Discos Críticas

Reseña y crítica de ‘Lost album’ de The Smithereens.

… los corazones rotos, las súplicas de amor, el desconsuelo y la autodestrucción personal marcan las pautas…

Realmente nos ha pillado desprevenidos y, teniendo en cuenta el resultado, también asombrados con esta inesperada grabación que, al parecer, debió haber visto la luz allá por el año 1993, justo entre «Blow up» (1991) y «A date with Smithereens» (1994). Una muy grata sorpresa que, desgraciadamente, está íntimamente relacionada con la consternación que en su día hubo por otra, la insospechada muerte de Pat Dinizio en 2017.

Me reitero e insisto en lo dicho. Pocas veces observo tanto nivel y le presto tanta atención a algún rescate de sesiones, grabaciones antiguas o similares que se hallaban en el cajón de fulanito o que sirven para hacer caja cuando el héroe de turno ha abandonado el edificio terrestre.

Reseña y crítica de Lost album de The Smithereens.

Este rara avis que lleva el elocuente título de «The Lost Album» parece ser que estuvo involucrado en un lío de contratos con discográficas como Capitol, RCA y la posibilidad de un sello propio, detalles que en cierto modo parecen reflejados en alguna parte de «Stop bringing me down», donde las guitarras de Dinizio y Jim Jabjak suenan demoledoras.

El total de su contenido son doce cortes sin desperdicio, a la altura de los que considero mejores álbumes de The Smithereens: el debut en estudio «Especially for you» (1986) y «Green thoughts» (1988). De hecho me parece que el tesoro perdido que nos ocupa tiene mayores conexiones musicales con ambos que con «11» (1989) o con cualquiera de los tres discos que publicaron en la década de los noventa.

Canciones como la pegadiza inicial «Out of this world» sobre una complicada chica o «A world apart» sobre combatir con alcohol el dolor y la perdida de un amor, resultan más conmovedoras por esa habilidad seductora que Dinizio dotaba a determinadas melodías.

Precisamente los corazones rotos, las súplicas de amor, el desconsuelo y la autodestrucción personal marcan las pautas y también aparecen en «Dear Abby» o en un «Don’t look down» que posee ciertas aproximaciones al rock alternativo de nombres como los R.E.M, así como en cortes donde brilla la sencillez melódica más adictiva, como «Pretty little lies», «Everyday world», «Love runs wild» y «All through the night», o incluso en el pop de aromas sixties que es «Face the world with pride».

Mención aparte para «Monkey man» que posee el influjo stoniano sin ser una versión del clásico de Sus Majestades que apareció en el ‘Let it bleed’, o un «I’m sexy» con acercamiento al funk-rock setentero, y donde más se percibe que Jim Babjak y Pat Dinizio tenían el complemento ideal de Dennis Diken (batería) y Mike Mesaros (bajo).

Pues eso, una obra que más bien es un milagro, porque permite que casi treinta años después los Smithereens suenen vivos, novedosos y modernos. Afortunados somos los suficientes de poder disfrutarlo y de valorar en su justa medida una banda que mereció un reconocimiento muchísimo mayor.


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