Discos Críticas

Reseña y crítica del álbum Rick White and The Sadies.

… se han llevado a cabo aquellos viejos planes de grabar un nuevo álbum juntos, con el existencialismo y la pérdida de un ser querido como principales protagonistas de las trece piezas que compone un trabajo discográfico tan bucólico e imaginativo como astral y psicodélico…

Cuando en febrero de 2022 falleció Dallas Good de manera repentina por una enfermedad coronaria, las condolencias y las muestras de desconsuelo corrieron como la pólvora entre allegados y fans de la fabulosa banda canadiense The Sadies.

Una de las más impactantes demostraciones de afecto que se hicieron públicas fue en forma de canción, la estremecedora “Message to Dallas” de Rick White, antiguo miembro de bandas canadienses como Eric’s Trip, Elevator, Perplexus o The Unintended, en la que reflexionaba sobre la profunda relación de amistad y hermandad que tuvieron a pesar de la pérdida de contacto, postulándose como una especie de segunda parte o de respuesta a la extraordinaria “Riverview Fog” que iniciaba el álbum Northern Passages y que Dallas le dedicó en 2017.

rick white the sadies
Dallas Good y Rick White

Pero fue realmente tres meses después del mencionado deceso, con el álbum tributo Rick White plays The Sadies y con el anuncio del álbum póstumo Colder Streams de los de Toronto, cuando conocí más a fondo los profundos lazos entre ellos, partiendo de un comentario de un fan que me llamó muchísimo la atención al afirmar que Rick debería ser el sustituto ideal de Dallas, y al indagar más en su relación, conocer que habían compartido piso antes de tocar juntos en The Unintended o, incluso, que Rick había participado en un par de canciones del triple álbum en directo “In Concert Volume One” de 2006, así como también en la composición de otro par de melodías en “New Seasons” de 2007.

Ha sido ahora, en 2024, cuando se han llevado a cabo aquellos viejos planes de grabar un nuevo álbum juntos, con el existencialismo y la pérdida de un ser querido como principales protagonistas de las trece piezas que componen un trabajo discográfico tan bucólico e imaginativo como astral y psicodélico, con la más que notoria evidencia de que la imagen de Dallas se percibe latente en el pistoletazo de salida “The End” o en los dos últimos cortes a modo de colofón que son “Here in My Body” y “Life”.

Más allá del dolor y la resignación, en este artefacto también hay amor cósmico en un tema marca de la casa que me parece de lo mejorcito del disco, como es “Standing In The Yard”, perfectamente escoltada después por esa especie de charla ficticia antes del amanecer que  es “Try”.

Tampoco falta el misticismo con las reflexiones sobre conductas, acciones o pensamientos que merecen condena divina, como en “Sin”, ni los efluvios sixties a lo Byrds en las figuraciones aladas de “Fly Away”, en la bellísima luminosidad de “Green” o en esa caída al vacío de «Anymore”.

Otra melodía que sobresale claramente es “Spellbound”, entre el hechizo, el horror y los sentimientos espeluznantes. Más a ritmo de western, cual si estuvieran cabalgando al trote de la propia vida, se despliega un himno de soledad como “Walls”, otro sobre los verdaderos sentimientos como “A Love So Blue” y un tercero como reunión celestial en “With Or Without You”.

Como resultado de todo ello un álbum de rock emocional, filosófico y espiritual, que suena a la esencia y grandeza de The Sadies, y eso siempre es de agradecer.


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