Tu Grace eres de la familia de Astral Weeks, del Blood On The Tracks o del A Kind Of Blue, perteneces a los planetas independientes, inclasificables, que no aceptan el rubor, la medida, la contención pero que no son vergonzosos, desproporcionados ni descarados. Fenómenos sobrenaturales hechos de retos inexplicables. Y quiero saber lo que hoy me cuenta Grace, veinte años después de tu muerte que parece fue ayer, justo esa es la edad que tiene mi hijo. Y escucho el mismo quejido profundo en Mojo Pin y unos desarrollos dignos de los Zepp del III y una síntesis de un tipo de discos muy favoritos tuyos como el The Lamb Lies Down On Broadway de Genesis. Y en Grace una cabalgada de guitarras, deudoras de nuestra Joni, amplían la letanía hasta los límites que pareció dejar inexpugnables la Cyprus Avenue. El bajo sinuoso marca la pauta en la sublime Last Goodbye donde continúan en caída libre un tropel de emociones difíciles de racionalizar. Como si fuera un grunge melódico (eran tiempos de nirvaneo) creaste un estilo en ti mismo que quien quiera copiarlo tiene firmada su partida de defunción inmediata. Los hay que crean un género y con ellos se empieza y acaba. Uno de ellos eres tú.
So Real pasea por los callejones de una desolación que no llega a asfixiar hasta su tremendo final de frenopático, de nuevo tan Kashmir. Pero tras un suspiro audible llega un arpegio muy Scritti Politti del credo del rabino Cohen ya rescatado para la eternidad por John Cale y a obrar la masterpiece, a robarle el tema para siempre a su autor.
Tras una escalofriante acordeón que recuerda al Swordfishtrombones del tío Tom Waits, la cadencia de vals acústica indica majestuosa que entramos en tu mejor canción ever: Lover You Should´ve Come Over. Una staple a añadir al blue eyed soul, donde Tim Buckley, Terry Reid y Robert Plant, son el padre, el hijo y el espíritu santo. Y unos coros te hacen levitar y entrar hasta la cocina del paraíso de la verdad. Construida con un crescendo descomunal, esta gema se convierte en la pieza más representativa de su propio soul. La muy castrati Corpus Christi Carol te hace pensar en el privilegio de estar un día solo caminando por los Museos Vaticanos. Esta es la fase del disco más recogida y de descarnada confesión.
Vuelve la demencia grunge con Eternal Life y un rollo muy Jim Morrison y Doors en Dream Brother. Me viene ahora al pensamiento de que para muchos melómanos es un disco sobrevalorado y pienso que llegan a esa conclusión porque Grace no es cómodo y discurre por caminos embarrados y tortuosos. Le pasa un poco como al Physical Graffiti o al Lorca de su padre. Una vez que tienes las botas llenas de tierra mojada por haber hecho su ruta, el esfuerzo compensa. Sobre todo porque aunque ahora, con sus reediciones infinitas, le han tratado de limar asperezas, rematando el set con una especie de visión desde la cumbre, la espléndida y amable Forget Her, el Grace se parió como lo que es: un tratado sobre la complejidad de un alma atrapada por los cilicios del más inmenso amor.
Y en Grace, además, jamás lo olvidemos, tenemos encerrada en todo su esplendor a una de las voces-alma más impresionantes que han habitado la faz de la Tierra.
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