Entrevista a Chencho Fernández sobre su trayectoria y muy especialmente sobre su disco ‘Baladas de plata’.
…el elitismo bajo cualquier premisa es inaceptable, y más si cabe a estas alturas de la historia. No recuerdo quién dijo que lo único que no se puede tolerar es la intolerancia. Estoy de acuerdo…
Con motivo de ‘Baladas de plata», estuvimos hablando con Chencho Fernández, de la que es hasta el momento su más reciente publicación discográfica, así como del amplio reconocimiento que ha obtenido, del presente y del futuro.
JJ: Hola Chencho. Un placer siempre charlar contigo en persona y un honor intercambiar impresiones sobre tu música en esta entrevista para el Exile SH Magazine.
CH: Encantado de responder a tus preguntas, Juanjo.
JJ: Las “Baladas de plata” se retrasaron, al final vieron la luz a finales del pasado mes de febrero y toda la ilusión de una gira promocional se fue al garete por coincidir con la pandemia. ¿Qué ha supuesto para ti este complicado año a nivel personal y musical?
CH: He estado confinado la mayor parte del tiempo y he salido poquísimo. Es cierto que el año se las prometía con una considerable actividad en cuanto a conciertos de presentación por toda España. Ya teníamos cerrada una primera gira con fechas en ciudades como Madrid o Bilbao cuando llegó el palo del primer confinamiento duro y la enorme incertidumbre que acarreó. Yo, que habitualmente vivo muy al día, esperaba además ciertos ingresos económicos que me permitieran cierta estabilidad, más que nada para seguir invirtiendo en mi profesión que, como sabes, es cara y exigente. Gastos de gira, ensayos, estudios, equipo, etc…además de lo estrictamente pecuniario, claro. Todo eso se ha ido al traste, pero, en mi caso, y para bien o para mal, estoy acostumbrado a recomenzar desde cero, aunque nunca es del todo así… Mi mayor aval es que siempre estoy componiendo y mi mayor satisfacción es la buena recepción que ha tenido el álbum.
JJ: Entre las “Baladas de plata” hay algunas canciones que no se pueden catalogar precisamente como baladas. ¿Por qué ese título?
CH: Recuerdo que estaba en el estudio y debíamos estar terminando de mezclar «Noche americana», o quizás fuesen «Un hit» o «Como se odian los amantes», salí a fumar un cigarro sólo y me vino a la cabeza el nombre de «Baladas», me hizo gracia pensar en un título autoparódico del tipo «Baladas de oro de…» como hacían antaño algunos cantantes melódicos en ciertas recopilaciones casi siempre algo casposas y como si yo llevara una larga trayectoria digna de un recopilatorio con semejante título. Luego me puse a divagar con que en lugar de oro fueran de plata, sin la pretensión del oro, y después me puse a exprimir las múltiples connotaciones de la plata y me gustó. También me hizo gracia abrir el disco con una tralla como «La fosa de las Marianas». Cosas del pensamiento dadaísta que a veces me asaltan.
JJ: ¿Te atreverías a decirme algún nombre que enviarías a La Fosa de las Marianas? Por cierto, un tema bastante rocanrolero.
CH: Opresores e hipócritas en primer o segundo plano y a pequeña o gran escala, desde empresarios a políticos corruptos y gente egoísta y elitista. El elitismo bajo cualquier premisa es inaceptable, y más si cabe a estas alturas de la historia. No recuerdo quién dijo que lo único que no se puede tolerar es la intolerancia. Estoy de acuerdo. Tras mucha reflexión pienso que la derecha más intransigente es, sencillamente, infame y aboca a los demás al sufrimiento. En la canción me permito la fantasía o la utopía de sacarlos del tablero, con trazo grueso, he de admitir. No doy nombres porque ellos esconden sus nombres. Es un principio y una invitación a comenzar a desenmascararlos. Hasta enterrarlos en el mar, como dijo Alberti.
JJ: En “Te quiero sin querer” y “Mi pequeña muerte en ti” hay claras influencias de Serge Gaingsbourg. Se percibe un mayor acercamiento a la chanson francesa respecto a Dadá, algo que no es muy habitual en los compositores españoles.
CH: Mi inclinación por la órbita francesa vino primero de la mano de la literatura, simbolistas, surrealistas, existencialistas… y del cine, sobre todo de la Nouvelle Vague. Después vino la música, la Chanson, y de todos el que más me impactó fue Gainsbourg. Me llegó como un pariente o un ancestro, aunque me considero más francófilo que francófono, ya que no domino del todo el idioma. Me es igual. Me llega lo suficiente y traduzco lo que me falta. Y también me da por pensar que si un artista como Gainsbourg y algunos otros no han tenido más presencia cultural en nuestro ámbito se debe precisamente a la omnipresencia y fascinación quizás desmedida por la cultura anglosajona, y tampoco digo que yo no la tenga, pero supongo que desde un principio he tendido a equilibrar mis filias en cuanto a su procedencia cultural. En cualquier caso, la que subyace y cae en mí cada vez más por su propio peso es la hispánica.
