The Peawees - One Ride (2024): contagioso poderío powerpopero y rocanrolero

16 de septiembre de 2024
Autor: Juanjo Mestre.

Reseña y crítica de ‘One Ride’, álbum publicado en 2024 por The Peawees

… el powerpop rocanrolero con certeros matices de soul se sucede en un cóctel de melodías contagiosas que, dependiendo de la pieza en cuestión, contiene guiños a The Sonics, Link Wray, The Saints, The Clash… y donde las historias de perdedores, de rupturas y de aceptación de adversidades se entremezclan con instantes de euforia…

Para los que desde el pasado mes de abril hemos seguido con especial interés las cinco avanzadillas del nuevo disco de The Peawees, no es ninguna sorpresa el soberbio resultado final de “One Ride”, séptimo álbum de los italianos y un regreso a lo grande, seis años después de “Moving Target”.

Y es que cada canción estaba a la altura o más de la anterior, empezando por la arrolladora “The Wolf” con esa línea de bajo, ese riff de guitarra y esa pegadiza letra que se postula como la gran solución para huir de cualquier atisbo de tristeza.

No se hicieron esperar mucho. Otra composición de Hervé Peroncini (voz y guitarra) como “Plastic Bullets”, auténtico e irresistible himno powerpopero con una interesante lírica sobre perder oportunidades y alimentar egos o autoestimas, revelaba claramente la actitud, el poderío y la contundencia de una banda que, junto a Fabio Clemente (bajo) y Tommy González (batería), se ha rearmado con una segunda guitarra de solera, la de mi apreciado y admirado Dario Persi, líder de los extraordinarios Radio Days.

Con el influjo del garage sixtie, e incluso con un puntillo que me recuerda a Los Brincos, nos fascinaban a los suficientes en otra acelerada melodía, “Lost in the Middle”, sobre la debilidad, la desesperación, la tristeza y los sueños en el amor, previa a «Banana Tree», de ritmo extremadamente adictivo y cuya letra está basada en la historia real de un delincuente que intentó escapar de la justicia y reinsertarse en una plantación de plátanos de las Islas Canarias, hasta que lo pillaron.

Seguramente el último adelanto fue la mayor sorpresa por ser el que más difiere del resto. Se trata de la introspectiva «You’ll Never Be Mine Again», ahora utilizada como colofón del disco, y donde participa Mary Ramirez de Detroit Cobras, a la guitarra de una composición de Hervé que, originalmente, era para la banda de Detroit y que, inesperadamente, tuvo el percance del fallecimiento de Rachel Nagy en 2022.

En líneas generales, el powerpop rocanrolero con certeros matices de soul se sucede en un cóctel de melodías contagiosas que, dependiendo de la pieza en cuestión, contiene guiños a The Sonics, Link Wray, The Saints, The Clash… y donde las historias de perdedores, de rupturas y de aceptación de adversidades se entremezclan con instantes de euforia.

En el resto del álbum la cosa no decae ni un ápice. Por ejemplo «Drive» sigue el mismo camino, conduciendo hasta que caiga el sol, hacia un lugar donde escapar de los recuerdos, con ciertos aires de country-punk que podría recordar a Jason & The Scorchers o a los Long Ryders más acelerados. Más punk, aunque con efluvios beatlemanos, es “Who’s The Enemy”, que aparenta mayor activismo contra el ultraconservadurismo creciente actual, así como «Spell on Me», otra pieza de la que es imposible no claudicar ante su ritmo.

Nos queda mi muy favorita «She Cries As She Kills», entre la resignación y la melancolía, con ella no hay salvación. Y ya para rematar la jugada, el powerpop más académico por bandera de “Before I Die» o, con toda la huella de los Kinks, la canción que da título al álbum.

Realmente habría que rendirse ante la evidencia de que esta banda que, allá por los noventa, comenzó sus pinitos musicales en La Spezia —ciudad situada en la región de Liguria, entre Génova y Pisa—, debería obtener un reconocimiento generalizado por haber grabado y publicado uno de los mejores artefactos discográficos de esta añada, repleto de talento y autenticidad rocanrolera, algo que, desgraciadamente, no es lo más habitual.