…entre tanta saturación musical en las redes sociales hay una oportunidad muy interesante de subir a un Tren fantasma donde disfrutar de las emociones, de los sueños,…
No estamos en el lejano Oeste pero nos lo podríamos imaginar. Allí, en esa quimera o en “Aquí estoy”, el “Tren fantasma”, el ansiado y esperado nuevo álbum de LA GRAN ESPERANZA BLANCA, comienza a silbar.
Y para ese inicio me resulta más bucólico, lírico y al mismo tiempo épico que se camufle medio siglo en la cerviz que en una más frecuentada espalda aunque nada resulta excepcional si tenemos en cuenta que muchas de las letras mejor elaboradas del cancionero español corresponden a Cisco Fran, el vocalista y compositor de LGEB.
Chuso Al: batería, Spagnolo Ferocce: guitarras, Chiti Chitez: bajo y Cisco Fran: voz, guitarras y armónica
Como principales pasajeros de este “tren fantasma” destacan los besos. Sí, justamente ellos, los besos, desde que arranca y sus ruedas comienzan a girar, en distintas acepciones, entre por ejemplo “azúcar y miel” y, también, circunstancialmente, entre hiel, amargura o resentimiento.
Si primero hacen acto de presencia en una vía muertacontando las heridas de unos eternos amantes que por forzadas circunstancias se hallan distanciados es en “Tu risa” donde se muestran, en cambio, cercanos, bien sujetos, agarrados, imperecederos y haciendo la vida inmortal, algo similar a lo que sucede cuando surcan “el mar del coral”.
Desde otra vertiente se presentan guardados en un cajón, preparados para ser asidos cuando estime oportuno una receptora “Estrella de mar” dentro de lo que podría considerarse como el tema que menos suena (o ha sonado en una brillante y poco reconocida trayectoria) a los valencianos de LGEB. Sí, digo que menos suena pero cómo suena, con esa voz modulada, con esa guitarra distorsionada y con esa armónica que nos desplaza hacia otra estación en la noche estrellada. Todo belleza, todo emoción antes de intentar robar un beso fugaz en “La última copa”, esa que siempre sienta fatal.
El otro corte que me ha sorprendido muy gratamente es un “Payaso” que entre polvo, viento, alcohol, aspirinas, ceniceros, pizzas y un beso sellado suena pantanoso, fronterizo, con fusión de estilos, en cierto modo me ha recordado algún episodio de Don Santiago Auserón, bien con Radio Futura o con Juan Perro, y donde también reluce el acompañamiento al piano Rhodes de Gilbertástico.
Turno y mención expresa para “Los años de felicidad”, con la colaboración en los coros de Ángela Bonet (Lanuca). Turbadora, conmovedora, otra vez una composición de Cisco Fran ha conseguido estremecerme seriamente, como en su día la “Nostalgia de Bellville”, como escasas lo consiguen. Esta vez el logro reside entre Nino Bravo, clochinas, tellinas, Cantinflas, Charlot y cromos de fútbol. Ah, y aquí también hay un beso, más encubierto y disimulado pero un beso al fin y al cabo a aquellas tardes de ingenuidad, a aquellos días con papá donde el futuro no existía.
Ticket para subir al Tren Fantasma de LGEB
En “Música antigua”, la que mejor alimenta el espíritu, la que habla sin mentiras, hay una nueva parada en otra estación recuperando el temazo de la grandísima “Derrota” del 2013 hasta hacerla tabernera. Enormes los coros acompañantes de May Ibáñez, la vocalista del emergente grupo valenciano Badlands que, junto al violín de Raff Deen, también deja su impronta de camaradería en “El chico del tren”. Por cierto, qué temazo con sabor a salón, a prostíbulo, a soga, a sufrimiento, a desamor, a sepultura, a raíces de música americana, la misma pura cepa que impera en “Cantad conmigo”, esta vez con la compañía de Pepe Cantó en los coros y de Juanlu Tormo (de Senior i El Cor Brutal) al acordeón, alzando al unísono la copa cual si fuera un beso de ladrones, brindando por los días de vino y rosas, por las escapadas, por el amor, la vida, la muerte y el olvido.
Entre tanta música mediocre que nos intentan colar, entre tanta saturación musical en las redes sociales, hay una oportunidad muy interesante de subir a un “Tren fantasma” donde disfrutar de las emociones, de los sueños, incluido esa especie de vagón secreto, el «Coney island belle» donde se degustan jarras de cerveza, perritos calientes y casi de incógnito se escuchan canciones de Willie Nelson. Todo es cuestión de gratitud, todo es cuestión de saber elegir: ¡¡¡Pasajeros al tren!!!