Glyders - Forever (2025): vibrante, brillante y eterno.

5 de diciembre de 2025
Autor: David H. Molina 'Nikochan'.

Glyders reafirman con «Forever» lo ya escuchado en «Maria’s Hunt», que son una banda a seguir y a disfrutar, entregando un discazo de lo mejor del año.

Hace un par de años os hablamos, desde el Exilio, de una nueva y excitante banda que debutaba con una colección de canciones de esas que te hacen saltar la boina. Os contamos las bondades de Glyders, banda de Chicago formada por Josh Condon, Eliza Weber y Joe Seger, de tono retro y algo cósmico, y de pose sesentera, y por supuesto recomendamos su primera colección de canciones englobadas bajo el título de «Maria’s Hunt«, con «Hight Time» como bandera. Discazo absoluto y atemporal que desde ya, sino lo conocéis, tenéis que rescatar.

Este otoño nos trae la segunda aventura sonora de la banda, ese disco que tiene que reafirmar y dar un pasito más. Ese disco lleva por título «Forever» y una vez escuchado a conciencia, con atención y cariño, ya os podemos decir que no sólo está al nivel del debut sino que mejora cada nota de aquel, lo madura y le da nuevos bríos.

Sigue esa atemporalidad anclada un algo en el sonido de final del sesenta, tiene ese toque cósmico/lisérgico que tanto te hace pensar tanto en los Grateful Dead como en Rose City Band, pero en ocasiones notamos algo de boogie, algo de glam, algún deje a Marc Bolan, y es entonces cuando te dibujan una sonrisilla de felicidad.

Esa felicidad inmensa se convierte en magnetismo sobretodo cuando las canciones toman cuerpo y ritmo, y sobrepasan cierto minutaje. Como bien me apuntaba mi querido Juanjo Mestre es en esos temas largos donde más brilla la banda, donde encontramos tímidas incursiones y guiños nada disimulados al free-jazz incluso al krautrock de Neu o Can, pero también a esa neo-psicodelia que nos apasiona cercana a Spacemen 3 o a los vitales Brian Jonestown Massacre.

Glyders

La primera canción del disco, «Super Glyde», es una llamarada de boogie con purpurina, un lujazo! Ya solo por este inicio vale la pena darle unas vueltas al disco,. Nada que sorprenda pues es bastante continuista respecto al disco anterior pero con matices glameros y muy roncaroleros a partir del ecuador de la canción que, musicalmente, es un primor. Después del despiporre viene la dulzura con «Moon eyes», harrisoniana a morir.

La calma no dura demasiado pues llega como un ciclón una de mis favoritas del lote, llega «Stone Shadow» para acelerar nuestros corazones y llevarnos directamente a épocas pasadas salpicadas de notas lisérgicas en «Hard ride» y africanismos varios en la excelente «New Realm. «RTZ» es una calada marihuanera prescindible pero coqueta mientras que «Steeping/Tell me about the rabbit» nos dejan totalmente en cueros con sus casi ocho minutos de placer eterno, para cerrar con la delicada y galáctica «Thousand Miles», un disco que escucha tras escucha se convierte en favorito y esencial del año.