Vintage Crop - Kibitzer

Críticas Discos

El cuarteto aussie Vintage Crop vuelve con su cuarto disco largo mirando desde lejos y ofreciendo consejos no deseados.

El hecho de que hayan ganado en sutileza sónica y sus melodías resulten más fluidas no implica en absoluto que se haya producido una pérdida de los puntos cardinales que sitúan su estilo en el mapamundi del rock and roll.

Hoy en el Exile volvemos a la carga con una de esas bandas que tanto gustan a este escriba, una de esas cuadrillas de jovenzuelos venidos de la tierra de los canguros y que poseen el don de impregnar a sus canciones de ímpetu y desparrame sónico puramente aussie.

Me refiero al cuarteto de Geelong Vintage Crop que este pasado verano han presentado en sociedad «Kibitzer», su cuarto disco largo, quinto si contamos el EP publicado en 2019 «Company Man».

Los años han hecho a la banda más cohesionada y sólida, haciendo que su sonido se expanda de manera exponencial, en especial si comparamos el resultado de esta última tanda de canciones con aquél primigenio y explosivo «TV Organs» de 2017.

Vintage Crop
Vintage Crop

El hecho de que hayan ganado en sutileza sónica y sus melodías resulten más fluidas no implica en absoluto que se haya producido una pérdida de los puntos cardinales que sitúan su estilo en el mapamundi del rock and roll. Ellos siguen apegados al punk-rock de esenia insular australiana, con adherencias a The Saints, Wire o Radio Birdman.

Lo explosivo sigue ganando a lo melódico; la urgencia a la prudencia y la energía al decoro. Los riffs ásperos, la base rítmica trepidante y la voz de Jack Cherry importunando entre burlona y sarcástica. En resumen: las bases de su proclama inicial siguen presentes aunque hay una evolución evidente y de feliz resultado en este «Kibitzer».

No he podido resistirme a investigar el significado de la palabra ‘kibitzer’: se trata de un término yiddish que describe a alguien que mira desde lejos y ofrece consejos no deseados (descripción extraída de la reseña de este mismo disco en la revista NME). Y esta es la actitud que se desprende de los textos de estas diez canciones, la voluntad de incordiar, interferir en donde nadie reclama tu atención, si lo prefieren, molestar.

El álbum fue presentado hace varios meses con la publicación del primer adelanto «Double Stands», escurridizo rasgado de guitarras sobre una impetuosa letra deflagrada con soltura y descaro.

Se descubre un tono mucho más reflexivo, dentro de un extravagante sentido del posicionamiento personal ante vicisitudes o cruces de camino, en temas como mi preferida del lote, «Drafter» o el tema que ofició de segundo single titulado «The Bloody War», de fluctuante bajo y sonido más british.

Sensaciones encontradas dentro del mismo canal sónico, militantes de un posicionamiento y una actitud y arquetipos de una forma de deflagrar inquietud, sátira y bravuconadas molestas, Vintage Crop ofrecen su mejor prestación discográfica con este trabajo que contiene otros momentos excelsos como «2K Hit Pocket» y su guitarra percutadora; la ortodoxa y genuina esencia de la fabulosa «Casting calls» o la sinuosa y sórdida textura de «Hold the line».

Vintage Crop dan respuesta al paso de los años y se postulan como una banda joven que dentro de unas coordenadas muy concretas encuentra la forma de crecer y evolucionar, sin dejar de filtrar sus sonidos punk y rock, pero mirando más allá del crepúsculo de su seminal asentamiento artístico, facturan insisto, su mejor álbum, por supuesto en opinión de este redactor.


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