…su profundidad lírica y el concepto de una obra que arranca entre poesía de la perdición, renunciando a la apatía e indolencia… y que después hallará la peor tragedia suburbial en ese inmenso duelo que es “Tu nombre”...
A “Niño futuro” le podría pesar ser el posterior álbum tras la laureada “Paradoja”, pero con Berrio las comparaciones son odiosas o, cuanto menos, improcedentes. Claro queda que aquel anterior disco existencialista e inconformista, más cercano que nunca a Lou Reed, era inmejorable y, ahora, lo que de entrada podría despertar mayor atracción es ver por dónde van los tiros en su evolución aparte de, por supuesto, disfrutar de su irrefutable calidad lírica, seguramente el que mejor posee y aplica en lengua castellana a esto que llaman rock.
En el aspecto onírico, entre extravagantes criaturas y la negrura del universo es tremenda “El horror”. Como no podía ser de otro modo fluye la inspiración por esa querencia y atracción hacia la mitología griega clásica, esta vez sin el lado salvaje y lascivo de “En lo mórbido” que se incluyó en la antes mencionada “Paradoja”. Por ejemplo, en “Sísifo releva a Sísifo” el quimérico castigo de empujar cuesta arriba la mole de basalto parece aproximarse más a un reconfortante absurdismo del mito por Albert Camus que a La Odisea de Homero. Incidiendo todavía más en elementos filosóficos ahí queda como única salida “Abolir el alma”, un tema influenciado por textos del rumano Emil Cioran y donde participa Elena Setién en los coros.
Punto y aparte para “Niño futuro”, la copla que da título al disco. Impresionante. De esas canciones que te dejan apabullado, con el mundo en los ojos de un mozalbete en un sobrecogedor y alucinante catálogo de hombres y dioses que malviven revueltos, una lista que parece interminable y que es capaz de conseguir sonrisas en caras de embobamiento y conmoción. Y ya puestos, tamaña clasificación es ideal para ampliar el vocabulario en la jerga habitual del oyente además de estar perfectamente escogida su ubicación antes de rematar con ese asombro infantil de “El truco era un resorte”, con la que se acaba la magia.
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Da gusto leerte, Juanjo, me he hecho una idea muy precisa del álbum.
Un abrazo.
Estoy con él, y me está gustando claro, Berrio echa luz sobre su música y le da un barniz pop que contra pronóstico le sienta muy bien. Veremos como da en vivo.
Abrazos.
Me quedo paralizado cada vez que lo escucho, deberían de quemar todos los libros de historia de la música pop donde no aprezca Berrio. Sublime, abrazos.