JJ: Por cierto, ¿qué supuso “Dadá” en tu carrera? ¿Podríamos decir que sirvió de trampolín para darte a conocer más allá del circuito local sevillano?
CH: En realidad, yo encuentro que donde se empezó a consolidar mi voz y mi estilo y a allanar el camino por donde quería caminar fue en «Nuevo debut», un disco aún inédito que autoproduje y grabé en 2006, y que difundí escasamente en un radio limitado a prácticamente las inmediaciones del local de ensayo. Ahí, esto lo supe después, me marqué la dirección. Después, lógicamente sin repercusión exterior pero sí en mi fuero interno, me concentré en un repertorio que condensase esa voz y ese estilo, un primer paso, por así decirlo, que me llevara a avanzar en esa dirección, y así nació «Dadá». Afortunadamente, en esa gestación entraron en escena por un lado Jordi Gil, y por otro Pepe Benavides y el Fun Club, y eso fue determinante para cambiar mi suerte para bien con respecto a «Nuevo debut». Digamos que el verdadero «Nuevo debut» fue «Dadá estuvo aquí». También fue crucial mi asociación con All La Glory y, en última instancia, mi fichaje por Dro-Warner, que contribuyó sensiblemente a la repercusión del álbum a nivel nacional.»
JJ: “En boga” es algo autoreivindicativa, ¿no? Sin ánimo de notoriedad, pero evocando mucho al Lou Reed más rocanrolero.
CH: Es algo así como una canción satírica sobre las posibles definiciones del éxito. Una de ellas podría ser, sencillamente, seguir o seguir vivo, estar en boga, seguir remando, avanzar, moverse para no hundirse…y me debió coger con el «Sally can’t dance» de fondo, no lo recuerdo. Cambió en el estudio porque yo la llevé más pop. Fueron Jordi y los músicos quienes se la llevaron a un terreno más neoyorkino, y yo no tuve más que dejarme llevar.
JJ: De lo más profundo del corazón se podría decir que son melodías muy románticas “Un hit” o “La canción de Nadia”. Además con exquisitos acompañamientos y arreglos. Cuéntame.
CH: Son dos de las canciones troncales que me estimularon a titular el álbum así. «Un hit» fue una de las canciones más elaboradas porque yo quería darle un aire de cámara, y fue el detonante de la impronta de Rafael Cañete, que hizo los arreglos orquestales. El tema, visto ahora, creo que me salió directamente del corazón, muy fluido, casi autodictado. «La canción de Nadia» fue la última en incorporarse. Poco antes de acabar las sesiones Jordi me pidió una canción más para ‘redondear’ el disco y yo traje esta canción que me rondaba durante el proceso porque el título de trabajo que manejaba tenía que ver con la «Nadja» de Breton. De la belleza convulsa me deslicé hacia el «tempus fugit».
JJ: Me pregunto qué te inspiró para componer “Salvador en la plaza del pan”. Me recuerda algo a Nick Cave. Por cierto, una letra bastante dura, ¿no?
CH:Para componer esta canción me inspiré en un poema de Dylan Thomas titulado «There was a Saviour». Me propuse una especie de ejercicio de estilo que consistió en coger el primer verso, «Había un Salvador más común que el agua, más cruel que la verdad…» y continuarlo a mi manera, hilvanando los versos para ver a dónde me llevaban partiendo del mismo origen. Finalmente, transmutó en una historia libertaria o más bien anarquista de tintes alegóricos que, para mi sorpresa, mantenía el sustrato metafísico tan característico de Thomas. Una tirada de dados al azar de la escritura automática. Musicalmente, la banda le dió completamente la vuelta al calcetín que yo llevaba y le dieron un influjo que bebe de las fuentes de La Big Rabia, esto es, Iván Molina y Sebastián Orellana.
JJ: “Cómo se odian los amantes” ha acabado asentándose como mi favorita. Del amor al odio hay un paso. Posiblemente sea bastante frecuente que los amantes acaben odiándose, aunque pocas veces he escuchado una canción que detalle tan crudamente ese tránsito.
