomer class”. Mención muy especial también para la hipnótica “Percentage points” entre chasquidos de dedos. Qué temazo, leñe.
Algo más extravagantes se podrían tildar un “Beat me up (talk to a Counsellor)” que parece una broma y acaba creciendo en plan new wave o ese dulce pasaje instrumental titulado “Resist”. También resultan muy peculiares “Competition” con un perfecto acompañamiento de pandereta y el órgano de Mikey Young o un “Blue time” bien escoltado por la trompeta de Oscar O’Bryan. Cierra entre viento y teclas de piano una acapela con la voz de Stephanie que deja de lado la batería y brilla, si cabe aún más, en “View from a Shakey Ladder”.
DICK DIVER han progresado, fijo que emocionan a antiguos fans y puede resultar un gratísimo descubrimiento para nuevos admiradores con esta especie de tributo al lugar de nacimiento de Jim Morrison. Entiendo que es demasiado precipitado decirlo, que queda mucho por llover durante el año en curso pero “Melbourne, Florida” es sólido, consistente, tendrá hueco entre mis elegidos con posibilidad incluso de subir al pódium para recoger medalla gracias a esa telaraña que envuelve, abraza y no suelta.
* Texto: Juanjo Mestre. Publicado originalmente en el siguiente enlace del ESPACIO WOODY/JAGGER.
Pues lo tengo ahí, olvidado y se acaba el año, y no quiero que me pase como con Cracker el año pasado, no quiero arrepentirme de no escucharlo este año, pero tengo tantas deudas pendientes…. desde luego el post invita a la escucha.
Aun recuerdo aquel trayecto volviendo de la Konvencion destripando este disco, tiene momentos buenos, se nota que con tu bagaje y sapiencia musical verle hasta las últimas costuras debe producirte un gran placer. Aunque de momento me pasa com al King, le voy a dar unas cuantas escuchas más no sea que me pierda algo grande en este año tan excelso en lo que a obras que alegran la vida se refiere. Reseña que despierta de nuevo el apetito. Saludos my mestre-friend.
Es verdad, lo escuchamos al volver de Madrid en el coche. A ver, kamaradas, no es el caso de Cracker del año pasado, para mí aquel fue rotundo mejor disco del año sin posibilidad de debate, jejeje. Esto es otra cosa, un muy buen disco que va a entrar en mis 20 mejores casi con toda seguridad si no es que se presentan media docena por lo menos que considere mejores o se aproxime un tornado que arrase con todo. Para mí es una exquisitez que solamente podría ser parida de este modo en territorios australianos. Abrazos y buen finde.
Yo lo deje olvidado varios meses pero al final me metí con él y también se ha convertido en un disco de referencia en este curso, tremendas las voces y cuerdas.
Abrazos.
Bien lo sabes, mysuperfriend, es uno de los discos de este año. De esos que al recuperarlo no pierde, de esos que envejecerán bien, al fin y al cabo eso es lo que importa. Abrazos.
Pues lo tengo ahí, olvidado y se acaba el año, y no quiero que me pase como con Cracker el año pasado, no quiero arrepentirme de no escucharlo este año, pero tengo tantas deudas pendientes…. desde luego el post invita a la escucha.
Aun recuerdo aquel trayecto volviendo de la Konvencion destripando este disco, tiene momentos buenos, se nota que con tu bagaje y sapiencia musical verle hasta las últimas costuras debe producirte un gran placer. Aunque de momento me pasa com al King, le voy a dar unas cuantas escuchas más no sea que me pierda algo grande en este año tan excelso en lo que a obras que alegran la vida se refiere. Reseña que despierta de nuevo el apetito. Saludos my mestre-friend.
Es verdad, lo escuchamos al volver de Madrid en el coche. A ver, kamaradas, no es el caso de Cracker del año pasado, para mí aquel fue rotundo mejor disco del año sin posibilidad de debate, jejeje. Esto es otra cosa, un muy buen disco que va a entrar en mis 20 mejores casi con toda seguridad si no es que se presentan media docena por lo menos que considere mejores o se aproxime un tornado que arrase con todo. Para mí es una exquisitez que solamente podría ser parida de este modo en territorios australianos. Abrazos y buen finde.
Yo lo deje olvidado varios meses pero al final me metí con él y también se ha convertido en un disco de referencia en este curso, tremendas las voces y cuerdas.
Abrazos.
Bien lo sabes, mysuperfriend, es uno de los discos de este año. De esos que al recuperarlo no pierde, de esos que envejecerán bien, al fin y al cabo eso es lo que importa. Abrazos.