Critica y reseña de ‘Lifetime of comedy’, disco de The Parson Red Heads.
…nos volvieron a fascinar esas armoniosas reflexiones entre aires bucólicos, oníricos, introspectivos y algo místicos que caracterizan sus bellas melodías…
Fue tan placentero el sabor de boca que nos dejaron las «brumosas armonías« del 2017 que cualquier noticia relacionada con los de Portland ha sido recibida en los últimos tiempos con gran interés y satisfacción, desde sus giras por estos lares hasta incluso el trabajo discográfico «Long distance« con el que nos sorprendió el pasado año su compositor, guitarrista y vocalista Evan Thomas Way junto a The Phasers.
Por ello y por mucho más, como por ejemplo el recuerdo de cuando en su día quedé prendado de «Yearling» (2011) o «Murmurations» (2012), había muchas ganas de catar el ahora recién parido «Lifetime of Comedy» que, nuevamente, ha sido lanzado a través del recomendable y prestigioso sello zaragozano «You are the cosmos«.
Digamos, pues, que los suficientes no habíamos dejado de tener en la mente a The Parson Red Heads cual si fuera ese sentimiento que no desaparece y que, entre armonías vocales, folk- rock cósmico y arreglos de teclados, cantaban en la formidable avanzadilla «All i wanted«, la que a partir del pasado mes de septiembre generó tantas expectativas y que en el álbum viene precedida de «Heaven knows i’m trying«, afectiva declaración de poco más de un minuto a modo de introducción.
Después llegó «Turn around«, la historia de unos secretos, de un número en la pared, de esa promesa que siempre estará ahí. Y entonces nos volvieron a fascinar esas armoniosas reflexiones entre aires bucólicos, oníricos, introspectivos y algo místicos que caracterizan sus bellas melodías.
Entre nubes, uniendo pesadillas y sueños existenciales, discurre «Fall & be found«, y entre deseos de encuentros se desliza la canción que da título al álbum o un «Coming along« perfectamente adornado con órgano. Sin poder volver atrás en el tiempo prosiguen las cadencias entrañables de «I never would have change« y la melancolía de «I found a reason«.
Más. De belleza sideral es portadora «Warrior«, ideal para cuando los malos días se vayan, al igual que la quimérica «Dreaming of another place« o ese colofón rebosante de remordimiento que es «Falling fading«, tres canciones en las que Evan vuelve a estar perfectamente escoltado en los coros por Brette Marie Way y Jake Smith (batería y guitarra respectivamente también), por Raymond Richards (pedal steel) y por Robbie Augspurger (bajo).
Y así, casi sin darnos cuenta transcurre un trabajo con una gran carga conceptual, emocional y existencial que, aunque no llega a las altas cotas de su antecesor, es un estupendo edredón para confinarse en invierno, está entre los mejores del año en curso y provoca deseos de volver a él con frecuencia.
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Gran disco, una preciosidad.
Gracias JJJ