Conciertos

Crónica del concierto que ofrecieron Acid Mothers Temple + Gazella en 16 Toneladas de València.

… muy difícil narrar el huracán lisérgico, de dimensiones bíblicas, que ofrecieron los nipones con su cóctel de krautrock, rock progresivo, free-jazz y rock psicodélico…

Lo de anoche en el templo rocanrolero 16 Toneladas fue alucinante, nunca mejor dicho. Eternamente agradecido a mi tocayo Juanjo del King Creole R&R Club Vlc por insistirme tanto en lo que se avecinaba. Pocas veces, por no decir nunca, un servidor ha visto algo similar en la capital del Turia, tan experimental, tan tremendo, tan deslumbrante.

Para colmo, hacía tiempo que no veía tanta juventud —la del divino tesoro que decía Rubén Darío— en un concierto de música de calidad, con la sala casi repleta, un detalle que habría que destacar, y que resulta bastante esperanzador, aunque supongo también que una parte tendría que ver con la presencia del entorno más cercano de la jovencísima banda telonera valenciana Gazella, formada por Raquel Palomino (voz), Lluisen Capafons (batería y voz), Mauro Llopis (bajo), Alba Raja (guitarra y sintes) y Adrián Camáñez (guitarra y sintes).

Por cierto, el quinteto levantino fue una auténtica y gratísima sorpresa, donde presentaron temas de su EP debut de finales de 2021 más una lisérgica y estupendísima adaptación de Las Grecas, todo en un enclave bastante original, entre el shoegaze, krautrock y el dream-pop, cual si fuera un cruce entre My Bloody Valentine, Neu, Can, Galaxie 500 y Radiohead. Un combo que, a la vista de lo visualizado y escuchado, habrá que seguir su evolución sí o sí.

Gazella - concierto 16 toneladas
Gazella

Y llegó el plato fuerte, los reyes de la psicodelia japonesa Acid Mothers Temple. Es francamente muy difícil narrar el huracán lisérgico, de dimensiones bíblicas, que ofrecieron los nipones con su cóctel de krautrock, rock progresivo, free-jazz y rock psicodélico. Podríamos decir que como si Jimi Hendrix o Frank Zappa estuvieran dirigiendo el cotarro de Can, King Crimson, Sun Ra Arkestra…

Acid Mothers Temple

Evidentemente su guitarrista y líder Kawabata Makoto es una bestia bárbara, la vocalista Jyonson Tsu aporta un plus vitamínico de fantasía, el bajista Shozo Sawano exhibe profesionalidad, y el otro fundador de la banda Hiroshi Higashi es todo carisma en el frente de batalla con su sintetizador y sus efectos electrónicos. Pero lo más impactante me pareció Nani Satoshima, un batería salvaje, soberbio, monumental, incansable, capaz de acaparar miradas a pesar de estar en la retaguardia y de que sus flamantes acompañantes aparenten mayor protagonismo.

Acid Mothers Temple

En esta histórica velada no les hicieron falta más que cuatro o cinco extensas piezas —entre las que destacaría la espectacular ‘Pink Lady Lemonade’—, con una duración aproximada de 20 minutos cada una, en una sucesión repetitiva de acordes con improvisaciones y brutales crescendos que fueron suficientes para dejar satisfechos a una concurrencia que quedó absorta y estupefacta con lo acontecido. Todo eso se notó en los caretos y en los comentarios posteriores al evento.

Nadie en el Planeta Tierra ni en el resto de galaxias más cercanas debería quedar sin ver, al menos una vez en la vida, a Acid Mothers Temple. Que vuelvan pronto, a ser posible todos los años. Ah, y por supuesto Salo de DJ, que repita para este tipo de eventos organizados por el inquietante colectivo Sufre Sound System.

*Imágenes de JJ Mestre. Vídeo de Alfredo Beltrán.


Un comentario

  1. Increíble que por lo alejado del gusto mayoritario podamos disfrutar de espectáculos así en salas de rock.
    Increíbles también sus chiclecanciones. En algún momento hasta me pareció que se pasaron estirándolas.

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