CH: Parece ser que es una de las canciones que mejor acogida están teniendo. Yo tenía mis recelos porque pensé que quizás me estaba pasando un poco, pero entonces decidí ahondar en el sentimiento y tirarme al vacío sin red, que es algo que tal vez debería haber hecho en otras canciones pero que no puedo hacer tanto, porque entonces acabaría extenuado y, lo que es peor, posiblemente habría acabado saturando de intensidad al álbum en conjunto. Necesito, a veces, otear desde la superficie para sentirme más ligero, dar cal y arena y gestionar las corrientes de alegría y tristeza, melancolía y dicha, las dualidades que conducen a una mayor nitidez, máxime al hablar con un grado de honestidad acerca de algo tan escurridizo como el amor y sus recovecos. Por eso en la secuencia del álbum puse, a continuación, «Calle Imagen».
JJ: Precisamente me atrapa también muy particularmente la historia de “Calle imagen”. Eso de detenerse alguna vez y recrearse mirando algo que nos recuerda algún detalle del pasado lo hacemos unos cuántos. ¿Qué me dices sobre esta composición?
CH: Fue una de las composiciones más recientes. Utilizando la metáfora de esos destellos vividos que te asaltan insospechadamente, como un dejà vu o una imagen familiar hablo de la nostalgia en un sentido puro pero fresco, sin demasiado desgarro, como una punzada suave. Giro en torno a un cuadro que se me aparece como un fantasma del pasado. Como en «Salvador», recurro al topónimo de la Calle Imagen de Sevilla, escenario real (y sinécdoque) donde transcurre la historia. El destello tintineante de los arreglos y la ejecución del tema acompañan muy bien a la idea.
JJ: ¿Cuál es esa estrella de serie B, la protagonista de “Suicidio en Hollywood” que tanto te inspiró?
CH: Las Muñecas de Calle Feria fuimos una banda divertidísima, brillante en el sentido más glam del término y, en gran medida, suicida. Era una locomotora sin frenos, pero también era delirante como un sueño ebrio. Era como vivir en Hollywood pero en Sevilla. Escribí el tema tomando como referencia a un actor de medio pelo del Hollywood clásico llamado George Reeves, cuyo papel más notorio fue el de Superman en una serie televisiva de los cincuenta de esas que hacían las delicias de los adolescentes. El tipo murió en circunstancias sumamente escabrosas y, de hecho, nunca se llegó a desvelar el misterio de su muerte. Quise darle un tono cinético tanto a la letra como a la música, con esas cuerdas dramáticas hacia el final para componer la escena del último baile con la Dama.
JJ: Muchas noches como la «noche americana» dejan profundas huellas que incluso aparecen en sueños. ¿Por qué al final del disco?
CH: De forma natural, para mí, es la escena final. Sucede a «Suicidio en Hollywood» en la secuencia y funciona, si quieres, como un epílogo. Luces y sombras se confunden en la estancia, también presencias y ausencias, sueño y vigilia, sueño y realidad, noche y día y la percepción está tan desordenada como el espacio en el que ya sólo queda recomponer las piezas del mosaico roto, correr el velo y colocar las teselas de un modo distinto… y descubres que ya es otro día. Es un nuevo comienzo.
JJ: Opino que, tal y como dijo nuestro común amigo Pablo Cerezal en el fenomenal texto incluido en el libreto de “Baladas de plata”, estamos ante “un universo instrumental y lírico de difícil parangón en el rock que se pergeña a día de hoy en España”. Supongo que te debe llenar de orgullo leer algo así.
CH: Agradezco vuestra apreciación. El disco está teniendo buenas críticas en su mayoría y siempre es un placer que se valore y se reconozca tu trabajo y el de tus colaboradores. El parangón ya es cosa más relativa. Yo creo que a día de hoy hay una calidad y diversidad excepcional en el panorama musical de España y me alegro de poder hacer crecer mi música, paso a paso, en este caldo de cultivo, sobre todo, que aporte algo valioso a quien la escuche.
JJ: Hablemos de futuro. ¿Llevas intención de hacer presentaciones en directo de las “Baladas de plata” por España si la situación con el Covid mejora? ¿Hay a la vista nuevas composiciones que vayan a ver la luz en alguna grabación?
CH: Ahora mismo me siento muy activo. Como no podemos tocar por el momento estoy aprovechando para escribir canciones y perfilar el que será un nuevo disco. Anunciaré novedades que se van a dar muy pronto y en breve espero entrar a grabar. También estamos intentando cerrar algunas fechas dentro de la incertidumbre en la que nos seguimos encontrando. Lo que aún no sé es si habrá gira de presentación de «Baladas de plata» o merecerá más la pena plantear un nuevo trabajo y presentarlos conjuntamente en una gira con vocación de continuidad.
JJ: Bueno Chencho, enhorabuena por tus “Baladas de plata”, me consta que han sido muy importantes para, al menos, una minoría selecta de privilegiados y para algunas listas musicales con lo mejor del 2020. Muchas gracias por tener la deferencia de contestar a estas preguntas.
CH: Muchas gracias, Juanjo. Ha sido un placer.
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