Conciertos

Crónica del concierto de los granadinos Lagartija Nick en Teatre El Musical de València.

… convirtiendo el concierto en una invocación a los espíritus, a los héroes que han agrandado y encumbrado el atemporal, imprevisible, insólito y transgresor universo de Lagartija Nick…

Por fin llegó el día, el muy anhelado día de ver en directo a los fabulosos granadinos presentando “El perro andaluz”, el más reciente y flamante álbum de Lagartija Nick al que podríamos calificar como un milagroso y asombroso homenaje al poemario surrealista del genio turolense Luis Buñuel.

Y lo que sucedió en un abarrotado Teatre Musical de València fue digno de vivirlo, de recordarlo mientras no haya alzheimer y, por supuesto, de poderlo contar. Tal como se dice en estos casos, la sala estaba llena hasta la bandera, no cabía una aguja en el pajar debido a que las 402 entradas del aforo se agotaron varios días antes.

Lagartija Nick
Antonio Arias en Teatre El Musical de València.

El tarro de las esencias buñuelianas se destapó desde las preliminares, en un calentamiento de motores por Antonio Arias, Juan Codorniu, Eric Jiménez y J.J. Machuca que nos fue introduciendo gradualmente en el cosmos del agasajado, primero con una surrealista declaración de intenciones como es “Palacio de cristal”, y después con la luminosidad poética de “Las libélulas”, todo ello aderezado con original diseño escénico y combinado audiovisual, resaltando contenidos fílmicos en una pantalla central detrás de un decorado con varios proyectores de 8 mm que ayudaba a adentrarnos en un mundo onírico y del subconsciente, más allá de la realidad física y de la razón.

Fue desde “Respiro en Nueva York” cuando se vislumbró que la cosa no se iba a limitar exclusivamente al de Calanda. A partir de ahí un invisible duende se filtró por Manhattan y puso la segunda pieza del puzzle lagartijero con otro miembro, menos popular y reconocido, que perteneció cronológicamente a la inquieta Generación del 27, como el granadino José Val del Omar, convirtiendo el concierto en una invocación a los espíritus, a los héroes que han agrandado y encumbrado el atemporal, imprevisible, insólito y transgresor universo de Lagartija Nick.

Lagartija Nick en Teatre El Musical de València.

Como no podía ser de otro modo por la importancia conjunta de esa absoluta obra maestra que fue “Omega”, el alma y la sempiterna grandeza de otro granaíno de relumbrón como el cantaor y renovador del flamenco Enrique Morente, se sumó a la fiesta.

Tres piezas de la susodicha magna obra del 96, perfectamente ubicadas en momentos claves del recital, sirvieron para, además, comprobar la grandeza lírica de un tercer ecuménico granadino como Federico García Lorca. En “Niña ahogada en el pozo”, “Vuelta de paseo” o “Ciudad sin sueño” fueron de pelopunta versos respectivos como “…sufren más por el agua que no desemboca, que no desemboca…”, “…tropezando con mi rostro distinto de cada día, asesinado por el cielo, asesinado por el cielo…”, o “…no duerme nadie por el mundo, nadie, nadie, no duerme nadie…”

Más camufladamente, pero no por ello con menos relevancia, también fue evocado Lorca en el guiño a su obra teatral, la más auténtica y visceral frente a la convencional, en esa maravilla de ingenio y talento que es “El teatro bajo la arena”. Turbador, tremendamente turbador escuchar en directo lo de “… un cielo borracho de sangre en el cuerpo de la hiena, en lugar de nubes nuevas…”

Lagartija Nick
Lagartija Nick en Teatre El Musical de València.

Con una escenografía que nos adentró más plenamente en la guerra como mayor espectáculo del mundo, no faltaron los horrores, los gritos, los lamentos de los niños o el exterminio de las flores en la nuclear “Buenos días Hiroshima” o en esa espectaular sinfonía antifascista que es “Guernika 2019 (Zer egiten arrainak)”, ambas de “Los cielos cabizbajos”.

En medio de todo ello la imponente intensidad de surrealistas textos musicados, con mención especial a la importancia que actualmente adquieren los efectos o los teclados de Machuca, como en el poema de la “Undécima mancha” allí, al sur de Aragón, transportando la jirafa a España para colocarla en la Masada del Vicario, una de las propiedades de Buñuel. O en el “Polisoir milagroso” como caricia para la salvación. O en el aporreo de tambores y la fecundación entre restos de estrellas de “Al meternos en el lecho”. O, por descontado, en el delirio del amor y la muerte del alucinante y extraordinario “Pájaro de angustia”.

Tampoco faltaron las reivindicaciones más punk-rocanroleras a Jesús Arias, como el trallazo cósmico y existencialista “Agonía, agonía” de la última banda Quasar del hermano de Antonio antes de fallecer. O ya en la recta final “Europa Europa” donde saltó la sorpresa. Nada menos y nada más que hizo acto de presencia con su violín Tymon Dogg, íntimo de Joe Strummer, con el que participó en algún tema de The 101ers, de The Clash, y muy especialmente en The Mescaleros, y del que dicen que enseñó música, filosofía y sueños al egregio cantante británico.

…representan el triunfo de lo alternativo, de lo underground. En un mundo donde prevalece el pan y circo para distraer la atención del pueblo son un verdadero lujo.

El final fue apoteósico, extenuante. Lo de “Celeste” me pareció descomunal, estratosférico, puro e imperecedero vanguardismo entre el el rock industrial y el flamenco, éxtasis y erotismo entre ángeles y arcángeles. Y de remate, como es habitual, tralla after-punk de élite, rememorando la inolvidable urgencia de sus primeros tiempos noventeros, ejemplarizada en “Nuevo Harlem” y en la anfetamínica “Esa extraña inercia”.

Realmente creo que hay conciertos y conciertos. Muchos sirven solamente de entretenimiento, en otros se disfruta de lo lindo, pero solamente hay unos pocos que, además de los dos aspectos anteriores, emocionan hasta en la médula espinal.

Juan Codorniu, Eric Jiménez, Tymon Dogg, Antonio Arias y JJ Machuca en Teatre El Musical de València.

El que suscribe ha perdido la cuenta de cuantas veces ha visto en directo a Lagartija y, a estas alturas, siguen sorprendiéndome porque arriesgan y salen invictos y todopoderosos de cada trance. Eso es mucho, demasiado, hasta incluso generan sentimiento de orgullo rocanrolero.

A pesar de lo dicho sigo pensando que, por mucho que llenen el Teatre Musical valenciano u otros recintos, buena parte de ciudadanos españoles no se han percatado ni valoran su grandeza, acaso porque esta banda son patrimonio de una minoría selecta y representan el triunfo de lo alternativo, de lo underground. En un mundo donde prevalece el pan y circo para distraer la atención del pueblo son un verdadero lujo.

* Todas las imágenes y vídeos de JJ Mestre para el artículo.


Un comentario

  1. No se puede describir mejor lo que experimentamos, sentimos, en una palabra: vivimos, el viernes en el TEM de la mano de Lagartija Nick. Un conjunto de impactantes imágenes y una interpretación musical llena de momentos de gran intensidad, de muchos matices. Una cita con el arte en diversos ámbitos, muy necesaria. Un placer inmenso para repetir, sin duda alguna.

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