Críticas Discos Especiales

Desde luego no soy el más docto para enarbolar la bandera del rock independiente, es más, conozco a un par de tipejos amigos de esta casa con mejor gusto y un conocimiento más consumado del tema. También es verdad que en ésto de los estilos o escenas habidas y por haber confieso que nunca me he casado con nadie, toque el ukelele o empuñe una telecaster, puesto que es evidente que hay grandes discos por los siglos de los siglos en todas partes, desde las baldas más relucientes hasta en las cloacas más insalubres. A partir de aquí me parecía de recibo que un disco de la grandeza de Doolittle no pasara a engrosar las vitrinas de este maravilloso exilio musical, porque es una POM de un grupo, los Pixies, a considerar de los más grandes, y porque en mi caso me marcó (por los pelos) una juventud ciertamente ecléctica.
No voy a afirmar que, o bien éste o Surfer Rosa, incluso cualquiera de sus discos (a excepción, claro está, de sus dos últimas regularidades) es su mejor obra, porque incluso tengo el Bossanova en un pedestal. Doolittle, si a caso, podría considerarse su obra mejor acabada, el mejor equilibrio y síntesis entre los Pixies de los inicios de Come On Pilgrim y los discos que grabarían en los 90. Y bien sabéis que menos unos cuantos iluminados casi todos llegamos aquí por Here Comes Your Man, en mi caso además gracias a cuatro chicas rockeras vestidas de negro que bajo el nombre de Oyak operaron en los 90 en las cercanías de mi ciudad natal, la versión del Wave Of Mutilation que se marcaban era uno de los puntos fuertes de unos directos cargados de actitud y que en su momento me descubrieron el oro, o al menos un oro que no era fácil encontrar en los canales principales de una época marcada por el grunge y el brit-pop.
Ahora ando metido de lleno de nuevo, todo sea dicho que por la gracia de mis paisanos Mad Robot (muy dignos herederos de su charm sonoro), metido en una ola de distorsiones disonantes y estribillos maravillosos, de oca a oca y le doy al play. Y señores, no puedo más que arrodillarme ante esta banda, y ojo a lo que voy a decir y preparado estoy para que me lancen algún tomate, que si bien el punk introdujo una actitud nihilista y desbocada a la misma fórmula del viejo rock’n’roll, una década después bandas como los Pixies (Sonic Youth, Yo La Tengo, Dinosaur Jr…) supieron alimentar esa actitud de «yo me lo guiso y yo me lo como» con un espíritu autodidacta que les llevó a sacarse de la manga un estilo propio con un desparpajo pasmoso, nadie suena como los Pixies, nadie sonó antes como ellos, nadie cantó como Black Francis, incluso su «everything is gonna burn» de la canción de los monos me parece hoy por hoy más brillante y real que el «no future» del sr.Juanito Podrido. Y es que muy pocos fueron capaces de darle a esta independencia un valor que casi diría elitista y de universitario engreido con unas letras que simpatizaban con el surrealismo, homenaje a Luis Buñuel incluido en la fantástica Debaser, y de ríete de la angustia existencial de la siguiente oleada guitarrera. Sin exageraciones innecesarias, ni pose fingida que valga, con unas cuantas power-chords, unos trenzados de guitarras simples pero efectivos en la sinuosa Monkeys Gone To Heaven, capaces de hilar un pop monumental para la fm en Here Comes Your Man y al mismo tiempo gritarte sin compasión al oido con Tame. Maravilloso minimalismo de bajo grueso y batería en primer plano empastado a la perfección con tremendas guitarras en I Bleed, juguetones en La La Love You, y hasta el final con una favorita como es Gouge Away que se come con patatas a todo aquel que se venga con la fórmula calma-tempestad. Un disco generoso, quince canciones y mucha tela, nada sobra y más allá de sus más arquetípicas tonadas encontraremos el aliento descarnado de canciones como Dead o la pulsión frenética en Crackity Jones, de una generación que gritaba por abrirse paso y que a la postre llegó tarde para el éxito masivo a pesar de su excelencia. Precisamente en este momento los Pixies estaban cruzando la difícil frontera desde la independencia hacia las grandes audiencias, paso que muchas veces se cobra su precio, aunque bajo mi punto de vista no fue el caso, es más, amplificó su esencia.
Dootlittle lo tiene todo, la quintaesencia sonora del rock independiente, el puente perfecto entre los 80 y los 90, el grupo al que muchos de sus más existosos relevos se lo deben casi todo y a su vez uno de los mejores representantes del underground en el final de su década. Hubiera preferido un legado intachable, pero porque negarles ahora el derecho (aunque sólo sea con la leve coartada de un puñado de canciones a recoger de sus dos últimos discos) de pasearse por los escenarios como las leyendas que son, les corresponde y punto.

Estos días suenan guitarras altas y chirriantes, entre ellas se abren paso gritos y susurros, bendita y necesaria enajenación que me lleva en volandas como el primer día que di con ellos, una perfección capaz de equilibrar el hastío y las ganas de comerse el mundo, la distorsión y el estribillo perfecto, la clara pero tormentosa línea que une la vida y la muerte, perfecta para sacudir la autoindulgencia y la ligereza con la que llevamos nuestra existencia, sí sr.Francis, gríteme con tranquilidad. Doolittle, sin miedo: obra maestra del rock de todos los tiempos.

 Pixies – Doolittle (1989) 10/10
1.- Debaser / 2.- Tame / 3.- Wave Of Mutilation / 4.- I Bleed / 5.- Here Comes Your Man / 6.- Dead / 7.- Monkey Gone To Heaven / 8.- Mr. Grieves / 9.- Crackity Jones / 10.- La La Love You / 11.- No. 13 Baby / 12.- There Goes My Gun / 13.- Hey / 14.- Silver / 15.- Gouge Away


2 respuestas

  1. Doolittle precisamente, es ese disco que hermana camadas y no entiende de estilos. Yo hasta la presente, cuando quiero explicar lo que es la música alternativa siempre les pongo el Doolittle; no falla. Y me libro de los 40, Flaix, Seguridad Social, y merdellones varios.

  2. Heyyyyyyyyyyyy….beenn trying to meet you.
    yo soy un poco mas de SurferRosa, pero sobre todo de PPPPPPPixies. Un grupo y un rock singular, fresco, hilarante, desinhibido, ingenioso y no convencional o amodal. Un referente y una fuente de inspiración para cualquier musico de cualquier estilo.

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