Santi Campos en Bilbao

Conciertos

Santi Campos presenta en Bilbao ‘La Alegría’.

Emocionante velada, de las que uno necesita de vez en cuando, para recuperar coordenadas vitales y volver al camino…

Opina este escribiente que la presentación ayer en Bilbao de «La Alegría«, último y ya muy comentado proyecto musical de Santi Campos, merecía más público. Pero lo cierto es que finalmente nos congregamos en la sala superior del Kafe Antzoki solo unas pocas docenas de personas para presenciar la mentada presentación y disfrutar de una hora y media pasada de excepcionales canciones.

El impacto que este disco ha causado en un servidor hacía que me enfrentase al concierto como si de mi primera experiencia con Santi Campos en el escenario se tratase, cosa que no es así.

Era de esperar que se abordase el ambicioso «La Alegría» como setlist fijo del recital, y así fue durante gran parte del bolo.

La compañía de Herederos es crucial para conseguir el venturoso resultado artístico deseable resultante de la interpretación de este ramillete de canciones. El cuarteto acompañante se desenvuelve con solidez y cohesión, virtuosismo y carácter, arropando la voz y las teclas de Santi Campos e incluso conduciendo al protagonista por el buen y mejor asfaltado camino.

Es evidente que el sonido de Herederos recuerda a los Bad Seeds de Nick Cave en su prestación en estudio, pues les diré que en vivo esta sensación se ve amplificada, y ésto está desde luego lejos de ser un reproche, más bien, en mi opinión, se trata de una virtud, pues siempre está presente la personalidad de la banda, y son las canciones de «La Alegría» las protagonistas del concierto, y la envoltura sónica que proporcionan los músicos es la adecuada, muy similar a lo escuchado en el disco.

Santi se sienta al teclado y se cuelga la guitarra, y empieza a desglosar el disco en el mismo orden que ha sido registrado, habla y actúa menos que en otras ocasiones -tal vez la premura del tiempo, que siempre acosa a los músicos en esta kutxa beltza, o tal vez la concentración-, pero muestra una fe doctrinal en las canciones que hace que las haga más grandes en el fragor de la batalla del directo.


Furibunda «Ruido de fondo», reflexiva y triste una de mis favoritas, «Tatuaje», recitada y sin sonido «Enid Blyton», potente «Podría llover», cruenta «Un ángel», invisible o casi «Pueblo fantasma» ¿?, intrépida «Barcelona» (a pesar de un pequeño error en la letra), sublime, como no puede ser de otra manera, «Vino y diazepam»… y un momento mágico, casi místico en la interpretación de «Dos mujeres».


LLegamos al último capítulo de «La alegría» donde en lugar de los cinco cortes solo suena la maravillosa «Espejo» (otro momento sublime) y ese colofón pletórico de luz y esperanza que es «La Alegría».

El concierto de anoche me hizo darme cuenta de algo en lo que posiblemente no había reparado: «La Alegría» es sin duda el disco que más veces he escuchado este año. Tengo la costumbre (no sé si buena o mala) de no escuchar música de un artista o banda los días anteriores a un concierto suyo al que pienso asistir, de modo que hacía días que no pinchaba el disco, pero recordaba todas las canciones y las disfruté como si en lugar de unas semanas, llevasen conmigo años, y creo que eso es algo que no ocurre siempre y que dice mucho de estos temas.

Sonaron también algunos clásicos pretéritos que hicieron saltar chispas: «Flora y Fauno»«Arde»… pero ayer era el día dedicado a «La Alegría».

Emocionante velada, de las que uno necesita de vez en cuando, para recuperar coordenadas vitales y volver al camino, y en la medida de lo posible acariciar esa bendita y milagrosa cualidad del alma que es la alegría.
Por todo ello, la de ayer fue otra gran noche de rock and roll.


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