
King Sapo lleva meses desenredando el contenido de su tercer disco: «El Dios de América».
El sonido desértico y áspero de guitarras, que era propio de la era del nacimiento oficioso del Hard-Rock, se intersecta con precisión de cirujano con las esencias grunge de los noventa.
En las postrimerías del último invierno llegaba el tercer álbum de la banda afincada en Madrid King Sapo, titulado genéricamente «El Dios de América». Hasta las postrimerías del verano de este mismo año 2025, no llega la reseña de este estupendo disco a Exile SH Magazine, más vale tarde que nunca reza el dicho, no obstante, admitamos que es demasiado tarde, aunque no lleguemos al nunca.
El propio grupo define su música como un actualizado sonido puente entre los años 70 y 90. Ciertamente se trata de un justo y exacto dictamen de lo que se escucha en cualquier canción de King Sapo.
El sonido desértico y áspero de guitarras, que era propio de la era del nacimiento oficioso del Hard-Rock, se intersecta con precisión de cirujano con las esencias grunge de los noventa. A esta circunstancia estilística, un servidor se va a permitir añadir la sensación subjetiva de percibir sutiles y calculadas esencias blues e incluso psicodélicas y souleras que enriquecen aún más el sonido de este álbum, cerrando un círulo perfecto que en su interior almacena un activo más gracias a unas reflexivas y – en ocasionas – contestarias letras.

La producción de Emilio Mercader y Juancho Guevara es otro ingrediente que suma en positivo de cara al resultado final, poniendo la punta de su bisturí en referentes como Led Zeppelin, Pearl Jam o Soundgarden, evitando, eso sí, que una externalización demasiado abultada borre el carácter propio de King Sapo.
Solo queda por tanto referirnos al tracklist. Nueve temas de exactitud melódica ceñida a las tradiciones temporales y estilísticas ya comentadas, con prominencia de riffs (Andrés Duende) y estribillos, con la voz de Jesús Trujillo pletórica y adaptada a cada momento, incluida la sincera y no muy optimista crítica al Dios de América, que va más allá del acutal presidente fascista de USA; y con el empaste de una base rítmica sólida y vibrante a cargo de José Alberto Solís y Rami Unceta.
Por lo demás, dentro de un equilibrio y cromático cancionero, es necesario destacar entre otras, los pellizcos gospel de «No terminó», el dueto vocal protagonizado por Trujillo y Carlos Tarque en «Hasta nunca» o la borboteante viscosidad grunge de mi momento favorito del disco: «Holograma».
«El Dios de América» es el disco más directo y categórico, tanto en lo que se toca como en lo que se dice, de King Sapo. Es una pena que haya tardado tanto en llegar a esta bitácora, lo trataremos de reparar próximamente cuando disfrutemos de este álbum en directo en Bilbao y luego lo contemos aquí.
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