
Reseña y crítica de Odie Leigh y su álbum ‘Carrier Pigeon’.
… ahonda en su estilo etéreo y melancólico, de raíces y con algo de contenido social, ubicándose como gran promesa juvenil del folk independiente y alternativo americano…
Cada vez se visualiza con mayor nitidez que nos hallamos ante el mejor año femenino de música de calidad que se recuerda, con soberbias publicaciones de nombres como Waxahatchee, Hurray for the Riff Raff, Sarah Shook, Stephie James, Sierra Ferrell… y a las que sumaría ahora también otra chavala muy joven, como es Odie Leigh.
Nacida y criada en Baton Rouge, ciudad del estado de Luisiana, comenzó a despuntar con su proyecto musical desde que lanzó los EP’s digitales “How Did It Seem To You?” y “The Only Thing Worse Than A Woman Who Lies Is A Girl Who’ll Tell Truths”, de 2022 y 2023 respectivamente, aunque sus inicios se remontan a 2021, con la canción “Ronnie’s Song”, después de la pandemia y de que les ganara una apuesta a sus raperos compañeros estudiantes de vivienda por hacerse viral en TikTok.

En su reciente álbum debut “Carrier Pigeon” ahonda en su estilo etéreo y melancólico, de raíces y con algo de contenido social, ubicándose como gran promesa juvenil del folk independiente y alternativo americano, en cierto modo siguiendo los pasos de Alynda Segarra con Hurray for the Riff Raff en New Orleans, donde también reside, aunque su estilo tiene más conexiones con nombres como AniDiFranco o, según ella, las influencias clásicas de Elizabeth Cotten y Connie Converse.
Presentó como primer adelanto a principios del año “No doubt”, una pieza tan exquisita como inocente, cargada de esas dudas frecuentes en el amor adolescente y juvenil, con sugestivos acordes acústicos de guitarra y unas trompetas que emergen y le proporcionan un original equilibrio. Precisamente los instrumentos de viento también hacen acto de presencia en “Already (On My Mind)”, donde su peculiar voz intensifica ese estado de enamoramiento que puede tener efectos secundarios como el insomnio y la ansiedad, y en la cruda y autorreflexiva “Idiom”, de manera similar entre la subestimación y la inseguridad.
Las preguntas, las obsesiones y el deseo se intensifican en el que fue segundo adelanto “Either Way”, provista de un contagioso estribillo. Pero seguramente “A Good Thing”, que actúa de pistoletazo de salida, sea la de mayor impacto por ese seductor crescendo y por la intensidad de una confesión personal que discurre entre la timidez, la vulnerabilidad y el deseo interno de expresar sus sentimientos.
En ese estado de confusión personal que recorre todo el álbum se halla una de mis favoritas, “Party Trick”, con una profunda lírica sobre la honestidad que se malinterpreta, sobre segundas oportunidades, sobre la magia que desaparece y sobre trucos narcisistas. En sus respectivos extremos, pero tampoco muy alejadas, la pieza más melódicamente comercial “Conversation Starter” por un lado, y las crespusculares baladas “Finer Things” y “Common Denominator” por el otro.

Ideal para concluir “My Name on a T-Shirt”, cerrando el círculo para entrar en bucle de un trabajo esperanzador, de tintes autobiográficos, sincero, liberado, con mucho potencial, que suena a folk renovador y que puede agradar a los baby boomers, a la generaración X, a los millenials y, lo mejor, a los más necesitados de la generación Z e incluso de la generación Alpha.
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