Conciertos

Crónica concierto de Lagartija Nick + The Mox en el Llac de la Goleta de Tavernes de la Valldigna. Pop al carrer.

Comenzó con fuerza —y con disfrute generalizado por la privilegiada asistencia— el Festival Desllunat de Pop al Carrer en el Llac de la Goleta de Tavernes de la Valldigna, en una 18ª edición que se denominó «Bye Bye Palmeretes«, y que se presupone es la despedida de este evento, el último organizado por La Casa Calba y el Ayuntamiento de la localidad.

… fusión característica entre la música tradicional valenciana, el indie-pop y el rock clásico, con la dolzaina como personal elemento instrumental añadido…

La banda rocanrolera de Puçol Mox fue la escogida para abrir el telón en ese agraciado paraje. En la madre lengua del pueblo levantino llevaron a cabo su fusión característica entre la música tradicional valenciana, el indie-pop y el rock clásico, con la dolzaina como personal, inconfundible y representativo elemento instrumental añadido.

Mox Tavernes

La mayoría del repertorio de los valencianos giró alrededor de los álbumes «Palifonies» (2013) con «Albà anti reivindicativa», «Riberenca»… y «Tuactes i rebomboris» (2015) con «Barat a un gest», «Si el poguera partir», «Cant de batre de la Tía Leonor»… y, por supuesto, con mención especial para una versión del himno de la resistencia antifascista «Bella ciao», que convirtió el final de su concierto en una gran fiesta de hermanamiento y de buen rollo.

… demostraron por enésima vez que cada uno de sus directos tiene connotaciones bastante diferentes al anterior y que son poco comparables a ninguna banda del circuito rocanrolero nacional, e incluso internacional…

Turno para el plato fuerte de la noche, desde Granada los fabulosos Lagartija Nick, con Antonio Arias (bajista y cantante), Juan Codorniu (guitarra), David Fernández (batería) y J.J. Machuca (teclados), quienes se enfundaron la indumentaria espacial para emprender la primera fracción de un concierto donde demostraron por enésima vez que cada uno de sus directos tiene connotaciones bastante diferentes al anterior y que son poco comparables a ninguna banda del circuito rocanrolero nacional, e incluso internacional.

Como un sigiloso pájaro nocturno comenzó la conexión cósmica con Alfred Worden, el que fuera Comandante del Módulo Orbital en 1971 con el Apolo 15. Ese «Spacewalk» suponía la despedida del sol, la entrada en las tinieblas y en las luces terrenales, con nuestro maravilloso planeta y el ser humano vistos desde allá arriba, con las estrellas brillando y con una serie de efectos electrónicos y psicodélicos que invitaban a un paseo espacial no apto para cardíacos, del mismo modo que, posteriormente, se intercalaría la maravillosa «240.000 millas atrás» del más reciente trabajo discográfico en solitario de Antonio «Hola Tierra«, donde el granadino contó en su grabación y edición con los mismos acompañantes de este directo. 

Lagartija Nick Tavernes

El contacto con la oscuridad y se calentó la velada. Un relámpago repentino en la primera gran descarga eléctrica, recuperando la «Estratosfera» de mediados de los noventa para volver al mar de la crisis, de la serenidad, concretamente al «Mar de la tranquilidad» aunque también orbitando en un océano de tempestades, para luego utilizar la «Supercuerda» de la ‘Zona de conflicto’ como nexo del giro musical que se avecinaba con la verdad de las «20 versiones».

A partir de ahí lo advirtió Arias. Los grandes héroes comenzarían a coger el verdadero protagonismo en la noche y, cómo no, ahí tenía que estar Federico García Lorca. La guerra como mayor espectáculo del mundo en ese «Teatro bajo la arena» que tanto adoro, una auténtica bendición de talento e imaginación musical en estos tiempos y, allí, en aquel rincón del mundo, un nuevo despertar entre el mar y los edificios colindantes. Más tarde habrían otros dos guiños al poeta, así como al gran Enrique Morente y a esa MegaPom que fue «Omega», con ese «asesinado por el cielo» en «Vuelta de paseo» y con ese «no duerme nadie» en «Ciudad sin sueño». 

Y de Lorca a San Joe Strummer. «Había un olivo esperándote… desenterrémoslo, que su esqueleto vea el mar… enamorado de Granada… sigue con todos los nuestros…» En ese instante, buena parte de la privilegiada asistencia quedó hipnotizada por el fascinante punto de hechizo rocanrolero que, a veces, se produce en los grandes conciertos. 

Más. Milagrosa como siempre «Europa-Europa», con esa ingeniosa crítica a los males del capitalismo y a sus mercados que hacen agonizar y que se venden al azar, incluida en la masterpiece de 2017 que estuvo tan marcada por la figura de Jesús Arias, hermano mayor de Antonio que falleció en el 2015, un tema que, asimismo, resultó ideal como anticipo de trallazos anfetamínicos tales como «Esa extraña inercia» o «Agonía, agonía».

Lagartija Nick. Tavernes.

Cual si fuera una tregua, «Sarajevo» sirvió para recordarnos que «Los cielos cabizbajos« fueron excepcionales, empezando por esa bellísima pieza sobre los Romeo y Julieta de los Balcanes, balada con desmesurada carga emocional.

En la recta final retornó la tralla de la «inercia» con «Nuevo Harlem» y un «Satelite» donde retumbó eso de que «el mundo es una gran bola de confusión», más un recuerdo al «Val del Omar» con el drama eléctrico universal que es «Meca-mística» o con ese éxtasis entre ángeles y arcángeles que es «Celeste». Un colofón espectacular de un evento único, del que habría que agradecer muy especialmente a Francesc Burgos por su organización, compromiso, actitud y por su posterior pinchada rocanrolera. 


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