Lee Perk - Tumbleweed

Críticas Discos

Lee Perk vuelve tras «All in» con un ecléctico y genuino álbum que le define como artista.

texturas cincuenteras que pueden sonar vintage pero nunca vetustas y menos aún añejas

Imaginen la secuencia: un Cadillac de brillantes guardabarros refulgiendo bajo el sol atraviesa una recta interminable, los cactus que se asoman a las cunetas son los únicos testigos de su carrera. A bordo del buga, un joven emulando a John Milner conduce con un pitillo entre los labios y la mirada escurridiza, desertando del asfalto que se expande ante sí en humeante línea recta, para posarse en las piernas de una flemática Peggy Sue, que apoya sus pies descalzos cruzados a la altura de los tobillos sobre la bandeja del asiento del copiloto, moviéndolos sensuales al ritmo del rock and roll que dispara la radio del coche.

Seguro que la pregunta que les acribilla ahora mismo la imaginación es la siguiente: ¿Qué canción estará sonando en ese coche (seguramente rojo)?. No conozco la respuesta a ciencia cierta, pero sí les puedo asegurar algo; y es que en el último disco de Lee Perk (Alfredo Niharra) titulado «Tumbleweed», hay unas cuantas que empastarían a la perfección con la escena referida.

Lee Perk
Lee Perk

Dando continuidad al notable «All in» de hace unos años, Lee Perk nos acerca una vez más a sus coordenadas sónicas habituales de forma, si cabe, aún más equilibrada y sofisticada que en el año 2016. El propio Alfredo Niharra se hace cargo de tocar todos los instrumentos, con la colaboración única de Alex Blasco a las teclas y Juan López al bajo.

Con texturas cincuenteras que pueden sonar vintage pero nunca vetustas y menos aún añejas, que se deslizan por temas como «Bad times» (con Ricky Ibáñez a la batería y Karlos ‘Screamers’ al contrabajo), «Scare me», «Faster than ever» o «A new blend», formando un conjunto de ecos rockabillys que portan el peso de nombres como Roy Orbison, Everly Brothers, Elvis Presley o Buddy Holly.

Pero también se rinde visita a los brillantes y poperos sesenta, aquí las esencias de la invasión británica se hacen notar en temas de un pop impoluto como «Talk», «Moonhall Park» o «See me in the morning». Incluso se apega a sonidos más lisérgicos que pueden llegar a recordar a The Byrds o al George Harrison más dulce una vez liberado de los Fab Four en el tema que operó de primer single y que abre de forma luminosa el elepé, y que se titula «Not yet enough».

Un único tema en castellano, que a un servidor le recuerda al Quique González de sus primeras escaramuzas dos décadas atrás, titulado «Años y años de soledad», o un excelente homenaje a «Carrie Fisher», en un corte fulminante que suena a la escena moderna neoyorquina de los años de neón de los setenta, y que ha bautizado genéricamente con el nombre de la actriz que dio vida a la princesa más popular de la galaxia, son instantes que desviándose de la trama general del álbum, aportan eclecticismo y variedad al conjunto.

Resumiendo: el nuevo cancionero de Lee Perk es un reflejo de las neuras musicales de su protagonista, los sonidos que dan carta de naturaleza al oficio del autor y alimentan la sed de música de Alfredo, su instinto compositivo y las ganas de ofrecer canciones agrupadas en un disco, pretendiendo que la suma de cada parte forme un todo y que además tenga sentido y convenza. En los tiempos que corren, esto es algo de indudable mérito, y más si, como es el caso, la aventura se salda con un evidente y celebrado en esta casa éxito.


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