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Crítica y reseña del álbum ‘Face of the screaming werewolf’ de The Fleshtones.

…otro artefacto que demuestra que los Fleshtones son fabulosos e incombustibles, y que hacen honor al diploma que, en oro y diamantes, deberían poseer como la mejor banda de garaje-rock americana de todos los tiempos…

Algún día, y apremia que sea lo más pronto posible, debería haber un reconocimiento unánime —del uno al otro confín del planeta Tierra— sobre nuestros queridos ‘Hermanos Marx del rock ‘n’ roll’. Ojalá sea antes de que dejen de estar en activo porque ya no sé cuántos méritos pueden hacer más. Por el bien de la Humanidad, que tarden mucho más en prolongar ese dinamismo que les caracteriza, el que hace perdurar la llama sagrada del rock y que tantas alegrías, satisfacciones y regeneraciones neuronales nos aporta.

Hablamos, por supuesto, de unos auténticos supervivientes, con más de 40 años en la pomada desde su debut en la mítica sala CBGB neoyorkina antes de su flamante primer álbum “Roman gods» en 1981. Ahora, cuatro años después del extraordinario “The band drinks for free” y del single “Layin’ pipe” con el que nos deleitaron el pasado 2019, han vuelto en el año más complejo que se recuerda debido a la pandemia del Coronavirus, una añada que además no puede presumir por la abundancia de calidad rocanrolera musical. 

Crítica y reseña del álbum 'Face of the screaming werewolf' de The Fleshtones.
Fleshtones

En «Face of the screaming werewolf podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que solamente por el título, un tributo a la película mexicana sixtie de terror y de serie b, ya debe tener, desde las cavernas de los infiernos, una bendición del inolvidable y siempre querido amigo Lux Interior. Además estamos ante otro artefacto que demuestra que los Fleshtones son fabulosos e incombustibles, y que hacen honor al diploma que, en oro y diamantes, deberían poseer como la mejor banda de garaje-rock americana de todos los tiempos.

A través de todo su contenido nos contagian de buen rollo, algo que algunos ya vislumbramos con las avanzadillas de la canción que da título al álbum, de Spilling blood y con ese tema en el que Zaremba cede todo el protagonismo a Keith Streng, como es Alex Trebek.

Más cosas. El garage más afilado y abrasivo lo disfrutamos en Manpower debut, el sello clásico ‘fleshtone’ está muy presente en You gotta love, love, Violet crumble, cherry ripe o The show is over, mientras que nos colmará el rhytm&blues instrumental más frenético con armónica en el centro del delirio en Swinging Planet X o de forma más pausada en el blusero colofón de Somerset morning.

Para colmo dos gratísimas sorpresas, como la fenomenal composición más popera Waiting on a girl del bajista Ken Fox y la versión del lisérgico Child of the moon de Sus Majestades los Stones, la que fuera cara b del single “Jumpin Jack flash” en 1968 y que los Fleshtones tocaron por estos lares en la última gira.

Sí, ojalá puedan venir pronto a presentarnos este suculento material que demuestra que los de Queens están vivos y coleando, algo que es una buena y esperanzadora señal en tiempos difíciles y revueltos.


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