Me voy a tomar la licencia de no ser imparcial en la crítica, de mirar sólo con buenos ojos y predisposición auditiva la llegada del nuevo álbum de Dr Dog porque adoro a esta banda. Amo a esta banda de Pennsylvania. Mato por ella. Si me preguntasen qué banda de los dosmiles es la que habría que tener en cuenta, la insaltable, aquella que realiza discos más interesantes y adictivos, aquella por la que me dejaría robar el corazón y vendería mi alma, sin duda mi respuesta sería Dr Dog.
Son magníficos. Pasa lo que suele pasar. Con su nuevo trabajo, “B-Room” (2013), que ya es el octavo siguen siendo unos segundones en la escena mundial, vale que tienen una cantidad enorme de fans enamorados de su música, y la crítica nunca les ha dado un palo tremendo, más bien siempre les alaban, dan palmaditas en la espalda y aplauden cada disco que entregan pero no sé sabe muy bien porqué el público en general les deja un poco de lado. No quiero entrar en comparaciones pero me recuerda todo al caso “Wilco”, me explico. Wilco eran una banda totalmente acojonante, lo siguen siendo, habían entregado discos maravillosos, clásicos nikochianos, auténticas POM pero necesitaban de algo difícil de explicar y ese “algo” vino gracias a las buenas composiciones y los ruiditos de “Yankee Hotel Foxtrot”.
A partir de ese momento todo el mundo los mira con otros ojos y se convierten en “la banda”, ya nadie les baja del pedestal. No digo que Dr Dog estén a ese nivel o sí, qué cojones. Tal vez les falte ese disco que unifique criterios y aplausos, aunque pensándolo bien tampoco es que me apetezca demasiado verlos en todas partes, ni que su música suene en anuncios o en las cortinillas de los canales de televisión. Los quiero para mí. Casi mejor los quiero como ahora. A su bola. Sin dar concesiones al público. Haciendo lo que tienen que hacer, canciones. Y de hacer canciones saben un rato largo.
Yo les conocí con “Fate”(2008). Fue ponerlo y caer rendido a sus pies. Sonó tantas y tantas veces en casa que no tardé en empaparme bien de “Easy Beat” (2005) y “We all Belong” (2007). Dos discos impresionantes que son mejor valorados ahora que antes, pero realmente fue “Fate” el que abrió los ojos de muchos y los oídos de otros tantos. Desde su maravillosa portada a la contraportada, pasando por lo que había dentro, que no era otra cosa que arte: The Breeze, Hang On, The Old days, the Ark, Uncovering the old, The Beach…. Joder. Un discazo impresionante.
En 2010 aparece “Shame Shame” que es lo más próximo a multiventas que tienen estos tipos. La pareja Scott McMicken (guitarra) y Toby Leaman (Bajo) siguen repartiéndose vocalmente las canciones (no sé con cual de los dos quedarme..), siguen escribiendo de lujo, siguen influenciados por los más grandes de la melodía: Beatles, Beach Boys, The Band, el pop de finales de los sesenta principios de los setenta, esa psicodélia por aquí y por allá, algo de rock y … sí, algo de ruiditos como a mi me gusta llamar a esa modernez que bien empleada y sin excesos, me gusta y mucho. Discazo, one more time.
“Shadow people”, “Unbearable why?”, “Were’d all the time go?”, “Mirror mirror”, “Shame shame”…. Bufff. Otro disco en vena. Todo el mundo o casi todos se pusieron de acuerdo en que ese disco, era el disco, y cuando llegó “Be the Void” que era igual o mejor, a la gente le dio destrempera, había muchas expectativas y desde luego no era un disco fácil. Vamos, como el grupo en general. O te entran y te engatusan, o no. Si conectas estás muerto pues caerás en su red hasta la eternidad, sino.. pues a otra cosa mariposa sin saber lo que te estás perdiendo. Un señor disco cinco estrellas.
Con “Fate” y hasta la llegada de “B-Room” mi favorito de la banda. Aquello era lujo total, con “Lonesome”, “That old black hole”, “These days”, “Get away”, “Vampyre”, “Heavy light”…. Ostias… ahora me lo vuelvo a poner, qué delicia!. Y este 2013 nadie esperaba otra entrega de Dr Dog, pero resulta que sí, que “B-Room” sale oficialmente hoy, pero gracias a la avanzada tecnología espacio/temporal de la que dispongo he podido conseguir una copia por adelantado del disco que por cierto tengo reservado en formato físico.
