Discos Críticas

Nunca dejo de estar pendiente de lo que hace Neil Young. Puede perderse en proyectos de dudosa calidad y me da por pensar que le viene bien para que sus discos no vivan de expectativa alguna. Además estoy convencido de que esta actitud rebelde ante «el que dirán» dosifica a la perfección su capacidad para emocionar cuando menos se espera. Como ha sido el caso. No daba un duro por un nuevo disco suyo (a parte de sus ya copiosos rescates del baúl que siempre son bienvenidos). Desde el pildorazo que sus últimos discos no me han dicho gran cosa, The Monsanto Years casi lo consigue porque aun pienso que es un buen
disco con la peliaguda temática que le valió bastante antipatía incluso
entre sus fans, sin embargo el hecho es que no lo he vuelto a escuchar
desde el año de su edición. Algo que estoy convencido que no sucederá con este Colorado que me gusta a todos los niveles, hay buenas canciones que a la postre era mi principal preocupación.
Neil Young o lo que es lo mismo: El más grande, vuelve a reunir Crazy Horse esta vez sin Poncho Sampedro y con Nils Lofgren, un cambio que no tiene nada de controvertido ni misterioso y que ha surgido de manera natural. Frank no ha abandonado Crazy Horse porque él es y será Crazy Horse por siempre, simplemente no está en este disco, la edad no perdona y la gira de reunión de Tonight’s The Night hizo el resto. Y como quien se reune después de mucho tiempo con sus amigos de toda la vida, Nils se integra, es un grande que sabe al lado de quien está, humilde, honesto, nadie le tiene que explicar nada, y consiguen juntos el milagro de la amistad que no responde a lógicas y que sobrepasa el popular ‘el roce hace el cariño’ pues borran el tiempo transcurrido desde la última vez juntos en el estudio, esta vez la sombra que acució aquel lejano disco hace acto de presencia con la desaparición de su ex Pegi y su manager este mismo año. Pero si en Tonight’s la botella de whisky y la desesperación guiaron la grabación, aquí parece surgir la química entre ellos en una charla distendida entre copas de vino intentando arreglar el mundo y evocando viejos recuerdos. También es verdad según dicen, pues aun no he tenido ocasión de ver el documental titulado Mountaintop que sirve de crónica de la grabación del disco, que las sesiones de grabación tuvieron algún tira y afloja, más por un Neil Young en tensión en la búsqueda del sonido perfecto para Crazy Horse en unas condiciones un tanto adversas, así que más que whisky o copas de vino lo que si tuvieron fueron botellas de oxígeno, por la altitud de la montaña más que nada.
Podría estar horas divagando sobre Neil Young y lo mismo podría hacer con Colorado, me tiene cogido de las pelotas y eso me sorprende a estas alturas de la película. Entrar en comparaivas con otros discos me resulta empalagoso. Hay ecos de todas las épocas. Está el Young cercano al country y acústico en Think Of Me, que de entrada con su irresistible armónica me introduce de lleno, me rindo y me postro y me hace volver a pisar el hogar de sus mejores canciones.
Y que no os engañen, nunca recortaría She Showed Me Love con su fluir modal infinito, un canto a la madre tierra que precisamente ahora no podía faltar, un mantra, un cántico eléctrico exorcizante de tipi y fogata, donde parece derrumbar a golpe de distorsión los intereses creados de guerras y contaminación. También tenemos al Young al servicio de la nostalgia en Olden Days. Milky Way constata que el amor aparece como hacía tiempo que no aparecía en sus canciones, continúa romántico y sentimental sentado al piano en Eternity prima hermana de Harvest Moon, esta vez Hannah es la diva que inspira tan precioso canto a la vida en pareja. El hippie eléctrico garagero contra el sistema en Shut It Down hace honor a su apellido, no me puedo creer la edad que tiene este señor. Electricidad presente a lo largo del disco, magistral la tensión que logra en Help Me Lose My Mind y ya sólo por el caramelo Green is Blue valía la pena la edición del disco, es una auténtica joya digna de los años de gloria. Que grande los tiene con canciones como Rainbow Of Colours en favor del colectivo LGTB, por desgracia aún un gran tabú, al menos entre las reivindicaciones más granadas del rock. Cierra el disco una delicada I Do que me deja con las ganas de volver escuchar la armónica del principio y con la seguridad de que este disco crecerá y envejecerá tan bien como sus creadores.
Young será un abuelo cebolleta multimillonario lejos de su edad artística de oro, pero pocos pueden plasmar el amor verdadero de una manera tan transparente y sincera a través de su música cuando acierta, y por supuesto nunca nos defraudará a quienes vivimos con los pies pegados en la oscura realidad en la que poco a poco es más difícil vislumbrar esperanza en el horizonte. Es un gran disco vuelta a casa con Crazy Horse con todos los ingredientes necesarios, su voz, la que más ha desafinado en la historia del rock, lidera estas guitarras destartaladas y los coros borrachuzos de bar de la esquina con el habitual sonido garage de directo de aquí te pillo. Sí, es el mejor Neil Young desde Psychedelic Pill, este caballo loco de nuevo vuelve a catalizar las grandes bazas del maestro en un disco que seguro que el tiempo pondrá entre los mejores de su ya dilatada carrera. Larga vida a Neil Young y a los Crazy Horse.
Por Chals Roig


4 respuestas

  1. Lo he escuchado este fin de semana y desde luego no parece tener nada que ver con los últimos discos que ha publicado, bastante flojos en su mayoría.
    Abrazos.

  2. Mucho más fino que de costumbre. Continuo pensando que la píldora es superior, una percepción que sólo el tiempo puede aclarar. En todo caso aquí hay canciones marca de la casa.
    Abrazos

  3. Soy todo un manojo de nervios, hasta que no me haga con este su último trabajo no encontraré la calma. Magnífica reseña que creo hace justicia a la reciente trayectoria del canadiense, a veces un tanto tambaleante.
    Saludos,

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