Reseña y crítica de ‘By the fire‘, álbum de Thurston Moore.
…lleva por bandera la búsqueda de la dificultad en ángulos o rincones camuflados, y para ello escudriña en los desagües del free-jazz, del velvetismo, de la psicodelia y del krautrock…
Desde que comenzó su carrera en solitario, el ex de los Sonic Youth ha demostrado integridad y pericia en aras de hallar nuevos horizontes que mantengan viva la llama sagrada de ese rock alternativo que le caracteriza, cosa que, con mejor o peor resultado dependiendo de la obra en cuestión, le honra.
Por ello es de lógica pensar que Thurston Moore lleva por bandera la búsqueda de la dificultad en ángulos o rincones camuflados, y para ello escudriña en los desagües del free-jazz, del velvetismo, de la psicodelia y del krautrock. En cierto modo coincide con la visión vanguardista de Steve Wynn, especialmente en el resurgir de sus Dream Syndicate y su más reciente álbum, aunque cada uno en su universo y en su personal estilo.
Los bucles hipnóticos guitarreros y la creciente intensidad en la progresión son pautas que sobradamente lo distinguen, aunque en ese afán por experimentar e improvisar con el ruido no aparece mucho exceso en esta ocasión, detalle que, salvando la pacifista, integradora y espectacular «Locomotives«, hace más cautivador y con mayor amplitud de miras el desarrollo conceptual de todo el trabajo que nos ocupa.
Eso por ejemplo se percibe mayormente en los temas más extensos que superan los siete minutos, como en los contrastes de “Breath”, en las luces y sombras de la bellísima “Siren”, en “They believe in love (when they look at you)« y en la instrumental “Venus”, las cuales precisamente convierten a “By the fire” en un álbum de mucha durabilidad. Y es que un total de nueve canciones se reparten más de noventa minutos.
Por otra parte están las más asequibles y diáfanas: la inicial “Hashish” para sentir la dosis como refugio del alma, el single “Cantaloupe” para flotar a través de la piel mientras gotea la música purificadora y abrasiva por la espalda, las escenografías de “Calligraphy” y los corazones rotos de “Dreamers work” que, junto a la imagen de la portada, tanto me recuerda mi álbum favorito del larguirucho de Florida: el “Trees outside the academy” del 2007. Todos esos cortes están perfectamente ubicados entre los del otro bloque arriba mencionado, de forma que el disco no se hace cargante.
A pesar de lo anteriormente expuesto volvemos a una máxima habitual con esta leyenda del noise, la de que no resulta muy apto para aquellos que busquen material musical acuciante e inmediato, ni tampoco para los puristas, clasistas o talibanes del rock, que los hay por doquier aunque muchos no se reconocen. A gusto y criterio personal me parece claramente de los dos o tres mejores discos en la trayectoria post-sonic-youth de Thurston Moore, así como de lo mejorcito de esta añada. Se dice pronto.
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