The Pearlfishers - Love & other love hopeless (2019)

Críticas Discos

Escocia tiene magia y este disco de The Pearlfishers es una buena prueba de ello.

Canciones que son pura artesanía, que evocan a cielos azules y rocío mañanero, a primaveras explosivas y calles donde los jóvenes esparcen sentimientos primigenios y aún puros

Escocia es tierra de magia y duendes, de acantilados y folclore ancestral, de tormentas y leyendas… y desde luego también de inspiración para muchos compositores que al abrigo de toda la liturgia que encierra ese hermoso país, llevan años regalando coplas de encendido lirismo pop, virtuosos de la melodía, del encanto sónico y de las armonías.

En este grupo es obligatorio encuadrar también a David Scott, capitán de The Pearlfishers, que vuelven tras cinco años de silencio con el hermoso «Love & other hopeless things».

El pop más desenfadado que no sabe de su grandeza y el sunshine pop más radiante que brilla por vocación de expandir alegría es una manera un tanto cursi pero creo que atinada para describir lo que hace este maravilloso grupo.

Canciones que son pura artesanía, que evocan a cielos azules y rocío mañanero, a primaveras explosivas y calles donde los jóvenes esparcen sentimientos primigenios y aún puros.

David Scott/The Pearlfishers
David Scott/The Pearlfishers

Pianos, acústicas, coros, vientos y cuerdas, percusiones que van del chasquear de dedos a las palmas y el fraseo rezumante de afabilidad de David, todo crea un ambiente donde el recelo sale por la puerta principal convertido en esperanza y el sosiego expectante dibuja un paisaje de bienestar que roza con la felicidad, tonos pastel y evocaciones vintage, en resumen: pop eterno y por tanto atemporal.

La felicidad durará algo más de cuarenta minutos en los que veremos tomar el protagonismo al hombre/mujer de a pie, al que sueña y vive con sus ilusiones a cuestas, no se pierdan el tema homónimo que abre el disco.

Momentos de dream-pop, de jungle-pop e incluso folk-pop pasado por el tamiz de la tradición compositora escocesa, sobra enunciar referentes que ustedes ya intuyen.

Pero miren hacia las letanías acústicas y folks para disfrutar de la hermosa «Could be a street, could be a saint» o a una visión más reflexiva y paciente en «You’ll miss her when she’s gone»Gilbert O’Sullivan renace en «You can take me there» con subrayado de piano y la nostalgia se aferra a la preciosa canción de cámara «Once I lived in London» compuesta por David junto a Bill deMain.

No es esta la única aportación externa en el capítulo de la composición, Becci Wallace canta junto a Scott y juntos escriben la bella «Sometimes it rains in Glasgow».

La animosa «One for the bairns», la recóndita «A walk into the blue night» o el brillante instrumental «A woman on the verge of becoming a cyclist» donde se mezcla el ambiente de una banda sonora con esencias griegas e italianas, son momentos que dejarán evidente poso en el oyente antes de acometer el final, que llegará de la mano de la estupenda «I couldn’t stop the tide» de preciosa línea dibujada por las voces y las teclas y la balada que finiquita el álbum, «Another sunflower» con la plácida voz de Scott secundada por un piano y un chelo.

Precioso disco de The Pearlfishers, tal vez de lo más bonito que se escuche este año, perfecto para saborear la vida sin prestar oídos al ruido que nos azota. Si la esperanza tuviera forma de canción, cualquiera de «Love & other hopeless things» podría servir, prueben…


4 comentarios

  1. Es maravilloso. En cosas me recuerda a Aztec Camera. Esos putos escoceses!!!! Dioses de la melodía. Creo que disco del año. Y todavía no lo tengo.

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