Crónica del concierto de los granadinos Lagartija Nick en La Rambleta de València por su 35 aniversario.
… ardió la sala de la capital del Túria de emoción, de ritmos contundentes, de guitarrazos lagartijeros y, en definitiva, de ese universo tan exclusivo, tan personal y tan singular que forma parte del cuarteto granadino…
Unas horas antes del concierto, anunciaba en redes sociales el indescriptible baterista Eric que no son fallas, pero que València iba a arder. Y doy fe que ardió, aunque solamente para los privilegiados asistentes que llenaron La Rambleta. Ardió la sala de la capital del Túria de emoción, de ritmos contundentes, de guitarrazos lagartijeros y, en definitiva, de ese universo tan exclusivo, tan personal y tan singular que forma parte del cuarteto granadino formado por Antonio Arias como cantante y bajista, Juan Codorniu a la guitarra, Eric Jiménez a la batería y JJ Machuca a los teclados.
El objetivo del magno evento era repasar 35 años de trayectoria de Lagartija Nick, se dice pronto. Demasiados discos, demasiadas buenas canciones para elegir, algunas de las cuales, nunca mejor dicho, estaban cantadas que harían acto de presencia, otras se echaron de menos, y otras sorprendieron a propios y extraños por su inclusión y por su poderío en directo.
Que comenzasen con el hipnótico trallazo instrumental “Sonic Crash” fue toda una declaración de intenciones, rescatando la tensión de “Hipnosis” de aquellos inicios para lunáticos y jóvenes sicarios de la luz del televisor ante una concurrencia que, en su mayoría había abandonado la juventud, aunque más de uno (o una) estuvo bien escoltado por hijos incorporados a la loable causa lagartijera en unos tiempos donde podríamos decir que la luz procede actualmente, en mayor medida, de las pantallitas del teléfono móvil.
De aquellos orígenes se sumaría también el hastío de un mundo “tan raro, tan extraño, tan difícil” o el asombroso disparo vertiginoso de “Ahora” en un medley entre ambas que nos dejó tan aturdidos como extasiados, así como seguramente la pieza más inesperada de la velada, al menos para un servidor que desconocía su existencia, como fue “Que harás por mi”, rareza de finales de los ochenta y que mejor justificaba las tres décadas y media de trayectoria musical.
Del primer lustro noventero, aquel donde se fraguó la leyenda lagartijera, redimieron la grandeza de la generación beat y del “camino de Kerouac” para eternos adolescentes en “Universal”, el eterno párpado del puercoespín en el “Satélite”, la enloquecedora “Estratosfera”, la explosiva espiral de “La curva de las cosas”, la fascinante “Conmigo crece el caos” o, en la recta final otra rareza como “I Had Too Much To Dream”, versión de la psicodélica banda angelina sixtie The Electric Prunes, la voz del ghetto en la lisérgica “Rock ‘n’ Roll Zine” que, por cierto, sonó enorme, y la siempre estimulante a nivel neuronal y cardiovascular “Esa extraña inercia (anfetamina)”.
Respecto a los inicios del presente siglo tres preciosidades poco reconocidas como la fluctuante “Sin salir”, mi favoritísima “20 versiones” o la alucinante “El signo de los tiempos”. Ya más recientes “Crimen, sabotaje y creación” de la zona de conflicto que daría posteriormente título al álbum que, en cierto modo, fue un homenaje a Jesús Arias, y del que se incorporó “Agonía Agonía«, versión del obús punk-rocanrolero de Quäsar, la banda del mencionado hermano de Antonio Arias, así como el homenaje a los resistentes maquis granadinos contra el fascismo franquista “La leyenda de los Hermanos Quero”, el apocalíptico y desgarrador “Buenos días Hiroshima” de “Los cielos cabizbajos” y el homenaje a Luis Buñuel con “Me gustaría para mi (Las libélulas)”.
Eso sí, mención especial para el triplete atronador antes de los bises, fue lo más de lo más entre lo máximo, con el testamento de “Strummer / Lorca” que siguen con todos los nuestros, con la neurótica “Nuevo Harlem” o con el éxtasis eléctrico entre ángeles y arcángeles de “Celeste”. Ah, y por supuesto, las dos coplas que incluyeron de esa obra maestra que juega en otra liga como es “Omega”, donde el espíritu de Morente sobrevoló el recinto en “Vuelta de paseo” o en ese inmenso colofón que resultó ser “Ciudad sin sueño”.
Sí, en esa gran bola de confusión que es nuestro mundo, Lagartija Nick siguen vivos y presentes, una suerte seguir disfrutándolos. Per molts anys!!!
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