Reseña y crítica de ‘¡Ahora!’, álbum de Biznaga publicado en 2024.
… un trabajo profundo e imaginativo, crítico con la deriva del capitalismo y que invita a no tirar la toalla, donde se habla de salud mental, de la seguridad social, de cómo algunos se apropian del slogan de libertad, de tarjetas bancarias, de la cuestión habitacional, del mercado… y de la “imaginación política”…
Al grito de “¡Ahora!” se inicia un disco mayúsculo en todas sus acepciones, desde lo musical a lo lírico, pero sobre todo en el plano social más reivindicativo, como pocas veces se ha visto por coherencia e intensidad, evolucionando, puliendo y madurando todas las virtudes del anterior “Bremen no existe” que tanto fue aclamado por ciertos sectores de la crítica especializada y con el que aumentaron considerablemente el numero de seguidores.
De hecho, puede chocar que tanta osadía, talante y talento por los cuatro costados, llegue a ser ninguneado por aficionados, no solamente aquellos que quedaron anclados en otros tiempos, sino los que en algún momento hayan podido mostrarse críticos con el acomodamiento de las glorias (o no tan glorias) del rock y lo poco que se mojan en temas candentes que atañen a los avances sociales y a los derechos fundamentales de las personas.
Incluso en este quinto álbum de Biznaga, salvando las distancias de creciente popularidad entre uno y otro en los respectivos ámbitos nacional e internacional, creo que se podrían repetir muchas de las cosas que escribí sobre el paso de gigante que supuso “Cartoon Darkness”, el artefacto discográfico recientemente publicado del combo australiano Amyl and The Sniffers, desde la crudeza y rabia punkrocanrolera que desprenden hasta el punto en el que se hallan de reconocimiento masivo que cruza la barrera del mainstream, motivo por el que es lógico pensar que también sean rechazados o les surjan los cansinos “haters” de turno.
Más allá de lo anteriormente expuesto, está claro que el sonido de este cuarteto residente en Madrid no es apto para todos los públicos por su tralla guitarrera. Y, por supuesto, mucho menos adecuado para pijos, cayetanos, fachapobres o vasallos sumisos del sistema, incluidos los que lo son pero no se reconocen como tales. Ya sabemos eso de que es mejor pensar y vivir hacia uno mismo que con empatía, que la vida son cuatro días y estos cuatro chicos son demasiado revolucionarios. Da lo mismo que en cada verso digan más verdades que un santo, porque ya se sabe aquella frase atribuida a Santo Tomás de Aquino que “quien dice verdades, pierde amistades”.
Partiendo de otra cita tal y como he leído en la nota promocional, la de “si las canciones dejaran de ser entretenimiento, podrían ser cualquier otra cosa”, del escritor, filósofo y crítico cultural británico Mark Fisher, es de lógica pensar que estamos ante un trabajo profundo e imaginativo, crítico con la deriva del capitalismo y que invita a no tirar la toalla, donde se habla de salud mental, de la seguridad social, de cómo algunos se apropian del slogan de libertad, de tarjetas bancarias, de la cuestión habitacional, del mercado… y de la “imaginación política”.
También la precariedad y la explotación laboral están muy presentes. En “La gran renuncia” introducen el dedo en la llaga, en ese engaño del esfuerzo en el trabajo como gran mérito existencial. Es de una clarividencia ingeniosa e intelectual tremenda esa frase de “Verde Codere, Vox y Tecnocasa”, con el color de la esperanza apropiado por el negocio del juego, por las ideologías ultras y por la especulación inmobiliaria. Pero si hay un tema dramático sobre la explotación ese es “Réquiem por un rider” con el accidentado final de su joven repartidor protagonista, y donde brilla como segunda voz femenina Anxela Baltar de Bala.
Antes he citado la salud mental. En “Benzodiazepinas” cantan sobre algo que se sabe que está ahí pero poco se habla, enfocado a producir en horario laboral, con los medicamentos psicotrópicos como Xanax, Valium, Orfidal… y sus efectos sedantes para evitar el nerviosismo, la ansiedad o la tensión, con el problema añadido de ser adictivos. Más fármacos que alivien la ansiedad y el insomnio, aunque produzcan dependencia física y psicológica, se dan cita en “Lorazepam y plataformas”, auténtico cántico para una generación que vivirá un futuro peor que sus padres y donde el dominio de las plataformas digitales, redes sociales y similares han sustituido los valores humanistas de antaño.
La crítica en “El futuro sobre plano” contra la privatización y la especulación urbanística es demoledora. No van con tonterías ni con chorradas cuando alzan la voz por la vivienda social, por el desorbitado incremento del turismo, por la tensión urbanística o por los desahucios. No se queda ahí la cosa cuando invitan a los señores políticos a proyectar sin miedo para habitar con dignidad, cual si estuvieran convocándoles a que se tomaran en serio de una vez por todas el art. 47 de la Constitución Española en toda su extensión, tanto con la vivienda en alquiler como en propiedad.
Otro tema que incide en el pago del alquiler con consecuencias de frustración y de eternizar relaciones rotas es una maravilla como “Espejos de caos”, la canción más pop y con ciertas similitudes instrumentales a los exitos de los hermanos Gallagher.
Puestos a encontrar parecidos, “Agenda 2030” me recuerda en forma y fondo algunas de las combatientes melodías de los valencianos Senior i el Cor Brutal en una obra maestra como “El poder del voler”, en este caso una crítica maravillosa a los videojuegos o a la inteligencia artificial y sus efectos manipuladores en el pueblo, así como a la falsa arenga de libertad, a cómo la patria está en el dinero y a cómo se cierra, se evapora más bien, la fábrica de sueños.
De los once himnos que componen este álbum, “El entusiasmo” es el que más representa la idea conceptual de amor y acción directa, de disidencia contra la sumisión, de entusiasmo como resistencia. También la amistad, el puño en alto y la actitud rebelde se dan cita en “Las afinidades eléctricas”.
Como no podía ser de otro modo, una obra de tanta profundidad tenía que tener un gran colofón. “Ocupar el ahora” es el grito del presente. ¿Cómo podemos tolerar un genocidio en tiempo real? Pues está pasando, lo estamos viendo y cada vez nos están haciendo más insensibles, más deshumanizados.
Estoy plenamente convencido que este alegato de Biznaga no solo es el mejor disco español de 2024 sino que será recordado cuando la vorágine del tiempo haya devorado casi toda la actualidad musical de hoy, incluso allá cuando llegue la mitad del siglo XXI. Por eso “¡Ahora!” es presente y es futuro. Quizás algunos lo vean.
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