The Hellacopters - Overdriver

Críticas Discos

The Hellacopters abren el circo del rock en 2025 con «Overdriver».

Tenemos las melodías fluidas y nítidas de siempre, obra de ese artesano que es Nicke Andersson, rodeadas de riffs, solos y secuencias de guitarras fibrosas y elásticas…

La tentación que ahora me incita, se repite una vez tras otra, cuando se trata de acometer el comentario crítico de un nuevo álbum de cualquier banda veterana que tras un parón, vuelve a la actividad discográfica.

En el caso de los suecos The Hellacopters, cuyo stop de 2008 duró, en lo que a nuevas publicaciones discográficas se refiere, hasta el año 2022, en el que volvieron con «Eyes of Oblivion», el efecto que ahora me oprime y al que enseguida me referiré adquiere una dimensión aún mayor, pues el mentado retorno de hace tres cursos, fue ciertamente notable.

Por eso, cuando me dispongo a comentar las bondades de su nuevo elepé de título «Overdriver», la incitación a la que aludo, que no es otra que la de efectuar un testaje comparativo entre este segundo disco tras el retorno de 2022 con cualquiera de los grandes colosos de su primera etapa, se incrementa, al resultar tan sorprendente (para bien) su primer álbum tras el regreso.

The Hellacopters
The Hellacopters

Pero hoy, como he decidido hacer en otras ocasiones, me resistiré una vez más a tan dudosamente ético ejercicio de equiparación y trataré de expresar mis sentimientos por el disco en cuestión, sin fijar los comentarios al respecto del mismo aludiendo a glorias pasadas y, desde luego, nunca olvidadas.

«Overdriver» es el primer disco de The Hellacopters que cuenta con la producción íntegra de Nicke Andersson. Dicho esto, también es preceptivo indicar que para su grabación, debido a la lesión sufrida en la mano por el egregio guitarrista Dregen, cuya rehabilitación parece que va a ser larga y que ya le privó el pasado año de participar en parte de la gira del grupo, la banda ha decidido registrar estas canciones en formato cuarteto, alternando las guitarras entre Andersson y el teclista Bobba Fett.

Independientemente de estos avatares, al disco no le falta nada de lo que viene siendo característica general de un álbum de The Hellacopters. Tenemos las melodías fluidas y nítidas de siempre, obra de ese artesano que es Nicke Andersson, rodeadas de riffs, solos y secuencias de guitarras fibrosas y elásticas, teclados que construyen imponentes muros sónicos, increpante base rítmica y estribillos adictivos y sumamente contagiosos.

Todos estos elementos hacen de «Overdriver» un disco que, insisto, sin entrar en comparaciones embarazosas y desfasadas en cuanto a coordenadas temporales justas y concretas, se pasa en un suspiro y contiene momentos pletóricos de solemne alzamiento anímico en base a Hard-Rock, High Energy, Glam-Rock e incluso Power-Pop; cierto que se echa en falta el primigenio Garage y Punk de sus primeros discos, no obstante el que tuvo retuvo, como lo demuestra la histérica «Wrong Face On».

Pero, aunque el disco evidencia variedad en cuanto a fortaleza sónica y tempos melódicos, sí me gustaría destacar algunos temas que por sí mismos podrían justificar el álbum al completo, como el pelotazo ‘marca de la casa’ «Token Apologies»; la pegadiza y exultante «Don’t Let Me Bring You Down»; el tema de esencia Pop/Power-Pop «(I Don’t Wanna Be) Just a Memory»; una de mis favoritas del lote como es «Soldier On»; la jubilosa y excitante «Doomsday Daydream» o la frenética y urgente «Faraway Looks». En cuanto a los singles «Do You Feel Normal» y «Leave a Mark» mantienen una acogedora aura heredada del Hard-Rock de laca y lentejuela de los años ochenta.

Habrá quien mire al pasado a la hora de determinar la valía de «Overdriver», un servidor lo trae a Exile SH Magazine para recomendarlo, sin garantizar hazañas ni promesas de eterna juventud, pero teniendo claro que pocos nos harán disfrutar en 2025 del groove y la pegada del rock de energía y subidón, como ya lo hace este álbum, yo lo tengo claro, la leyenda de los Hellacopters continúa a pesar de los treinta y seis años pasados desde sus rutilantes inicios.


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