Crónica del concierto de Luis Prado en Loco Club de València el 11 de mayo de 2024, presentando ‘La estafa de la vida adulta’.
… el alicantino consiguió el más difícil todavía, armonizando mordacidad, risas en sus ocurrentes disquisiciones y emoción a raudales en unas piezas musicales donde sería enormemente injusto no citar la destreza y pericia de sus escoltas…
Pues lo vivimos y por eso lo podemos contar. El templo powerpopero valenciano del Loco Club alcanzó un ‘sold out’ para ver a Luis Prado, que presentaba su flamante último álbum “La estafa de la vida adulta”. Un llenazo por una privilegiada asistencia a la que Luis, ataviado con una t-shirt del primer concierto de Joe Cocker en 1970 y con su singular agudeza, humor e ironía, agradeció por coincidir más o menos a la misma hora que el Festival de Eurovisión, el bochornoso evento que, como cada año, apuntaba maneras de volver a ser un vulgar, chabacano y ordinario show televisivo para una abducida cantidad ingente de espectadores.
Tras la oportuna presentación de los músicos acompañantes comenzó el repaso a ese manual de comportamientos y situaciones sociales que son bastante habituales en la estafa existencial que nos ha tocado vivir y que se visualizan de mejor manera en la edad adulta. A modo de preámbulo ahí estuvo “Todo se va arreglando”, esa especie de hit como pico optimista que es “Moderadamente bien” que, igual que en estudio, contó con la participación de Rebeca Ibañez en los coros, así como entre guiños en el teclado a Pink Floyd o a la Electric Light Orchestra “Modo hater” y “La magia en un momento”.
A partir de ahí, más o menos el concierto siguió un orden cronológico de manera inversa. En cada paso, en cada canción, el alicantino consiguió el más difícil todavía, armonizando mordacidad, risas en sus ocurrentes disquisiciones y emoción a raudales en unas piezas musicales donde sería enormemente injusto no citar la destreza y pericia de sus escoltas, como Carlos Soler al bajo, Pedro Corral a la batería y Carlos Alvarez a la guitarra o con un segundo teclado que elevó, si cabe más, la temperatura y la excitación del concierto.
Del “Tsunami emocional” de 2021 se sumaron “Tejero y su coach” y “Te vi terraplanista”, que me parecieron lo mejor de la velada. Pocas veces podremos escuchar unas críticas tan fabulosas, camufladas e ingeniosas al fachorrío golpista, a las conspiranoias, a los negacionismos y a las distopías mentales con las que tenemos que convivir todavía más en los últimos tiempos.
De mis terrores favoritos allí estuvieron “Da igual” que, tal y como anunció Luis no contó con la participación de Coque Malla que sí estuvo en la de estudio, “No se que ves en mi”, “Eres insoportable”, “Ahora me caes bien” o “Estoy gordo” y que, nunca mejor dicho, engrosaron todavía más las complejas y surrealistas situaciones de la vida adulta.
En la recta final dos sorprendentes y enormes versiones llevaron al clímax colectivo. Por una parte “All The Young Dudes”, el tema de Bowie que originalmente fue publicado en el 72 por Mott the Hoople y que llevó al éxito internacional a la banda de Ian Hunter, y el megahit ochentero “I’m Still Standing” de Elton John que, por cierto, todo sea dicho, a un servidor le gustó bastante más que la original por intensidad, por fuerza y por entusiasmo.
Por si fuera poco, dos temas recuperados de los tiempos del Señor Mostaza como “Un momento eterno”, que me pareció tan esencial como culminante y trascendental, y “Bipolaridad”. Ellas pusieron el broche de oro a un concierto que demuestra la grandeza de una propuesta musical bastante diferente a casi todo lo que se cuece aquí, allí o allá. Pop lúcido, de élite, para minorías selectas que abarrotan garitos. Un gustazo.
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