Discos Críticas

Reseña y crítica sobre Geese y el álbum ‘Getting Killed’, publicado en 2025.

… se constata el progreso y la evolución de una banda llena de talento gracias a esa imprevisible sensación de caos controlado y desenfadado, plagada de pasión, crudeza, espontaneidad, emoción, rabia… Todavía no se divisa el techo de estos chicos de la ciudad que nunca duerme y que son gran esperanza en el mundo del rock…

Pocas bandas internacionales de los últimos años pueden jactarse de haber recibido tantas buenas críticas como Geese, al menos desde el otro lado del océano porque aquí hemos sido habas contadas, cuatro gatos en diferente expresión popular que hace referencia a los pocos que, por ahora, la conocemos, la seguimos, la hemos valorado muy positivamente y la venimos reivindicando.

De hecho, para el que suscribe, este “Getting Killed”era la novedad discográfica más ansiada de esta añada, la que más expectativas me despertaba tras el impresionante 3D Country que me pareció el number one, el indudable mejor disco de 2023. Eso sí, entre uno y otro el debut en solitario de su líder Cameron Winter con “Heavy Metal” a finales del pasado año, una delicia melódica que ofrece otra perspectiva bastante diferente respecto a su banda, y a la que llegue tarde, algo que ya me sucedió con el debut “Projector” de 2021 , aunque ya se sabe eso de que más vale tarde que nunca si hay dicha.

Geese Getting Killed

Entrando en harina, si hay algo que viene caracterizando a los neoyorkinos de manera genérica es que han despuntado con un rock independiente y alternativo ajeno a modas, alejado del mainstream, que podría entroncar con el peculiar college-rock estadounidense, aunque posee ciertas aristas de intensidad emocional que también conectan con el art-rock y con el rock experimental, un rara avis por juventud, ingenio, audacia y por el modo en que cautivan.

La punta de lanza y, al mismo tiempo, el pistoletazo de salida, fue uno de los adelantos. Trinidades una pieza tremenda entre cimientos de blues minimalista y fascinantes eclosiones de distorsión guitarrera de Emily Green junto a la explosiva percusión del baterista Max Bassin y con esa trompeta jazzística acompañante, estableciendo una atmósfera de tensión claustrofóbica que los aleja de las raíces americanas clásicas, algo que volverá a repetirse en otras fases del álbum. Incluso en ella aparecen las claves apocalípticas que se esconden en el título y en esa portada que apunta al centro de la diana.

Otra de las avanzadillas fue Taxes, una maravillosa especie de pop psicodélico desafiante entre guitarras y coros gospel, donde Winter se asemeja, por momentos, a un predicador, proporcionando una sensación de espiritualidad que también se advierte en ese psico-boogie sureño que es el tema que da título al álbum o incluso en “Islands of Men” que, con sus efectistas improvisaciones apasionadas y la significativa línea del bajo de Dominic DiGesu, parece como si se escurriese en la barra de un bar.

Entre la exageración y la sinceridad cabalga “Half Real”, y entre el misterio y la melancolía más retorcida, cual si fuera una crisis espiritual y existencialista, trota la deliciosa “Bow Down”. Hasta incluso la vertiente más folk con “Au Pays du Cocaine” parece llegar donde nunca llegaron las atmósferas de la banda británica de Thom Yorke por ese crescendo final.

Entre mis favoritas la bellísima y tintineante “Cobra” o esa pieza de carretera 100 horses que, con elegancia y ritmo funkoide, esta cargada de mordacidad y sarcasmo, tanto que en sucesivas audiciones se convierte en adictiva, del mismo modo que ocurre con la desgarradora y conmovedora sobriedad de “Husbands” o con la tormentosa “Long Island City Here I Come”, extensa y arrolladora pieza de despedida, llena de furia, misticismo e hiperrealismo, con la que se redondea una nueva obra maestra de culto para minorías selectas que, muy posiblemente, el tiempo colocará en su lugar merecido.

Geese Getting Killed

Dicho lo cual, asistimos al que se puede considerar otro paso de gigante, diferente pero no opuesto a “3D Country”, con el que Geese se consolidan definitivamente. Aunque en algunos detalles hallemos vínculos con Nick Cave, Jon Spencer, Kings of Leon, Radiohead, Talking Heads, Rolling Stones, Tom Waits…, en este artefacto discográfico se constata el progreso y la evolución de una banda llena de talento gracias a esa imprevisible sensación de caos controlado y desenfadado, plagada de pasión, crudeza, espontaneidad, emoción, rabia… Todavía no se divisa el techo de estos chicos de la ciudad que nunca duerme y que son gran esperanza en el mundo del rock. Ojalá alguien los trajera de gira por estos lares, ahora es el momento.


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