
Copernicus Dreams sigue haciendo camino, ahora en castellano y celebrando el viaje de la vida.
Entre acústicas de íntimo pulso y teclas de aterciopelada caricia, van desplegando unas historias que al principio no parecían fluir libres y limpias en la voz de Chus…
«Caminante no hay camino, Se hace camino al andar»
Estos célebres versos de Don Antonio Machado se adaptan a la perfección a la caminata artística que lleva recorriendo la formación cántabra Copernicus Dreams desde que en 2015 publicase su primer álbum: «Sunrise».
El camino ve alterado y modificado su serpenteante sendero a través de la mirada del caminante; aunque en realidad, es él a su vez quién cambia y modifica la visión percibida en derredor por el desconocido andarín. Podemos llegar a la conclusión por tanto, de que ambos se complementan y fusionan para avanzar en la aventura de la vida, sin que la quietud silenciosa y solitaria del paso del tiempo marque un devenir triste y banal para ambos.
Copernicus Dreams siguen transitando por su camino, y si bien la senda ha puesto ante ellos un racimo de pérdidas, ilusiones, frustraciones y alegrías; también ellos han aprovechado el paseo para alzar la vista hacia el final del recorrido sorteando recodos y pendientes, así como insistiendo en la pisada y el golpe de riñón, con el fin de fortalecerse y hacer la travesía más enriquecedora y amable.
Sin dejar de apoyarse en el bastón de sus propias neuras musicales y sónicas, el tránsito les ha llevado por bifurcaciones que han ido dignificando y puliendo sus canciones y discos.
Por todo esto que digo (aunque no sé si lo explico con tino en los párrafos superiores), es por lo que pienso que, tal vez, este cuarto esfuerzo musical de los de Chus González se titula precisamente «El Viaje».

Evidentemente, en esta cuarta etapa de su viaje, lo más relevante es el cambio de idioma, del inglés habitual a – por vez primera – el castellano, con el que evocan sus recuerdos, narran sus historias, presentan a sus personajes o anhelan la consecución de sus sueños e ilusiones.
Entre acústicas de íntimo pulso y teclas de aterciopelada caricia, van desplegando unas historias que al principio no parecían fluir libres y limpias en la voz de Chus, como si la lengua de Galdós quedase bloqueada en un glotis acostumbrado a lidiar con la fonética de Byron.
Aunque finalmente, y tras menos escuchas de las que podía (al menos un servidor) vaticinar en un principio, la bruma se evapora y podemos descubrir el timbre de color madera de Chus cantando en un reposado – y muy apropiado – castellano.
Por lo demás siguen practicando un estilo americana de carretera y leyenda arrastrada por la brisa, con la cálida presencia de una luz vaporosa que transmite sinceridad y cercanía.
Cesan (que no desaparecen) en esta ocasión algunos efectos psicodélicos y progresivos de anteriores etapas, y se acurrucan ecos nuevaorleonescos con la aparición, decisiva en muchos momentos, de un terceto de vientos metales, además de propinar alguna dentellada rockera con incisivas guitarras eléctricas que se desenredan en bonitos solos; no falta en este periplo alguna fábula cantada sobre amarillentos cielos crepusculares.
La nostalgia de viajes pretéritos en cruces de caminos donde se intuye la presencia del maligno; entornos pantanosos, nocturnos y ambiguos, con cócteles y ruletas dirigiendo voluntades y destinos. Celebraciones en diferido con los Stones sobrevolando y la huella de los dedos de Tracy en la piel; malos pasos y apuestas de farol que salen mal o las primeras zancadas para volver a empezar un nuevo trazo del camino, son algunos de los planes y cuentos que nos proponen Copernicus Dreams en este Viaje.
En Exile nos hemos hecho eco de los singles que anunciaban la llegada del disco: «Tocando fondo», «Polos opuestos» y «Cruce de caminos». Así mismo, el grupo se ha animado a practicar una reconstrucción al castellano, con incursiones sónicas sutiles pero que suman, de dos temas de sus discos anteriores, más concretamente: «Flotando en el espacio» sobre «Goals & Illusions» y «Luna de Miel» sobre «The Honeymoon Song».
«El viaje» es además el primer álbum del grupo grabado íntegramente en directo, con producción de Asier Zubelzu en Gaua Estudio, mezclado por Toni Brunet y masterizado en los Estudios Kadifornia en El Puerto de Sta. María por Mario G. Alberni. Y me permito añadir que es el trabajo que mejor suena de los cuatro publicados por la banda.
Cantar en castellano es un nuevo recoveco en el camino, que a buen seguro definirá una época para Copernicus Dreams que sin duda desembocará en un nuevo horizonte donde se habrán de gestionar repechos y sortear más meandros, siempre dentro de ese sendero que comparten con nosotros. Celebremos el viaje y no nos preocupemos por el destino, porque aún estamos en ruta.
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