Críticas Discos

…El joven Howard ha firmado su Our Mother The Mountain sin quererlo o, por lo menos, no siendo consciente de que algún oyente, como éste, iba a ver algo más que a un mero discípulo…

 
 
Barna Howard  ha editado un disco muy clásico en primera escucha, basta con oler su primera rosa.
Como si perteneciera al disco de debut del gran John Prine, Indiana Rose se muestra como capitana del barco con sus banjos trotones y su tremenda delicadeza. Nostalgia country-folk de la que es difícil recuperarse tras este íntimo paseo por todas sus compañeras de viaje.
Es cierto que Quite A Feelin´ que es como se llama todo el álbum, no ha inventado la pólvora pero la ha utilizado para diez disparos sentidos siguiendo las instrucciones que marcaron el maestro Prine y o el supremo Townes, siempre omnipresente.
 
Todo discurre como un arroyo salvaje de la parte más alta de la montaña, esa a la que es tan difícil llegar pero con la que es tan reconfortante reencontrarse.
Todos sabemos que se pueden calcar tonadas de los santos apóstoles pero otra cosa mucho más difícil es componer canciones con entidad propia basándote en ellos, canciones de oro, cristalinas.
El joven Howard ha firmado su Our Mother The Mountain sin quererlo o, por lo menos, no siendo consciente de que algún oyente, como éste, iba a ver algo más que a un mero discípulo.
 
La sombra de los outlaws de Tejas es alargada pero ello no impide reconocer la belleza de la canción perfectamente estructurada y transmisora de emoción.
El tono en el set es muy reflexivo, confesional, de balada. La que lo titula, por ejemplo, es una preciosidad.
 
Y si con un corazón de piedra se le puede acusar de plano en el tipo de canción que compone y canta, cuando se miran los verdes arrozales de Melides (Portugal) con sus garzas negras y blancas revoloteando asustadas de nuestra presencia, adquiere todo el sentido centrarse en verdades musicadas como ésta.
 
Quite a Feelin´ es exactamente eso que describe su título, algo que pasa a pertenecer a los sentimientos musicales mejores de éste año 2015, aquellos asociados a lo que realmente importa y por ello, imperecederos.
 
Una bendición acústica de country-folk, si señor, la que ha firmado este delicado songwriter llamado Barna Howard. Se me ha quedado solapada en el corazón entre un régimen exclusivo de fados.
 
Ahora que tenemos demasiados aspirantes a héroes del arpegio y la melodía lenta y profunda, os aseguro que pocos son tan de ley como él, su honestidad es brutal.



Por Joserra
Publicado antes en rockandrodri land

 

Como firma invitada y tras su comentario en la entrada de rockandrodriland: «Sospecho que este disco es para mi, no me lo pienso dos veces», incluyo el efecto básamico que ha producido el disco en mi amigo Jorge , añadiendo su preciosa descripción del disco porque abraza.


Así además, destaco algo que me apasiona: el placer de compartir canciones y emociones.

 

 

 
«Es curioso los bandazos que pegan mis escuchas en estos últimos tiempos, cambios radicales de estilos, ritmos y sonoridades que sin embargo son, no solo aceptados por mis oídos, sino que se muestran perfectamente compaginados y son seleccionados en total armonía a lo largo de las horas del día.

Si bien he pasado unos días rockeando con el impetuoso Barrence Whitfield, deleitándome con el pop de sublime melodía e incidencias industriales de Mr. McCaughey y su último artilugio con The Minus 5, bailando y rejuveneciendo meninges con la vuelta de The Libertines o entrando en la antesala de la realidad interior y eléctrica de Rafael Berrio…la otra noche sucumbí mientras trabajaba en un turno tranquilo y sin incidencias a la poética folk con retazos countries del maravilloso: «Quite a Feelin’ « de Barna Howard, verificando que la música cuando es buena no entiende de etiquetas, de acomodos biorítmicos, ni monsergas varias, cuando es importante se produce una simbiosis obra/espectador que genera un estado de común expansión que tiene difícil explicación pero que es lo que da razón de nuestra pasión por cualquier disciplina de arte, en este caso música.
 
Lo cierto es que me parece complicado no dejarse llevar por los nueve cortes que alimentan el último disco del músico de Portland, nueve canciones que no descubren nada ya que no tienen porque hacerlo, porque cuentan con la modernidad imperecedera al paso del tiempo de lo tradicional, de lo que a base de superar décadas e incluso siglos termina sometiendo al tiempo a su dictadura de exento de tributar por modas o tendencias comerciales, la música que practica Barna Howard no inventa nada porque tiene todo lo que necesita para ser siempre moderna.

Con unas acústicas arpegiando, los aullidos del steel, algunas cuerdas silvestres de las que el country nos enseñó a amar, bajos que marcan el latido y escobillas acariciando parches le es suficiente al señor Howard para hacernos temblar de emoción con su preciosa voz de broncíneo color y fácil emisión, siempre suave, siempre dulce pero varonil, como hablándonos al oído, sin forzar.
Y las melodías claro, todas hermosas, esos conductos por los que transcurren historias de amor, relatos de vida paisana y remembranzas nostálgicas a la luz del crepúsculo, cuando los sonidos fronterizos suavizan cualquier herida que el mundo haya podido infringir al alma durante la jornada.

Este es uno de esos álbumes a los que no le encuentro sentido diseccionar por temas, se trata de nueve canciones, cada una con su mundo propio, cada una con una historia que descubrir y vivir, cada una con su dosis de emoción encerrada y contagiosa, cada una con ese talento para emocionar, para alterar epidermis y excitar lacrimales que solo tienen los grandes temas.

Si gustan de los alegatos vitales y camperos de Townes Van Zandt, de las melancolías de milagrosa melodía del Gene Clark más fronterizo o de la susurrante poesía de John Prine no podrán evitar emocionarse y vivir un disco como este de Barna Howard titulado «Quite a Feelin’ «


Por Addison 

Publicado antes en su Rockandmore

 

Barna Howard – Quite A Feelin´(2015)



Indiana Rose / Bitter Side of Blue
Hands Like Gloves/ Notches on a Frame
Quite a Feelin’/ Whistle Show
Then and There / Rooster Still Crows
Pull Us Back or Wind Us Up
Lend Me a Moment


2 respuestas

  1. Efectivamente tras leer tu comentario me lo busqué y me atrapó a la primera bro, ahora mismo, sábado por la mañana me voy a hacer unos recados y haber si lo tienen en Power, sino lo pido jajaja
    La reseña hermosa y apasionada como siempre, y ver mis palabras en el exile es para mi un honor y algo emocionante.
    Gracias por la mención, por la incursión aquí y por el disco.
    Un abrazo fuerte.

  2. Dos buenas reseñas, a mi también me atrapa Barna, es como decís, tiene la genética para parir dos discos mayúsculos como los que ha hecho, si fuese hijo de Steve Earle, éste estaría más que orgulloso. Abrazos a los dos!

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