Reseña y crítica sobre el grupo valenciano Gazella y su álbum homónimo.
… desde que rezuma ese divino tesoro que es la juventud hasta la autenticidad y originalidad de una propuesta audaz, atípica, liberada de prejuicios, que desborda talento y lucidez por los cuatro costados, entre el krautrock, el noise-rock, el post-punk y el psych-rock…
Parece norma de obligado cumplimiento que en la recta final de casi todos los años aparezcan publicaciones discográficas de gran nivel que, si algunos no tratamos de remediarlo, serán ninguneadas en la vorágine de las listas sobre lo mejorcito de la correspondiente añada.
El caso del debut de Gazella podría ser una de esas injusticias, aunque estoy convencido de que, caso de pasar desapercibido por el desconocimiento, por la inopia o por las huestes del talibanismo rocanrolero, será el tiempo quien lo pondrá en su sitio por un montón de motivos, desde que rezuma ese divino tesoro que es la juventud hasta la autenticidad y originalidad de una propuesta audaz, atípica, liberada de prejuicios, que desborda talento y lucidez por los cuatro costados, entre el krautrock, el noise-rock, el post-punk y el psych-rock, algo así como un cruce entre Neu, Can, New Order y Radiohead.
Lo cierto es que nada me sorprende. Un servidor fue uno de los afortunados que los descubrieron como teloneros de los fenómenos japoneses Acid Mothers Temple, donde me saltaron todas las alarmas por ver algo diferente, con casta, con convicción, con carisma, con actitud…
Después, cada paso fue una zancada. Tras el fichaje por el sello independiente catalán Foehn Records llegó “Sol menor”, un temazo para oir y para escuchar, de una intensidad instrumental bárbara y con esa voz, la de Raquel Palomino que, con una letra demoledora y con versos tan irresistibles como “todos vamos a morir, no sé si quiero un fusil o vivir dentro de ti”, se cuela hasta en la médula espinal del oyente que le preste la oportuna atención. A ello se sumaba además un videoclip de Celia Cuenca que recogía la esencia de tan valiosa melodía.
Las atmósferas y la experimentación sonora se multiplicaron en “Por qué el ser”, cargada de imágenes oníricas, con la sensación de emanar del más hondo abismo, y en “Inercia”, donde se ampliaban los colores y las texturas, con la participación vocal principal del batería Lluisen Capafons y la fundamental escolta en el bajo de Mauro Llopis, en los teclados de Alba Raja y en la penetrante guitarra de Adrián Camáñez.
Por supuesto, resulta un destacable puntazo desmantelar la fusión flamenca del gipsy rock que triunfó a mediados de los setenta con Las Grecas en “Te estoy amando locamente”, al dotarla de sensaciones lisérgicas con un crescendo guitarrero que podría evocar los días de vino y rosas de los Dream Syndicate. Lástima que esta portentosa versión solamente aparezca en la versión digital y no en la edición física limitada de 300 copias que se publicó el pasado 24 de noviembre.
La última de las avanzadillas fue la embriagadora “Azul [ctrl z]”, puro minimalismo con ritmo Motorik, que tendría todas las bendiciones de Michael Rother y Klaus Dinger, que acompaña el anhelo de hallar la tecla que pueda deshacer la tristeza de una despedida, y que vino junto al muy sugerente y azulado vídeo de Nacho Errando.
Perfectamente ubicados en orden todos los temas para dar mayor efecto de conceptualidad a este homónimo álbum, “AL1” es la introducción ideal en ese mundo al que nos transporta este combo valenciano que posee ciertos aires velvetianos en el plano estético. Por su parte, la angustiosa “Espiral” y la apocalíptica “Cuerpo” constituyen el ecuador que da paso a la pieza más popera y contagiosa “Me confunde” y a la más enfocada a la contracultura siniestra y punk “Piscinas de arena”.
En la recta final, el instrumental “Ozymandias”, que seguramente sea un homenaje al personaje de la serie de cómics Watchmen, sirve para devolver la experimentación sonora más sugestiva en ese sol de invierno que es “Urkia” y que completa un muy recomendable trabajo, sumamente peculiar y fascinante, lleno de armonía, de introspección y de emoción.
- The Soul Of… The Fabulous Courettes (2024): bailando hasta sobre las tumbas - 3 de octubre de 2024
- Especial Ramones. ‘Too Tough to Die’ y sus 40 años de atemporal grandeza - 1 de octubre de 2024
- En el Botànic de Cullera con The Fuzzy Clouds (crónica concierto 29-9-2024) - 30 de septiembre de 2024