El disco es francamente sensacional, un repaso a todos sus estilos pero tal vez una vuelta a su sonido más clásico. Esta gente son unos artesanos de las melodías. Queréis música de verdad? Queréis volver a sentir eso? Pues poneros los cascos, darle caña al volumen, estiraros en el sofá y cerrar los ojos y dejaros llevar por las primeras notas de “The Truth”. Esa es la felicidad, esa es la verdad.
Si alguna vez me veo en la tesitura en la que mi nave espacial me deje tirado en medio de la galaxia por culpa de un fallo en la trocola quiero que mientras floto sin rumbo por el universo suene sin parar dentro de la escafandra “The Truth”. Bonica del to. Philly-Soul. Cadencia melódica marca de la casa, el pequeñín de McMicken bordándolo y Toby apollando de lujo el tema (the truth don’t stop!). Magia pura que te va envolviendo. Dulce veneno que te mata lentamente. Y ese final, ese maravilloso final, glorioso, eterno,
precioso: let the rain fall, let the rain fall….
El segundo single de adelanto que nos ofrecieron llega enseguida. “Broken Heart” es una composición típica del grupo, un lujo. Leaman al mando, cantando como a mi me gusta, con pasión, como si le fuese la vida. Joder, si hasta grita de cojones. Qué estribillo, qué acabados, qué canción: Virgen Santa! Llevo todo este mes con un eco en mi cerebelo que me dice “freedom for love freedom from the heartache.. freedom for love freedom…”. Esto es la buena medicina que necesitaba, diagnosticada por el doctor perro.
Luego llega un bajo y una canción muy retro, me encanta “Minding the Usher”, otra joya del pequeñín, otra más. “Distant Light” es, vamos, es la polla. Otra grandísima canción, muy beatle, muy en la línea de Lennon con un Harrison de escudero en plena forma. Joder, qué temarraco. Por ahora mi favorito del disco, aunque no es que estemos ante un grower de esos, estamos ante un megasupergrower de los cojones.
Lo bonico del to llega con “Phenomenon”, banjo incluido, estribillo sixtie, deje beatleliano, coros a lo sargento pimienta… muy harrisoniana. Con “Too weak to ramble” nos dan algo de tregua, preciosa balada de Leaman, lo sencillo parace fácil pero es lo difícil. Preciosa de principio a fin, de esas que te ponen los pelos de punta. La mitad del disco ya ha pasado, lo que sería la cara A te deja alucinado, es hora de rematar la faena, y lo hacen con “Long way down” muy soulera ella, con una sección de metales o vientos de esos que hacen que se me caigan las bragas al suelo, le sigue triunfante “Cuckoo”, otra joya de Leaman que viene a ser la “Vampyre” de este disco, menudo temazo!.
“Twilight” es, por decirlo de algún modo facilón, la canción de los Beach Boys de este disco. Bellezón bellezón. Cierra los ojos y déjate llevar a los sesenta… Cañita nos dan con “Rock’n’roll”, otra canción destinada a estar entre mis favoritas, una que si no vas con cuidadito puede volverte locuelo del todo, con ese medio rapeado trotón y guarrete, me encanta. Antes de cerrar con la estupendísima “Nelly” nos ofrecen otro lujo. Joder, “Love” es tremendamente bella, un bombón ochentero. Ya digo, cierra “Nelly”…..Oh Nelly, Oh Nelly…
.. y te quedas con ganas de más, quieres más calidad, más canciones, y al parecer en la edicón Deluxe nos dan tres temas más que no he podido escuchar: “Mt Sliperry” (qué dicen es a capela rollo años 30), “Can’t remember” y “Humble passenger”. Puede que al leer este post os haga escuchar después el disco, puede que lo hagáis (porqué no?), y puede que os guste o que os preguntéis en qué coño estaba pensando y si me he vuelto loco. Puede, pero me da igual. No me corto, este “B-Room” es un señor disco. Uno de mis discos del año. Un lujo y un placer.
*post aparecido originalmente en nikochan island
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