
Especial dedicado a The Waterboys y a su tercer álbum ‘This Is the Sea’, publicado el 16 de septiembre de 1985, con motivo de su 40 aniversario.
… con una mirada mística y espiritual, de rica lírica en las encrucijadas y dilemas existenciales, donde discurre el resto, encajando cada trozo del puzzle con precisión y equilibrio…
En la recta final del primer lustro ochentero, y más concretamente en tal día como hoy, 16 de septiembre, pero de 1985, se publicó la que para muchos, entre los que me incluyo, es la indiscutible gran obra maestra de la banda de Mike Scott. No queda ahí la cosa, pues también creo que, sin complejos ni caprichos fanáticos, sería digno candidato para alzarse con el oro en el pódium al mejor disco de la década ochentera.
Dicho lo cual, y entrando en la hondura de “This Is the Sea”, hallamos diferentes ángulos que parten de la culminación y conclusión de una etapa muy épica, entre el post punk y el folk rock, a la que se denominó “Big Music” tras el álbum homónimo (1983) y “A Pagan Place” (1984), e inmediato antecedente de la primera demostración del espíritu de cambio constante que, con “Fisherman’s Blues” (1988), caracterizaría a The Waterboys en una extensa trayectoria que sigue viva y coleando cuarenta años después.

El tiempo, ese que posibilita dar otra dimensión a muchas cosas del pasado, es también el que permite elucubrar que no fue casual la ubicación inicial de “Don’t Bang the Drum” o de la canción final que dio título al álbum. Si el preludio jazzístico de la trompeta de Roddy Lorimer en la primera era una tarjeta de presentación de un viaje a un lugar muy especial, en armonía con la naturaleza, bajo cielos azules de una tierra sagrada, sintiendo el mar en la orilla rocosa que ya visitó el viejo padre, “This Is the Sea” es una purificadora pieza a medio camino entre el Van Morrison más astral y el velvetismo más melódico, de liberación de sufrimientos, recuerdos y cadenas en ese río de la vida que encuentra la salvación al desembocar en el mar.
Y es ahí, con una mirada mística y espiritual, de rica lírica en las encrucijadas y dilemas existenciales, donde discurre el resto, encajando cada trozo del puzzle con precisión y equilibrio, como ese piano que se cuela por el tuétano de un “Spirit” que vuela, vive y es libre, con ese navegar hacia donde fluye la corriente en “Medicine Bow”, o con el archifamoso “The Whole of The Moon” y sus connotaciones cósmicas y contemplativas avivadas por el juego de vientos entre Lorimer y Thistlethwaite, y del que se llegó a especular si estuvo inspirado en su viejo amigo Nikki Sudden de los Jacobites.
Es justamente el saxofón del mencionado Anthony Thistlethwaite el que engrandece las notas de piano y todo el romanticismo que desprende “Trumpets”. Perfectamente complementarias, aunque en una línea más activista, combativa y reivindicativa, cabalga “Old England” entre alusiones poéticas de James Joyce o William Butler Yeats, o la muy acelerada “Be My Enemy” que tanto puede evocar a los temas más dinámicos que Bob Dylan publicó veinte años antes, en “Bringing It All Back Home” o en “Highway 61 Revisited”.

Mención especial para “The Pan Within”, de esas canciones que puedes escuchar medio millón de veces y siguen ahí, fieles en el aprecio y en la memoria, con ese violín de Steve Wickham que se estrenaba en la banda, el perfeccionismo que siempre se asoció al ahora añorado galés Karl Wallinger, el crescendo mágico que posee y la voz única e inimitable de Mike Scott que elevó todavía más al olimpo de los todopoderosos al dios griego Pan, el que en otra ofrenda mitológica tendría una especie de segunda parte ocho años después con “The Return of Pan”, en “Dream Harder”.
En 2004, se relanzó una edición ampliada de “This Is The Sea” con versiones extendidas, caras b de singles, rarezas e inéditas maravillosas y atemporales que demostraron el talento y el estado de creatividad en el que se hallaban The Waterboys a mediados de los ochenta, como “Miracle”, “Medicine Jack”, “Sleek White Schooner”… o, muy especialmente “Beverly Penn”, fabulosa canción inspirada en el “Cuento de Invierno”, la novela de Mark Helprin. Es imposible que Peter Lake o cualquiera no se enamoren de ella, casi tanto como inviable parece no quedar prendado de una obra que se aleja de la frivolidad terrenal en pro de la esencia interior más personal. Más o menos así fue el mar, ese que su verso final lo resume todo de manera más rotunda y escueta: «Behold the sea!»
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1985 80's Especiales Juanjo Mestre LPs The Waterboys Waterboys Waterboys_The
Además del álbum doble, se ha publicado en 2024 una caja llamada 1985 con 6 discos (el 6º y último es la remasterización del álbum de hace 10 años) que, como pasaba con «Fisherman’s Box», muestra el proceso creativo del álbum con más de 80 canciones añadidas (incluye las del CD doble), algunas de ellas sorprendentes.