Samuel Reina es un crooner único en su especie y con este Prohibido hacer fuego nos entrega una colección de canciones que escapa de la obviedad creando un universo lírico ingenioso y particular…
Empecé a seguir a Samuel Reina a raíz del último concierto al que asistí casi al límite del «ya sabéis». Presentaba un espectáculo titulado «Bowie Me». Ya sé que este tipo de homenajes suelen despertar cierto recelo en el sector artístico, pero fue atípico, además el encabezado del cartel ya sugería por donde iban los tiros. Al menos a mí me dejó cartón-piedra y no solo por la fidelidad de su interpretación vocal, pues se trató de un espectáculo acústico, más porque unas canciones que son tan icónicas como conocidas, en sus manos cobraron un nuevo sentido a través de su elegante carisma y su particular y profunda interpretación.
Así que después del concierto tocaba indagar y la sorpresa vino cuando descubrí que Samuel Reina además de conocerse al dedillo una treintena de coplas del Duque Blanco, tenía su propia discografía. Un primer Alarms en inglés más influenciado por el folk anglosajón, y su posterior reinvención al castellano con Simulacros de naufragio, trabajo de banda más pulido y más encauzado hacia el rock de corte independiente donde ya mostraba sus grandes bazas como letrista.
Ya hecha esta necesaria presentación, empiezo con el único y primer adjetivo que me sobrevino con las escuchas a este Prohibido hacer fuego: B R U T A L. Me quedaría ahí más ancho que largo porque no necesita más recomendación que la urgencia que hayáis podido percibir en tan drástico adjetivo. Sin embargo, aunque este escrito quede sedimentado en las prominentes capas de la actualidad digital, siento la necesidad urgente de comentar y profundizar en tal artefacto en mi querido exilio musical.
En esta nueva obra, Samuel Reina parte de cero otra vez. Aparentemente un retroceso en cuanto al trabajo instrumental de banda que mostró en su anterior disco, aunque realmente es un gran un avance en cuanto a que esta colección de canciones lo resitúan en un universo lírico propio con tonadas que además resultan hipnóticas y crecen en cada escucha. Según cuenta el propio artista:
Es una colección de canciones que escribí durante el confinamiento. Mi intención era terminar unos primeros bocetos para después llevarlos al estudio pero finalmente fui concluyendo que los temas no precisarían más que de una guitarra y mi voz. Fue un proceso solitario pero profundamente estimulante. Hoy en día cuesta mucho no perder foco, ha sido un año sombrío para todos y los músicos parecemos enfrentarnos a un hastío que nos persigue como un lastre definitivo. En cualquier caso estoy feliz, satisfecho y agradecido por crear y compartir mi música de la manera que sea. Decidí que el disco sería así; inmediato, humilde y crudo.
Podrás pensar que con estamos ante un disco sencillo por su planteamiento, pero no es así. Detrás de la inmediatez, humildad y crudeza sugeridas, encontrarás un disco estimulante y complejo que a base de capas de voces y de imaginativos arreglos de guitarra ejerce de espejo en el que mirarnos, sin aleccionamientos, con una lírica ingeniosa de un realismo sucio brutal que edifica sobre imágenes que rayan el surrealismo de exquisito toque berlanguiano, a la postre una de las mejores crónicas costumbristas de la actualidad de cuantas podrás escuchar enmarcadas en esta nueva (a)normalidad.
La entrada con Klaus Kinski nos mete de lleno en esta encrucijada y donde cantar el gentilicio «español» no causa repulsión. Es una tónica a lo largo del disco, como Mientras España me olvida que en pocos versos convierte el país en el marco perfecto para esta crónica sobre el fracaso individual y su relación con la tecnología.
Samuel Reina se destapa como cantautor único en la actualidad y nos entrega una colección de canciones que escapan de la obviedad, creando además un universo lírico ingenioso y particular.
Y la verdad es que no sé si después de haber quedado atrapado por el disco me resulta apropiado nombrar a Bowie como una influencia evidente o si es una visión influenciada por aquel concierto, al menos en el tratamiento de las voces tal vez sí. Otras veces resulta un Aute underground, para prueba escuchad Y ahí estás, o un Smog nacido en el Mediterráneo con una brutal y sencilla Agradecimientos con tramo fantasma incluido, cruce de referencias que aunque pueden resultar descabellados al papel, fluyen natural de sus manos.
Referencias con las que tan solo pretendo sugerir (nunca afirmar) lugares comunes, pues más que utilizar influencias de aquí o de allá como propósito final, presenta unas canciones donde sobre todo predominan sus propias reglas, imágenes inconexas y extrañas que se alimentan de la actualidad, genial como hilvana Gloria, y en cuanto a quitarnos de encima la relevancia que creemos tener en este mundo de burbujas digitales dominado por el algoritmo tenemos la abrasiva El techno de los frágiles.
Y la desternillante Pa’ siempre es mi corona, también brutales en ese aspecto Pasarse el sekiro y Querido Google. De una manera maravillosa describe un mundo en plena decadencia en Todas tus sombras, y de la que diré que aunque sé que no resulta «cool» por estos mentideros musicales, me viene nombrar a Silvio Rodríguez si este fuera gótico, no sé si en vano o por la combinación letra/música. Otra influencia que, de haberla, acaba pervirtiendo con una coda más bien folclórica. Las grandes composiciones se suceden de principio a fin, Réquiem para algún colega, Niño de cristal… sin desperdicio.
Cabe la posibilidad que entre la variopinta oferta musical que nos ofrece esta actualidad tan excelsa como carente de relevancia a nivel general, un disco de estas características no llame la atención en el mundillo indepentiente/alternativo, ni entre los degustadores ávidos de calidad. Un gran error pues Samuel Reina se destapa como un crooner único en su especie que nos entrega una colección de canciones que escapan de la obviedad, creando además un universo lírico ingenioso y particular.
En definitiva, Prohibido Hacer Fuego te va a inmovilizar si llegas a entrar hasta la cocina, te atrapará canción tras canción y verso tras verso de principio a fin. No perdáis el tiempo, buscadlo o compradlo si llegáis a tiempo, o escuchadlo en streaming si queréis, pero no os lo dejéis porque no os va a dejar indiferentes.
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