Reseñamos el último disco de Richmond Fontaine antes de su anunciada separación.
Como si aquellos Whiskytown de un jovencísimo Ryan Adams se hubiesen fusionado con los SonVolt no sé, a eso podríamos decir que suenan los Richmond Fontaine, a eso y a verdad, a pasión, a penas ahogadas en una fría jarra de cerveza, sonido pure and easy, sonido celestial, de otra galaxia…
Richmond Fontaine son de Portland (Oregón) y son un cuarteto que tocan eso que llaman comúnmente country-alternativo. Una música de belleza infinita, de carretera y manta, de noche, fogata y cielo estrellado. Desde 1997 la banda de Willy Vlautin nos ha ido dejando maravillas como el debut «Safety», «Post to Wire» del 2004 que hasta hoy mismo era mi disco favorito de la banda o el mismísimo «Thirteen Cities» de hace casi una década. Esos tres discos, creo yo, son exquisitos.
Nadie en su sano juicio debería dejar de escucharlos. Por el camino desde aquel lejano 1997 Vlautin ha ido cambiando de compañeros en Richmond Fontaine, se fueron Dave Harding, Paul Brainard y Joe Davis, para más tarde venir otros y quedarse como están ahora, con lógicamente Vlautin a los mandos muy bien escoltado por Freddy Trujillo (que llega desde el proyecto paralelo de Vlautin, The Delines), Sean Oldham y Dan Eccles. Sonaban muy bien, y tal vez con el tiempo a mi me parecen aún mejores.
«You can’t go back if there’s nothing to go back to» es si no me equivoco el décimo álbum de estudio de Richmond Fontaine, y ya os digo que desde el primer momento ese sonido americano suena sensacional, ese country tan de este milenio, tan de Wilco cuando se dejan de ruiditos y moderneces, como si Jay Farrar nunca les hubiese abandonado cuando compartían guitarras y cervezas en «Uncle Tupelo», como si hubiera formado parte de «AM» y «Being There» y el Foxtrot nunca hubiese sonado en aquel Hotel yanqui.
Como si aquellos Whiskytown de un jovencísimo Ryan Adams se hubiesen fusionado con los SonVolt no sé, a eso podríamos decir que suenan los Richmond Fontaine, a eso y a verdad, a pasión, a penas ahogadas en una fría jarra de cerveza, sonido pure and easy, sonido celestial, de otra galaxia, y además, en esta ocasión, cuentan con una acompañante de lujo, otra perla de Portlandia, cuentan a los teclados con Jenny Conlee de The Decemberists. Placer inmenso.
Los primeros acordes de «Leaving Bev’s Miners Club at Dawn» nos hacen sentir como en casa. Cómodos, cálidos, agustito total. Belleza y verdad absoluta. Entonces la voz de Vlautin aparece y nos arropa con su “Ain’t no use, oh it ain’t no use…Maybe some guys just ain’t meant to…”; … sonido clásico americano con todos los ropajes indispensables, con ese piano delicioso que hacen no sólo de «Wake up Ray» uno de los temas del disco sino también, y con total seguridad, uno de los temas del año, dejándonos ese poso, ese regusto a un Jeff Tweedy countryficado o a un Springsteen de vueltas con su rock embadurnado de romanticismo.
Una de mis favoritas es «I got off the bus» no sé si por tener esa estructura tan Mr.E (tan de Mark Oliver Everett) o simplemente por ser cojonuda y punto, porque pocos peros le podemos poner. Un temón. Y quiero parar un momento aquí y reflexionar: porqué no hay más discos como éste?, porqué no hay más verdad en el rock?, porqué no? aquí no hay pose, aquí hay alma, sinceridad y claro, hay mucha calidad, y no se entiende como Richmond Fontaine, ese Vlautin, no está en un altar santificado.
Dicho esto y escuchar «Whitey and me» hace que me santigüe después de secarme las lagrimillas. Maravillosa sin más. Belleza infinita en un tema para escuchar en un día lluvioso, copa de vino en mano, mirando al infinito mientras olemos a tierra mojada, como si el amigo Westerberg se calzase botas con espuela. Otra favoritísima de este grandioso disco es «Let’s hit one more place» con ese organillo tan dylanesco, tan feliciano de la vida.
Un tema trotón y simpático que enlaza con otro temazo descomunal que responde al nombre de «I can’t black it out if I wake and remember» el cual podría estar firmado por los Wilco sin ningún problema y meterlo allí, en aquel doble fantástico que es «Being There». el deje vocal sin duda recuerda muy mucho a Tweedy, tanto eso como la estructura de la canción. Llegamos al ecuador del disco con un tema precioso, un bonito tema semi-acústico donde Vlautin al frente de Richmond Fontaine lo borda, y es que en «Don’t skip out on me» encontramos countryrock con buen gusto, del que le gustaba a Keith en el Exilio, el de su amigo Gram Parsons.
Otra delicatessen más y ya no sé cuantas llevamos. Y seguimos con country, algo más fronterizo, algo más folk, y es que la sencillez de «Two friends lost and sea» quita el hipo, sencilla y enorme a la vez, y un final in crescendo, con órgano y unas trompetas magníficas. A partir de este momento el disco se vuelve algo más lento, algo más tranquilo, más de cantautor que de banda, pero claro, sigue siendo exquisito.
En «Three brothers roll into town» vemos al trobador folk y en «Tapped out in Tulsa» se perfila la sombra del mejor Ryan Adams, para rematarnos con la excelente «The blind horse», preciosa, hipnótica,… de ensueño. Antes de finalizar el disco nos encontramos con una joya llamada «A night in the city», un tema tremendo de esos por las que vale la pena hacerse con un disco. Un tesoro.
«Easy run» es la encargada de cerrar este increíble discazo de Richmond Fontaine, y lo hace dulcemente, con un piano que pone los pelos de punta, la piel de gallina, que estremece, que enamora, que nos señala a «You can’t go back if there’s nothing to go back to» como un grandísimo disco, como es y será, sin duda, uno de mis discos favoritos del año.
Richmond Fontaine – «You can’t go back if there’s nothing to go back to» (2016)
9/10
01.- Leaving Bev’s Miners Club at Dawn/ 02.- Wake Up Ray/ 03.- I Got Off the Bus/ 04.- Whitey and Me/ 05.- Let’s Hit One More Place/ 06.- I Can’t Black It Out If I Wake Up and Remember/ 07.- Don’t Skip Out On Me/ 08.- Two Friends Lost at Sea/ 09.- Three Brothers Roll Into Town/ 10.- Tapped Out in Tulsa/ 11.- The Blind Horse/ 12.- A Night in the City/ 13.- Easy Run.
Post aparecido originalmente en Nikochan Island por Nikochan
Bandcamp de Richmond Fontaine <LINK>
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Es de locura la cantidad de discos que aún tengo pendientes, este año no acabo ni aunque tenga 100 meses.
Un abrazo.
Cierto, pero este me puede,,,!!!Fasta tico post.
Lo he escuchado pero no con la dedicación que merece, Richmond Fontaine on unos unsung heroes de la música de las últimas dos décadas, y Willy Vlautin un gran creador de canciones. Gran reseña. Saludos y abrazos