La música se viste de libertad, optimismo y vitalidad en el nuevo disco de Maika Makovski
…viajamos por paisajes y texturas de un inquieto pop industrial con aderezos glam, por refulgentes ataques rockeros alternativos e incluso por sedativas baladas…
Aunque sabía que circulaba por ahí un nuevo trabajo de Maika Makovski, y me constaba que en algunos medios musicales a los que soy afín hacían hincapié en lo mucho que merecía la pena el disco, admito que no había sentido un deseo lo suficientemente apremiante para dedicar el tiempo mínimo que entiendo que merece cualquier creación musical.
Finalmente, y ante la reiteración de elogios a propósito de «MKMK», título del mentado trabajo de la mallorquina, que me terminaron situando en medio de un auténtico fuego cruzado de parabienes sobre el álbum, me enchufé el disco, y en poco tiempo, terminé reproduciendo las canciones del mismo una vez tras otra, ¡y encantado de la vida oigan!.
Hay discos que gustan por la mera escucha de los mismos, algo que evidentemente está bien; otros además consiguen un efecto de inyección de sensaciones que van más allá del simple gusto por lo que reproduce el equipo: consiguen construir un estado de animo en torno a ellos, «MKMK» es de estos últimos.
El tránsito por este trabajo me produce un efecto que se traduce en tres palabras: vitalidad, optimismo y libertad. Especial importancia le doy a esta última, pues en un mundo donde palabras como independencia son utilizadas por muchos y no siempre de forma coherente ni digna con respecto al significado de la misma, es conveniente buscar sinónimos que no estén en boca de publicistas y cínicos. Y creo que esta, una de las palabras más bella del vocabulario, es el sinónimo más célebre que podemos encontrar para tan denostado término, y la libertad bulle y burbujea alegremente en el resultado final de «MKMK».
Quien dice vitalidad, dice también inquietud, y exaltación: del amor, de la vida, de las experiencias que llegan sin avisar y sin ser invitadas, que son las buenas.
Y optimismo, que en estos tiempos es un bien en desuso, ya que el negocio está en el sometimiento social a una realidad muchas veces impostada y construida para provocar reacciones en cadena no siempre venturosas, «MKMK» es una botella siempre medio llena.
Cuando hablo de sensaciones que poco tienen que ver, en principio, con la morfología de lo puramente musical, puede parecer que las inspiraciones estilísticas quedan en un segundo término, y tal vez sea así. Pero a lo largo y ancho de estas once canciones viajamos por paisajes y texturas de un inquieto pop industrial con aderezos glam, por refulgentes ataques rockeros alternativos e incluso por sedativas baladas con el piano eléctrico (o la guitarra acústica) compitiendo en protagonismo con la vigorosa vocalidad de Maika.
Equilibrio y mucha energía centrifugada en composiciones perfectas, textos brillantes que inciden en las tres palabras que provocan esta reseña y una actitud de conjunto (imprescindible el concurso de toda la banda) pletórica y positiva, son la guinda de un pastel delicioso y con azúcar suficiente para hacernos sentir plenos y dichosos.
En cuanto a las canciones, el single «Love you til i die» aspira claramente a convertirse en un himno de su repertorio, mientras que en «I live in a boat» o en «Scared of dirt» explora más una fusión estilos alternativos.
«Reaching out to you» es un torpedo punk-rockero que convive muy bien con el apartado más enfocado a la new wave, donde sorprende con toques a lo Devo en «Purpose» o a Blondie en «Where are you«.
No faltan tampoco los tintes taberneros en «Persian eye» o en ese regalito, «Tonight»; ni las melodías con más sabor americano, como las sensacionales «Places where we used to sit» o «Center of the universe».
Canciones son motivos, y los citados son sin duda, la razón por la cual este está siendo uno de los discos más sorprendentes y felices de este año para un servidor.
Y además con un posicionamiento en directo que intuyo sumamente atractivo y que estoy deseando de disfrutar cuando llegue la ocasión. Pero antes de retirarme quisiera dejar una sugerencia: dejemos siempre la puerta abierta a la música, y también al optimismo, a la vitalidad, y sobre todo a la libertad.
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