Reseña del cuarto disco en solitario de Gaz Coombes (Supergrass)
…vuelve a reafirmase con este cuarto disco en solitario como el gran artista que es, con un discurso propio y que ya en las primeras escuchas se muestra como uno de sus mejores trabajos […] con un toque más soul y acercándose al arte crooner, bajando un poco más el ritmo, ahora con más groove, y apostando por ambientes sonoros más sosegados.
Tras la estela de los archiconocidos Supergrass, su líder Gaz Coombes ha ido construyendo una sólida discografía ciertamente desconocida para la gran mayoría, y eso a pesar de la gran popularidad que adquirió el grupo en los 90. En este exilio musical ya hemos dado cuenta de ello en otras ocasiones.
Ahora, Gaz Coombes vuelve a reafirmase con este cuarto disco en solitario (ya anunciado el año pasado en el exile) como el gran artista que es, con un discurso propio y que ya en las primeras escuchas se muestra como uno de sus mejores trabajos discográficos.
Además Gaz Coombes ha sabido aprovechar todo su bagaje, y sin renunciar a él ni rendirse a la autocomplacencia, va más allá ofreciendo una propuesta de gran calidad en la que explora nuevos territorios sonoros sin titubeos, con muy buen gusto y con una producción de lo más cuidada en detalles y adictiva a la escucha.
Con un toque más soul y acercándose al arte crooner, bajando un poco más el ritmo, ahora con más groove, y apostando por ambientes sonoros más sosegados, tal y como empieza Overnight Trains, con un algo del clásico Lee Hazlewood. Eso sí, siempre con unas guitarras tocadas de vicio, excelente al groove de Feel Loop y ojo que cuando tensa la cuerda ofrece algún que otro trallazo que en otros tiempos hubiera sido susceptible de marcar como hit single, pongamos por caso Long Live The Strange.
Y está bien que sea un disco que no opta por explotar un mismo tono instrumental y nos haga subir y bajar, unas veces más eléctrico y otras dejando que los teclados y algún detalle electrónico nos envuelva muy sutílmente como consigue en Not Only Things. Excelente la tonada Turn The Car Around, la que da título al disco, con gran interludio, cambio de ritmo y parte de guitarra, que junto a Sonny The Strong y el excelente colofón final, la épica Dance On, considero las grandes composiciones de este disco.
Por supuesto que las añoradas soflamas festivas de su juventud quedan lejos, de lo mejor de los 90. Aunque hay que admitir que Gaz Coombes siempre mostró una mordacidad superior a la mayoría de compañeros de generación, elemento que por supuesto no ha perdido, es más, ahora su discurso gana en una mayor sensibilidad a la hora de profundizar en todos aquellos asuntos inherentes a la madurez.
Trazando cierto paralelismo con la trayectoria de Arctic Monkeys en los últimos años, por similitudes estilísticas más que nada, casi diría que este disco de Gaz Coombes contiene la consistencia que bajo mi punto de vista no ha conseguido el grupo de Alex Turner, quizás más centrados en la forma que en la profundidad. Una opinión gratuita y sin ánimo de ser compartida, y que por supuesto puede estar equivocada, el tiempo dirá si es que algo tiene que decir con una obra de estas características.
A la postre, Gaz Coombes me ha sorprendido con este disco, un trabajo muy completo y con una producción cuidada al detalle. En todo caso, y por mi que no quede, si tienes ganas de escapar un ratito de la hegemonía de la música americana, sin lugar a dudas, Turn The Car Around es un disco que entra bien fresco y que recomiendo encarecidamente si además eres un amante del buen pop.
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